Personajes que hay que conocer: Bonnie Plunkett, de «Mom»
En el complejo y fragmentado panorama de la ficción televisiva actual a veces no se hace fácil distinguir el grano de la paja. Existe todo un abanico de series casi clónicas que repiten hasta la saciedad los mismos formatos, códigos, temas, estereotipos y tramas. En el género de la comedia de situación ocurre, como en todos los demás, y a veces una se sienta frente a la pantalla sin distinguir muy bien un título de otro, porque todos llevan décadas haciendo cosas muy parecidas (salones de casa, familias biológicas o construidas con amigos, chistes sexistas, relaciones románticas, risas enlatadas).
Sin embargo, entre las sitcoms actuales hay una que, incluso en fases de “desconexión mental” en las que veo la televisión como forma de evasión, consigue atraparme en cada episodio: Mom (CBS, 2013- ). Hace algo más de un año que una compañera de este blog (n)os la recomendó en la sección “5 Razones”, y yo ahora debo insistir en uno de sus motivos para verla: Allison Janney como Bonnie Plunkett.
En el marco de un género que nos tiene acostumbradas a personajes femeninos que se mueven entre lo empalagoso (los recurrentes “morritos” de Rachel en Friends), lo inútil (todas las amantes de Charlie o Alan en de Two and a Half Men) y lo decorativo (Penny en las primeras temporadas de The Big Bang Theory), Bonnie es un descubrimiento. Y la faceta cómica de Janney, a quien habíamos visto sobre todo en dramas, un regalo.
Mom nos muestra a tres generaciones de mujeres intentando romper una cadena de alcohol, drogas y embarazos adolescentes. En este contexto, el personaje de Janney es nada menos que la abuela Bonnie, un rol que redefine dinamitándolo desde la raíz. La Plunkett mayor es mucho más que quien hace las tortitas los domingos: es una mujer aún joven, sexualmente activa, que sabe sacarse sus propias castañas del fuego en lo laboral y que no renuncia a lo romántico pero lo reescribe desde la agencia. Es intensa, inteligente, tiene recursos y, sobre todo, muestra una habilidad extraordinaria para desdramatizar. Algunas de las situaciones de la serie son muy duras (pobreza, adicciones, abandono, soledad, enfermedad), y es Bonnie quien consigue convertirlas en material de comedia.
En el papel, Allison Janney está tan soberbia como lo ha estado en The West Wing o en Masters of Sex. Su cuerpo se convierte en una herramienta para la comicidad que no tiene precio (impagables sus escenas de tensión sexual con Alvin, a quien mira desde las alturas con su más de uno ochenta). Su voz subraya el carácter luchador y enérgico de Bonnie, y su presencia no pasa jamás desapercibida. Los guiones a veces llevan al personaje al abismo, haciéndolo rozar el exceso, pero la actriz sabe domesticarlo para provocar la risa en lugar del rechazo. Si a Bonnie hay que verla para creerla, a Janney sencillamente hay que verla. A mí sus siete Premios Emmy se me quedan cortos.