Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Retrospectiva Doctor Who (II): la era Russel T Davies con David Tennant (T2-T4, 2005-2010)

Retrocedamos a la Navidad de 2005. En Reino Unido, casi diez millones de espectadores encienden sus televisores para sumergirse, una vez más, en el cuasi infinito universo de Doctor Who. Seleccionan el canal de la BBC One y reciben en sus retinas los primeros fotogramas de «The Christmas Invasion» (T2, E0). Nada ha cambiado. Ahí está Billie Piper en el papel de Rose Tyler, acompañante del Doctor protagonista. El escenario: la TARDIS, su nave espacial «bigger on the inside», retiene el diseño de producción de la primera temporada. La dirección, la música al cargo de Murray Gold siguen definiendo el estilo de la serie. Solo un elemento altera a los espectadores: el Doctor ya no es el Doctor. Su dinámico, cuarentón y de poco pelo Christopher Eccleston se ha visto sustituido por un actor de aspecto juvenil y con una tremenda cabellera. Los últimos segundos del último episodio de la primera temporada, «The Parting of the Ways» (T1, E13), no mentían: Eccleston ya es historia.

Muchos espectadores, tanto en aquella fatídica Navidad de 2005 como en la actualidad, fueron sometidos así a la primera regeneración del Doctor en la Era Revivida. Russel T Davies, showrunner hasta 2010, tenía en sus manos la posibilidad de decepcionar a millones de espectadores con la introducción de un nuevo Doctor, el Décimo. Sin embargo, el resultado fue inmejorable: el escocés David Tennant, guapo, galante y dinámico, se convirtió pronto en el nuevo rostro literal y metafórico de la serie. Su energía permitía combinar con facilidad las dos caras de la obra, el drama humano y la comedia. El Décimo Doctor recuperó la faceta de veterano de guerra desertor de Eccleston con una ligera variación: en lugar de exprimir su actitud belicosa, el Doctor de Tennant fue un hombre doliente, con la disculpa siempre en la boca y el arrepentimiento en el corazón. Fue, con perdón del Duodécimo (Peter Capaldi), el Doctor más emocional. No en vano muchos whovians lo consideran «su Doctor». En una época en que la serie todavía no había explotado, la interpretación sentida de Tennant supuso el inicio de muchos como apasionados de este nuevo Doctor Who.

Algunas de las escenas más descorazonadoras de Doctor Who se encuentran con Tennant en la piel del Doctor

El éxito del icono televisivo no se debió únicamente a la presencia de David Tennant. Lo acompañaron los guiones más sólidos de toda la serie y la constatación de Russel T Davies como brillante showrunner. Ya poco quedaba de aquel giro de guion en «Bad Wolf» (T1, E12), cuyas pocas pistas apenas ofrecieron un pay-off argumentalmente satisfactorio. En estas tres temporadas, los espectadores se verían sujetos a tres arcos narrativos bien establecidos. Observaron, en primer lugar (T2), la creación a lo largo de los siglos de Torchwood, una organización secreta británica que, al modo de la vieja UNIT, se especializaba en la protección de la Tierra contra amenazas extraterrestres o sobrenaturales. Para la tercera temporada, Davies y su equipo construirían una cuidada red de pistas y engaños narrativos alrededor de unas palabras misteriosas dichas al Doctor por un ser milenario sobre su futuro («You are not alone») y el misterioso presidente Mr. Saxon, todo ello culminando en un serial de tres episodios valorado por muchos como el punto álgido de la serie (T3, E11-13). La cuarta, en cambio, plantaría sutilmente una trama relacionada con la desaparición de las abejas en la Tierra y los «Four Knocks», una profecía que anunciaba la futura muerte del Doctor cuando escuchase cuatro golpes a una puerta a modo de llamada.

Para cada una de las temporadas, el Doctor renovó su plantel de coprotagonistas. Siempre con Tennant de protagonista absoluto, la serie vería la partida de Rose Tyler y la introducción de dos acompañantes en temporadas distintas: la estudiante de medicina Martha Jones, interpretada por Freema Agyeman, y la sassy Donna Noble, interpretada por la veterana Catherine Tate. Billie Piper refinó a su Rose Tyler hasta convertirla en un personaje de peso; sin embargo, muchos criticaron el viraje de Davies hacia el romance, apuntando lo problemático de una relación amorosa entre un ser milenario como el Doctor y una adolescente de 19 años. Su inevitable separación llevaría a la entrada de Martha Jones, cuya historia con el Doctor se basaría antes en un desamor provocado por el duelo del Décimo que en un romance más. Progresivamente, Davies erradicaría este elemento de la serie, un hecho que se consumó con la entrada de Donna Noble, una casi cuarentona sin interés en las relaciones amorosas («You just want to mate? You’re not matin’ with me Sunshine!») y con la mirada siempre puesta en la fascinación del espaciotiempo. Si bien las tres acompañantes tendrían cierres satisfactorios, solo Donna Noble sería objeto de adoración para los whovians. Una mujer fuerte, independiente, algo arisca, pero con un corazón de oro y una pureza que representa las mayores virtudes del ser humano. Su abuelo Wilf, brillantemente interpretado por el recién fallecido Bernard Cribbins, sería todo un descubrimiento para el fandom: un personaje bondadoso, ligeramente cascarrabias y divertido a partes iguales que cargaría con el peso dramático de la cuarta temporada.

El Décimo Doctor se vería acompañado de Martha Jones y Donna Noble durante la tercera y cuarta temporadas, respectivamente (de izquierda a derecha)

En los cuatro años que duró Tennant en el papel de Doctor, la serie encontraría por fin su modus operandi de cara al futuro: un refinamiento de la fórmula mixta entre aventuras episódicas y trama principal (fórmula que desgranamos en la primera parte de la retrospectiva) con mayores pistas y pay-offs más satisfactorios, los seriales como método para variar la fórmula con historias de mayor desarrollo y relevancia argumental, y la expansión del metraje de la serie. Ya no solo había los 13 episodios de cada temporada; Davies también introdujo la existencia de episodios especiales, historias de una hora entera (en contraposición a los 45 minutos de un episodio serializado) con temática navideña que mantenían a los espectadores pendientes de la serie durante el año de producción entre temporadas. Cada seis meses, los whovians recibían una dosis de Doctor Who, fuera una nueva temporada, un especial navideño o algún corto divertido para abrir el apetito. Entre finales de 2008 y principios de 2010, Davies empleó este método para concluir su estancia como showrunner; fueron cinco los episodios especiales que dieron fin a la era de David Tennant como Doctor.

Hablábamos de refinamiento de la fórmula de la serie. Aunque el dúo Davies-Tennant fuera una de las mayores razones del éxito de estas tres temporadas, los whovians deben mucho a los guionistas y directores. Algunos, como Euros Lyn y James Hawes, repetirían sus roles como directores en numerosos episodios a lo largo de las temporadas (a destacar «The Girl in the Fireplace» [T2, E4], el brillante díptico «Silence in the Library» / «Forest of the Dead» [T4, E8-9] y el gran final de Tennant, «The End of Time» [Especiales 4-5] para Lyn, y «The Christmas Invasion» y «School Reunion» [T2, E3] para Hawes). Otros, como Paul Cornell y Steven Moffat, harían lo propio con los guiones (Cornell con el destacable serial «Human Nature» / «The Family of Blood» [T3, E8-9]). Moffat, en especial, brindó los tres guiones más intensos, emocionales y cohesionados de toda la serie, acertando en cada nueva historia bajo su pluma: la palpable y melancólica emoción de Madam de Pompadour en «The Girl in the Fireplace», el episodio botella más valorado de todos los tiempos (con la posible excepción del magistral «The Fly» en la tercera temporada de Breaking Bad [2008-2013]) en el terrorífico e ingenioso a partes iguales «Blink» (T3, E10), y el serial «Silence in the Library» / «Forest of the Dead», una épica de hora y media que recoge las mayores virtudes de Doctor Who e introduce al personaje de River Song (Alex Kingston), un puente ideal a la era de Moffat como showrunner.

El serial «Silence in the Library» / «Forest of the Dead» ofrece secuencias impresionantes y planos cuidadosamente medidos

La regeneración del Noveno Doctor en el Décimo vino también con sangre fresca en la dirección y el guion: Graeme Harper, James Strong, Charles Palmer y Colin Teague enfocaron los mejores episodios de la serie desde una lente autoral particular: Harper se encargó, especialmente, de los grandes desenlaces de temporada, como el primer encuentro entre los Daleks y los Cybermen, y la melancólica despedida de Rose en «Army of Ghosts» / «Doomsday» (T2, E12-13) o la espectacular celebración final de la era Davies («Turn Left» y el serial «The Stolen Earth» / «Journey’s End» [T4, E11-13), además de «The Waters of Mars» (T4, Especial 3), un episodio que exploraría con pasmante acierto los peligros del poder de un Doctor enajenado. Complementaría a los grandes desenlaces de Harper Colin Teague, especialmente en la tercera temporada («Utopia» [atribuido a Harper] / «The Sound of Drums» / «Last of the Time Lords» [T3, E11-13). En cambio, Strong y Palmer abordaron seriales en mitad de temporada, a destacar del primero los emocionantes «The Impossible Planet» / «The Satan Pit» [T2, E8-9] y «Daleks in Manhattan» / «Evolution of the Daleks» (T3, E4-5) y del segundo, la exploración psicológica del Doctor en «Human Nature» y «The Family of Blood».

Para los guiones, comienzan a aparecer en el radar Toby Whithouse (el retorno de la acompañante clásica Sarah Jane en «School Reunion») y Gareth Roberts (el divertido «The Shakespeare Code» [T3, E2] y coescritor del emocional «Planet of the Dead» [T4, Especial 2]), que volverían con Moffat de showrunner. James Moran, Matt Jones y Helen Raynor se encargarían de ofrecer variedad a la serie con algunos seriales y aventuras episódicas de alta calidad: los debates morales de «The Fires of Pompeii» (T4, E2) escritos por Moran solidificarían a Donna como personaje bondadoso y crítico con el Doctor, el adictivo serial «The Impossible Planet» / «The Satan Pit» de Jones mostraría el músculo de las aventuras más desgajadas de la trama principal, y el argumentalmente relevante «Daleks in Manhattan» / «Evolution of the Daleks» de Raynor serviría para definir a la familia de Rose Tyler.

«The Fires of Pompeii» pone al Doctor en una encrucijada moral y solo con ayuda de Donna podrá llegar a términos con el resultado

Como época de refinamiento, también aquí alcanzaría su potencial el compositor Murray Gold. Con una mezcla de épica orquesta sinfónica, coros armónicos y una ligera dosis de electrónica, Gold fue capaz de exprimir las emociones de los mejores momentos de Doctor Who y elevar el resultado. Llevó a la serie la fascinación de sus acompañantes con melodiosos temas, todos variados para representar la psicología de cada personaje. Trajo al nuevo Doctor una variación del tema del Noveno, esta vez con una mezcla entre el arrepentimiento de un veterano de guerra y la épica de un hombre reformado. Acentuó el drama de la partida de Rose Tyler, el triste destino de la relación entre el Doctor y Madame de Pompadour y la beligerancia de The Master, amigo y enemigo del Doctor a partes iguales, pero también se permitió celebrar el gran final de Davies con «Song of Freedom» y reforzar la leyenda alrededor del Doctor con «The Greatest Story Never Told». Las últimas canciones de los especiales finales, desde «The Clouds Pass» hasta «Vale», son la consecuencia de un compositor en la cima de su potencial y una de las mayores razones de la apasionante despedida de Tennant.

Esta era resulta, para muchos, la destilación perfecta de Doctor Who. Russel T Davies supo escribir personajes con dinámicas complejas, perfiles psicológicos de múltiples capas y tramas principales siempre interesantes y satisfactorias en sus conclusiones. La revelación de «You are not alone» y los «Four Knocks» son momentos que impelen a levantarse del sofá y contagiarse de la épica emocional de la serie, mientras que la de «The Face of Boe» hace compartir a los espectadores la misma confusión maravillada de sus personajes. El gigante David Tennant protagonizaría, junto con un energético John Simm (de extraños parecidos con Simon Pegg) en el papel de The Master, algunos de los momentos más alocados y profundos de la Era Revitalizada de Doctor Who, y los dos finales de Tennant, tanto en la cuarta temporada como en los especiales, son todo un hito de la televisión. Edulcorados y autoindulgentes, sin duda, pero también celebratorios y encantadores. La magia de Doctor Who en esta época se encuentra en su mezcla perfecta entre la fascinación por el espacio, la rareza casi Serie B de algunas historias y la maestría narrativa de Davies y su equipo. La serie juega con los espectadores, los hace cómplices del chiste y los sorprende con personajes y tramas de notable composición.

Pero todas las despedidas son tristes, y el día de Año Nuevo de 2010 muchos espectadores dijeron adiós a David Tennant como Doctor en una secuencia de casi 20 minutos de despedida de los personajes creados por Davies, una celebración melancólica con, finalmente, una mirada hacia el futuro. Ninguno de estos personajes volvería a hacer acto de presencia en las siguientes temporadas. Era hora de dejar el pasado atrás y dar pie al siguiente dúo ganador: Steven Moffat se pondría a los mandos de la serie y el jovencísimo Matt Smith encarnaría a un Doctor renovado, de mayor dinamismo, cierta incomodidad social y vestido con una icónica pajarita roja.

 

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