Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«Shtisel» (2013): la lucha interna de la individualidad frente al sentido de comunidad judía

Tras el éxito de la serie «Unorthodox» (2020), hemos indagado en la plataforma Netflix hasta encontrarnos con otra ficción escondida sobre “Haredí”, una comunidad ortodoxa judía del barrio Geula de Jerusalén de la serie israelí «Shtisel» (2013) y que hemos podido disfrutar subtitulada en español.

Nos presenta el personaje de Akiva, un judío que, pese a estar inserto dentro de una comunidad ortodoxa donde cada una de las etapas de la vida de una persona están extremadamente marcadas por géneros y donde la duda y la incertidumbre parecen no tener cabida, se siente perdido. Pese a los numerosos intentos de su padre, Akiva no encuentra una mujer que le guste y con la que desee casarse, pero esta actitud es solamente un reflejo de toda una vida sometido a rígidas y duras normas donde el cuestionamiento, la duda, el ansia de saber o la crítica no se contemplaban como positivas, donde obedecer parecía ser la única vía y respuesta a lo que la sociedad pretendía de ellos, donde la libertad no podía existir. En una asfixiante comunidad, él se sitúa un poco en los márgenes en los que se enamora de mujeres que, según las normas, no son “adecuadas” para él, entre ellas Elisheva: madre viuda de un niño que ha sido, precisamente, uno de sus alumnos en la sustitución escolar como rabino. Akiva intenta esquivar las normas que lo atan, que le oprimen su libertad de eleción aunque también le duele desobedecer a su padre pero, pese a ello, se deja guiar por los dictados de su corazón.

Es por ello que se nos plantea un dilema muy interesante que vertebrará al personaje principal de la serie y a algunos otros: ¿cómo poder ser uno mismo frente a las duras normas de la comunidad? Es decir, ¿cómo se puede intentar cumplir con los propios deseos si éstos contradicen la “armonía” de la familia o de la comunidad? Akiva se enfrenta, entonces, a la dura decisión de seguir sus propios deseos o intentar cumplir con lo que la comunidad espera de él.

No obstante, no solamente es el amor aquello que se pone en cuestionamiento en sus veinticinco años, sino también su profesión: si bien ha trabajado como rabino sustituto en una escuela, su verdadera pasión es pintar cuadros. Con el fin de acercarse a su pasión, acaba aceptando trabajar en una tienda de venta de cuadros y obras artísticas ayudando a un supuesto “pintor famoso” que crece en Mea Shearim cuando, en realidad, este pintor famoso tiene éxito basado en una farsa: otros pintores desconocidos son los que le pintan los cuadros que él firma, llevándose todo el mérito basado en una mentira. Y es por ello que Akiva es contratado por él al encontrarse en la calle pintando.

Además, su lucha interna irá aumentando con el paso de los capítulos, estableciendo distintas dicotomías: entre el mundo religioso de su comunidad y el mundo artístico que es visto con desprecio; entre la realidad y el deseo y entre el imponente recuerdo de su difunta madre y su futura esposa. Sus pinturas son reflejo de sus propias experiencias personales: recuerdos de infancia, retratos de su madre o su prima y autoretratos. Sabe captar en ellas la grandeza de las personas en su intimidad y la complejidad que reside en los pequeños detalles.

Akiva se enamora de Elisheva, una mujer viuda

A diferencia de «Unorthodox» (2020), en esta serie no se pone en tela de juicio el pacto de fe de sus creyentes en la Torá o en la ley judía (halajá), ni se retrata la evidente represión de la mujer; precisamente el valor de la serie israelí «Shtisel» (2013) reside en la perspectiva de no juzgar a los creyentes por el hecho de serlo (aunque estemos hablando de una comunidad ortodoxa que sigue sorprendiendo en la actualidad) y ser capaz de representar los problemas de la cotidianeidad que pueden ser más comunes de lo que a primera vista parece. Estamos hablando de los problemas a los que se enfrentan los protagonistas: la pérdida de una madre y el proceso del duelo se ven perfectamente retratados en las costumbres que se han visto totalmente variadas en la vida de quienes han perdido a un ser querido; un joven desorientado que busca la dirección adecuada en su vida; el abandono familiar de una mujer y sus cuatro hijos o un padre que desea que su hijo encuentre una persona con la que compartir su vida…

Por su parte, Shúlem, el padre de Akiva, quien insiste en encontrar a una persona adecuada para su hijo, se enfrenta a la fragilidad de la senectud: al necesario aprendizaje de aceptar la soledad que deja convertirse en viudo y que, pese a que habla con ella por las noches y la añora, es incapaz de mostrar a sus hijos su dolor. La búsqueda de todos los personajes acabará con un punto en común como propósito último: la búsqueda de la familia como entidad sagrada para el judaísmo, pese a que eso suponga buscar en recuerdos (en el caso de Shúlem) y en ilusiones y proyecciones de encontrar una mujer y formar una familia (en el caso de Akiva).

 

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