Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Sobre Koreeda (X): «Our Little Sister» (2015) o las utopías afectivas

Pueda darse el caso de que quien entre en el universo particular del cine de Koreeda llegue a opinar que en el centro de todas sus películas hay un principio de redundancia. Y, en cierta forma, esa persona no erraría el tiro. Durante este ciclo, que ya cuenta con diez meses de recorrido, hemos ido viendo como cada una de los trabajos que publica el director nipón suponen una actualización de la base coral de sus ideas, esto es, la familia. Llevar a cabo un recorrido sería harto complicado, pero baste recoger algunos de sus filmes más representativos para llevar a cabo una pequeña recopilación de cómo esas ideas han ido reformulándose con el tiempo. Si cogemos, abriendo paréntesis, su primera película, Maborosi (1995), y uno de sus últimos trabajos reseñados en este periodo que llevamos para cerrar paréntesis, como podría ser Like Father, Like Son (2013), vemos cómo la idea de familia ha pasado de una soledad melancólica e hiriente a una dinámica de familia encontrada en la que el cariño se formula más allá de lo putativo. Por supuesto, durante este continuum hemos pasado por la construcción cultural de la familia más allá de la unión de sangre, cosa que sucede en Distance (2001), o por cómo las distancias no significan nada si hay un intenso deseo de reencontrarse, como sucede en Kiseki (2011). De esta manera, Koreeda va explorando cómo la idea de lo familiar va creciendo a lo largo de los años para seguir sacando ramas y más ramas que aumentan paulatinamente la copa de un concepto que nunca debería haberse limitado a una concepción tan restringida como la que se le ha dado tradicionalmente. Así pues, podemos llegar a entender que, más que una redundancia, lo que habita en el seno de las películas de este director es una insistencia constante en investigar cuáles son los elementos vitales que nos conectan los unos con los otros. En un ejercicio ejemplar dentro de esta línea en particular, su décima película de ficción, Our Little Sister (2015), busca redondear estas dinámicas a través de la historia de las hermanas Koda —Sachi (Haruka Ayase), Yoshino (Masami Nagasawa) y Chika (Kaho)— que tras la muerte de su padre se dan cuenta de que tienen una hermana pequeña, Suzu (Suzu Hirose). Como siempre suceden en estos análisis, atención spoilers.

Perdonar, perdonarse: Nuestra hermana pequeña, de Hirokazu Kore-eda – Tiempo de Cine
De izquierda a derecha: Sachi, Suzu, Chika y Yoshino durante la celebración de la floración de los cerezos, conocida en Japón como «hanami».

Como adelantábamos en el párrafo introductorio, la película insiste en uno de los temas estrella de Koreeda desde Distance: la familia encontrada, no putativa. Lo que interesa de este hincapié que lleva a cabo el director en cada una de sus películas desde el momento indicado es cómo lo plantea y lo actualiza. En el caso de Our Little Sister, en lo que a nivel superficial se refiere, la idea de esta nueva familia encontrada se manifiesta a través de lo que podríamos considerar una suerte de «trueque» entre el padre ausente fallecido y la nueva hermana descubierta. Parecería darse, por lo tanto, una especie de cambio «equivalente» o compensatorio en el que una vida se intercambia por otra. Sin embargo, las circunstancias contextuales alrededor de cada uno de estos individuos nos lleva a una lectura algo más harmoniosa. El padre de las hermanas Koda lleva 15 años sin hacer acto de presencia en sus vidas. En un momento dado, decidió marcharse con otra mujer —siéndole infiel a su esposa, madre de las hermanas— y comenzar una nueva vida sin ellas. Es, por tanto, una figura construida desde la negatividad y, si se quisiera ver así, el antagonismo. Supone un punto oscuro en su historia, haciendo de su pérdida una situación todavía más complicada por inconcreción emocional de lo que sería en circunstancias normales. Desde esta perspectiva, resulta a todas luces incorrecto considerar la entrada de Suzu, la hermana descubierta, en sus vidas como un intercambio equivalente, más que nada por su presencia en la historia responde más a un principio de luminosidad que a algo construido en lo emocionalmente crepuscular. El personaje de Suzu es alguien bienvenido en sus vidas, tanto que Sachi, en un arranque de educada y compasiva espontaneidad, la invita a venirse con ellas a Kamakura, enclave en el que comparten vivienda las tres. De esta manera, Suzu aparece en las vidas del resto de las hermanas Koda como un personaje localizable en una misteriosa concordia que, en ocasiones, esconde más enigmas de los que debería esconder una adolescente de su edad y plantea algunos límites de conocimiento para Sachi, Yoshino y Chika, pero que en ningún momento estos límites se ven amenazados por una transgresión forzosa. Suzu es también un personaje doliente que se ha visto arrastrada a la vorágine de descubrimientos afectivos que ha dejado tras de sí el fallecimiento de su padre.

Review: 'Our Little Sister,' or What We Found at Dad's Funeral - The New York Times
Suzu encuentra en Futa, personaje interpretado por Oshiro Maeda —a quien ya veíamos actuando como uno de los dos hermanos en «Kiseki», la octava película de ficción del director—, un fiel amigo y confidente de su edad que le sirve de anclaje a su mundo naturalmente adolescente.

Y es que Our Little Sister, a pesar de algunas de las coordenadas en las que se sitúa la película —como esa muerte paterna—, se construye sobre una base luminosa, pacífica y sosegada en la que cualquier turbulencia se resuelve felizmente a través de la, en este caso, sororidad que conforman las cuatro hermanas. Para restarle algo de idealismo a su historia, Koreeda añade algunas riñas entre hermanas que buscan representar de forma algo más realista las relaciones familiares. Son depositarias de estas dinámicas, sobre todo, Sachi y Yoshino, las dos hermanas mayores, que tienen algún que otro encontronazo a raíz de sus vidas personales y de la relación que tienen. Aun así, la mayoría de estos momentos que podríamos considerar de «choque» no trascienden en nada mayor que un pequeño lapso de la tónica positiva y edificante general. E incluso aquellas peleas que tienen algo más de desarrollo argumental no tardan en verse resueltas de forma concordante por ambas partes implicadas. Koreeda, aun reconociendo la necesidad de realismo en su historia —un elemento del que nunca ha parecido desgajarse, demostrando que, sean cuáles sean las circunstancias se manifiesta como un director comprometido con la salud social e histórica de su país—, también sabe ver que mantenerse demasiado en tónicas discordantes podría provocar un viraje de su historia hacia derroteros menos deseables. Dentro de la esencia que nos plantea la película desde el comienzo, estas peleas entre hermanas se ven incluso desde una luz atractiva al plantearse como pequeños momentos cómicos. Esto no hace otra cosa que acentuar la clara construcción utópica que sucede, primero, alrededor del espacio que habitan las cuatro hermanas —casa que, anteriormente, pertenecía a sus abuelos— y, segundo, alrededor de la propia naturaleza ideal de su relación. Ambas esferas, que a pesar de que las separemos no dejan de pertenecer al mismo contingente de mecánicas narrativas, convergen para asegurarse de configurar un remanso de paz y liviandad en el que todo fluye y nada pesa. En la vida de las hermanas Koda, hay espacio para la contemplación, la comprensión, el entendimiento y, en definitiva, lo constructivo.

🎬 on Twitter: "our little sister (2015), dir. hirokazu koreeda. https://t.co/LZiuP99dlF" / X
La sororidad que representan las relaciones entre estos cuatro personajes es un tema esencial para la buena salud argumental de la película.

En ocasiones, ciertas vivencias parecen venir destinadas a truncar estos idealismos y a llenarnos de pesar. La muerte, siendo una de las más cargantes y más comunes experiencias que pueden compartir los seres humanos, se cierne sobre los personajes de Our Little Sister como una sombra que se alarga a lo largo de toda la película. Al fin y al cabo, el filme comienza con la muerte de su padre y termina con el fallecimiento de la entrañable Sachiko (Jun Fubuki), regente de un restaurante y personaje que ha permanecido constantemente presente en la vida de las hermanas. El desarrollo argumental —de naturaleza laxa: apenas hay algo que pudiéramos llamar historia desde una perspectiva más bien tradicional—, podría asegurarse sin demasiado miedo a equivocarse, se construye en el intersticio candente de dos grandes paréntesis que sacuden la vida y la elevan a cotas dolientes, tortuosas, pero eminentemente reales e inevitables. Como no es de extrañar en las películas de Koreeda, en esta misma línea habita una enseñanza: la vida puede construirse alrededor de circunstancias indeseables, turbulentas, que recogen el corazón y lo machan con su insistente marcha de dolencias y heridas. Sin embargo, no por ello debemos dejar de, en este caso, disfrutar del florecimiento de los cerezos o del licor de ciruelas, «aparentes nimiedades […] [que] sirven para apuntalar [la fraternidad entre hermanas] a la vez que desencadenan sus memorias íntimas» (Muñoz Garnica 2022, 278). A pesar de la sombra alargada de la muerte, no podemos negligir nuestras relaciones personales y culpabilizarnos por los momentos de felicidad que, con suerte, experimentaremos a lo largo de nuestra vida. Más bien, todo lo contrario. La presencia de la muerte como punto y final implica una llamada urgente a enfatizar esa vertiente hedonista y a crear una historia propia de la que podamos sentirnos orgullosos a la hora de marcharnos. No por bulliciosa, ni tampoco por salvaje, sino, simplemente, porque la hemos vivido con ganas y nos ha llenado en los momentos en los que resultaba necesario. De esta manera, los paisajes y espacios que Koreeda filma en Our Little Sister vienen cargados con una melancolía notable, pero en ningún caso artificial. Koreeda mostró una marcada insistencia en rodar determinados segmentos de la película en su época pertinente, incluso si eso implicaba un alargamiento indeterminado del proceso de grabación (Muñoz Garnica 2022, 277). Quería que las emociones de las escenas mostradas se correspondieran lo máximo posible con el universo físico de los personajes, alejándola del deliberado atrezo nostálgico de su segunda película, After Life (1998), para situarla en unas coordenadas de inmediatez que precisamente fundamentan esa idea que delineábamos anteriormente: la creación de recuerdos, hecho que supone tanto la justificación, como la aceptación y superación de la muerte. Toca, tras estos momentos, seguir adelante con la vida.

OUR LITTLE SISTER | Lumière
Senichi (Lily Franky) y Sachiko (Jun Fubuki) interpretan a un adorable matrimonio que regenta un restaurante de la zona.

Eso es lo que hacen las cuatro hermanas protagonistas: aceptar las circunstancias y seguir adelante. Una vez salimos del paréntesis, no cabe duda de que vamos a iniciar de nuevo el ciclo y de que algunas situaciones se van a repetir. Quizás sea la tía abuela, interpretada por una siempre maravillosa y eterna Kirin Kiki, o la madre, traída a la vida por Midoriko Kimura. Pero tampoco debemos enfocarnos demasiado en esas coordenadas, pues la vida no siempre cumple con una lógica preestablecida por el entendimiento humano. Debemos manifestarnos como las cuatro hermanas en la foto de portada de esta entrada: juntas, abrazadas, mirando al horizonte. Todo un símbolo de preparación para lo que todavía queda por venir. No cabe duda de que van a estar preparadas para cualquiera que sea la inclemencia que les tenga que venir encima. Nunca nos cansaremos de proclamar a Hirokazu Koreeda como uno de los grandes humanistas del cine contemporáneo, sobre todo si lo que nos brinda con su trabajos son estos oasis contemplativos, continentes de enseñanzas e invitaciones a la tranquilidad y al sosiego. Our Little Sister quizás se construya, en parte, como una utopía en el que la concordia parece venir dada por hecho y la ligereza forma parte del estado natural de las cosas, pero tampoco uno debe desesperarse ante lo inalcanzable del ideal. La vida de estas cuatro hermanas es una de un mar infinito de posibilidades. Y cada uno tiene que vivir la suya, incluso si Morrissey, con su «William, It Was Really Nothing», lo dice llevando la desidia por bandera.


MUÑOZ GARNICA, M. (2022). Hirokazu Koreeda. Madrid: Cátedra.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *