Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«The Thick of It» (BBC, 2005-2012): la poesía del insulto y la incompetencia del político

En los últimos cinco años, Succession (HBO, 2018-2023) ha estado en boca de todos. De la mano del siempre acertado criterio de HBO, la serie ha cosechado millones de fans por la sagacidad de Jesse Armstrong y su equipo en la redacción de los guiones. Es, al fin y al cabo, un hito de la televisión en la configuración de un elenco de personajes oportunistas, descarados y malhablados, con algunas líneas de diálogo que hacen del insulto un arte meticuloso. Succession, por supuesto, no existe en un vacío; otras series anteriores iteraban sobre el clásico grupo de personas tan poderosas como deleznables con marcado éxito. Su predecesor más claro: Armando Iannucci, colega de Jesse Armstrong y creador de la icónica Veep (HBO, 2012-2019), como también de una de las series de comedia británica por excelencia, The Thick of It.

Las obras de Iannucci, coescritas en su mayoría con Armstrong, comparten con Succession características muy similares. Indicativo de ello es la premisa de The Thick of It: a modo de Cabinet Office ficticia, el gobierno británico crea un nuevo departamento (el DoSAC o «Department of Social Affairs and Citizenship») para supervisar las acciones del resto bajo las órdenes del Primer Ministro. En él se reúnen los mayores canallas de la política británica, bajo la atenta mirada del iracundo Malcolm Tucker (Peter Capaldi), con tal de asegurar o limpiar la imagen pública de los políticos en los distintos avisperos que abren durante sus comunicaciones abiertas o las no pocas filtraciones de la prensa.

A lo largo de cuatro temporadas de episodios de media hora y tres especiales que hacen de puente entre la segunda y tercera temporadas, el reparto se compone de varios integrantes del DoSAC: Hugh Abbot (Chris Langham) como ministro al mando, Glenn Cullen (James Smith) como un veterano asesor especial, Ollie Reeder como un joven asesor político y Terri Coverley (Joanna Scanlan) como secretaria de prensa. En los primeros seis episodios (temporadas 1 y 2, de tres episodios cada una), surgen todo tipo de situaciones que hacen las veces de sátira y paralelo con nuestro mundo: un intento de conectar con el vulgo que lleva a situaciones caóticas por la hipocresía de los políticos involucrados, el tapadillo de una casa vacía perteneciente al ministro del DoSAC para evitar revuelo público ante la insuficiencia inmobiliaria o un lavado de cara tras la filtración de un correo ofensivo enviado por error a una niña de ocho años son el pan de cada día en el DoSAC. Solo una cosa une al departamento: la incompetencia para con las obligaciones de su trabajo y su absoluta dependencia en el arte del engaño y la manipulación.

El reparto principal de la serie (de izquierda a derecha): Terri Coverley, Ollie Reeder (detrás), Nicola Murray (Rebecca Front), Glenn Cullen y Malcolm Tucker

Si bien Hugh, Glenn, Ollie y Terri son gran parte del reparto de The Thick of It, la realidad es que todos palidecen en comparación con su auténtica punta de lanza: Malcolm Tucker. Debatiblemente en el mejor papel de su carrera televisiva (este mismo mes ofreceremos una posible contraargumentación con su Duodécimo Doctor en la mítica Doctor Who), Peter Capaldi hace de Tucker el icono de la serie. Mordaz, maestro del spin (la manipulación de la propaganda política) y con la intensidad de un escocés rabioso, Malcolm posee los rasgos esenciales para protagonizar una serie basada en la más baja estofa de la política. Es aquí donde más brillan los diálogos escritos por Iannucci y Armstrong, de donde este segundo refinaría el arte del insulto en Succession; la violencia verbal de Tucker, en ocasiones bordeando la verborrea, forma ya parte del diccionario de insultos más creativos de Inglaterra. No hay una sola frase de diálogo exenta de ellos; donde hay un Malcolm, hay una sarta de «fucks».

Iannucci elevó el insulto a una cualidad casi poética donde la risa proviene no tanto del improperio como de la fascinación ante la creatividad del imaginario conceptual en la lengua inglesa. En ocasiones, es un juego de palabras («He’s so dense that light bends around him»); en otras, una comparación humillante («He’s as useless as a marzipan dildo»); frecuentemente, un improperio disfrazado de referencia pop («I’ve got a to-do list that’s longer than a fucking Leonard Cohen song!»), y, las más de las veces, un comentario inesperado con un giro conceptual («No no no, please don’t get up, I’m not Viagra.» o «Sorry I’m late, traffic was an absolute bitch. No offence, Robyn.»). The Thick of It se recrea en sus insultos, en su falta total de restricciones para la incorrección política.

En 2009 (entre la tercera y cuarta temporadas), el propio Iannucci dirigió y guionizó una película ambientada en el mismo universo de The Thick of It: In the Loop, cuyo título proviene de la icónica frase de Malcolm «I am not in the loop. I am the loop». Si bien Capaldi repite en el rol de Malcolm Tucker, ni el DoSAC ni los personajes son los mismos. Extrañamente, aparecen la mayoría de los actores de la serie en los mismos roles, pero con diferentes nombres y sin las experiencias de las temporadas anteriores

El arte del insulto forma únicamente la mitad del atractivo de la serie. Encontramos la mitad restante en su trabajo temático. La catarsis de una serie donde todos los personajes son sacos de boxeo que devuelven los golpes a cada oportunidad, villanos sin escrúpulos ni redención y ególatras incompetentes, se halla en la justicia poética que acompaña a cada episodio. Ninguno de los políticos termina bien; una vez destruida la imagen pública, el resto es historia. Algunos son arrestados, otros humillados por el pueblo o la prensa, muchos despedidos y exiliados de la política. Durante las primeras temporadas, presenciamos la caída de Hugh Abbot como ministro hasta su desaparición de la serie (motivada, mayormente, por el arresto real de Langham en posesión de pornografía infantil); en la tercera, la ruptura de la relación tóxica de Ollie y Emma Messinger (asesora especial de Peter Mannion); entre la tercera y la cuarta, la autohumillación y caída absoluta de la nueva presidenta, Nicola Murray; en el gran final de dos horas de la serie (T4, E5-7), todos los personajes se demuestran incompetentes ante la justicia y son obligados a testificar en contra de sus compañeros para salir impunes y, así, granjearse un odio colectivo.

En The Thick of It, no demasiado alejada de la realidad, los políticos apenas resultan figurantes de sus puestos y solo buscan el beneficio propio. Manipulan el discurso político, hacen promesas vacías y, una vez en el poder, muestran una incompetencia total para el trabajo por su avaricia y desinterés en cuestiones estatales. En el segundo y más relevante de los especiales («Spinners and Losers») que conectan las temporadas segunda y tercera, The Thick of It nos invita a vivir una ajetreada noche en el DoSAC, un tumulto político donde todos los personajes, tramas y dinámicas presentadas hasta el momento confluyen en una muestra de las auténticas lealtades de cada miembro involucrado. Todos buscan un futuro ministerial a su gusto y, para ello, llegan a lo más bajo como personas para alcanzar lo más alto en la deshumanizada política. Algunos hacen de modernos Nerones, tocando la lira mientras ronda el caos en el DoSAC; otros hacen del insulto y la manipulación su forma de encarar el cambio de ministro; las secretarias son víctimas del vaivén de opiniones de las altas esferas a medida que cambian lealtades.

Para cubrir la ausencia de Langham y renovar la serie para más temporadas, Iannucci amplió el reparto con la Oposición Oficial, formada por Phil Smith (el cómico Will Smith), Emma Messinger (Olivia Poulet), Peter Mannion (Roger Allam) y Stewart Pearson (Vincent Franklin). También añadió personajes en la periferia del DoSAC

A pesar de lo deleznable de todos los personajes, y sin necesidad de ser un personaje positivo, uno crea un cierto afecto hacia Glenn Cullen entre toda la miasma que lo rodea. Es siempre el objeto de burla del departamento, humillado por todos y apenas agente de su propio trabajo. Muchas veces toma las decisiones incorrectas y, alguna que otra, incluso hace de detonante para las tramas más caóticas del DoSAC. No obstante, también es aquel que, no exento de patetismo, echa en cara a todos los demás su desinterés por el pueblo en favor de un egocentrismo barato, y también es quien, tras el suicidio de un hombre inocente por la incompetencia de las altas esferas, recuerda en mitad de las bromas del resto que un hombre ha muerto y que debería pesar en su consciencia más de lo que pesa en la suya propia. Glenn es patético, pero también el vehículo de los creadores para criticar directamente las injusticias de la política y sus representantes. Protagoniza las escenas más demoledoras de la obra.

De entre todas las series sobre política, The Thick of It puede permitirse uno de los galardones más altos. Es mordaz sin llegar a la ofensa personal; satírica sin alcanzar la obviedad y divertida sin obviar sus motivaciones temáticas. Su mensaje era tan potente en 2005 como en la actualidad, y su visionado puede hacer las veces de pañuelo para las lágrimas a causa de la disfuncionalidad gubernamental del primer mundo y de divertimento para todos aquellos que hayan encontrado en el humor la mejor forma de encarar las injusticias de la política. La catarsis tiene nombre: Malcolm Tucker recibiendo su merecido. Tarde o temprano, todo se descubre.

 

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