Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Once Upon a Time in Quentin’s Mind (7): «DEATH PROOF» (2007)

Grindhouse es un término referido a unas salas de cine donde se solían hacer sesiones dobles e incluso triples de películas de géneros exploitation, blacksplotaition y sexploitation, géneros cinematográficos donde había gran cantidad de violencia macabra y erotismo que estaban dirigidos a un público específico y reducido que gozaba viendo estas películas sobre apocalipsis, monstruos, zombies y demás situaciones pesadillescas.

En el año 2007, los ya viejos amigos Robert Rodriguez (director de obras como Sin City(2005) o From Dusk Till Down(1996)) y Quentin Tarantino se unieron para crear un homenaje a estos lugares con Grindhuse, una producción cinematográfica formada por dos películas, Planet Terror, dirigida por Rodriguez, y Death Proof, dirigida por Tarantino.

A pesar de pertenecer al mismo proyecto, Planet Terror, obtuvo peor crítica que la cinta de Tarantino, que, aunque sea catalogada como una de sus peores cintas (dentro de la pulcritud de toda su filmografía) junto a la infravalorada Jackie Brown, es sin ninguna duda una grandísima película de terror que, como toda producción del director de Pulp Fiction, homenajea a grandes títulos anteriores a la vez que otorga su propia marca de clase, creando un juego propio, una reinvención.

Stuntman Mike (Kurt Russell) rompe la cuarta pared antes de asesinar a sus víctimas.

Death Proof nos cuenta la historia de un doble de acción llamado Stuntman Mike, interpretado por un fascinante Kurt Russell que Tarantino recupera de títulos de culto como Big Trouble in Little China(1986) o Escape From New York(1981), ambas del genio del slasher John Carpenter, donde aparecía Russell como el héroe de la cinta, papel que se le arrebata en la de Tarantino para convertirse en un depravado acosador y asesino de jóvenes. Stuntman Mike no es ningún tipo de monstruo (en el sentido estricto de la palabra) a diferencia de los villanos que solían aparecer en películas proyectadas en los grindhouse, sino que es otro de los muchos humanos a los que hostigar mujeres les parece, tristemente, algo disfrutable, como si de un juego inofensivo se tratase. Entonces, el papel que toma este personaje es el de una persona monstruosa y macabra, que se mueve con su coche como símbolo de dominancia y empoderamiento, su arma personal, acercándose a sus víctimas, observándolas en silencio, como un tiburón en el mar, que en su caso es la carretera.

El filme sigue una estructura clásica propia del slasher donde se nos presenta en primer lugar un grupo de chicas que han quedado en un bar de carretera para reunirse con unos amigos: las víctimas de presentación, que sirven narrativamente para desvelar el modus operandi del villano. En esta primera parte, resaltan varios hechos que suponen una reinvención a esta estructura propia del slasher, como el de que, en vez de mostrar rápidamente el asesinato de las chicas, Tarantino hace que tarden bastante en morir dejándonos conocer a cada una de ellas, sus aspiraciones y sus flaquezas, para que sus muertes nos dejen un aun peor sabor de boca, que es rematado con la repetición del siniestro, no una ni dos veces, si no cuatro, una repetición que se centra en cada una de las chicas, sus miradas, sus gestos antes del accidente, y la demacración de sus cuerpos post mortem. Todo este “regocijo” macabro servido por Stuntman Mike, quien en vez de respetar los preceptos clásicos del slasher que dictaminan que el villano debe aparecer en muy pocas ocasiones, casi siempre sin vérsele el rostro, o que directamente no debe aparecer hasta la segunda mitad de la cinta; Mike se muestra completamente, siguiendo a las chicas con su coche, aludiendo, quizás, a su manera, a Travis Bickle siguiendo con su taxi a la joven Iris en Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976), pero en vez de ser un antihéroe como en la película del director neoyorkino, aquí, la figura de Mike, se torna en un ente maligno, fantasmal, que no duda en mostrarse comiendo nachos en un bar donde a sus espaldas beben cócteles sus inocentes víctimas, interactuando con los miembros del local e incluso con las chicas que pronto asesinará.

Si en esta primera parte se retrata a Stuntman Mike como un macabro invicto e invencible, en la segunda parte será retratado como un loco, o más bien como un crío humillado por las verdaderas protagonistas de la historia: un grupo de cuatro chicas que trabajan en la industria del cine, la inocente e ingenia Lee, la protectora Aberthany y las valientes y alocadas Kim y Zöe, esta última interpretada por Zöe Bell, la doble de acción de Uma Thurman en Kill Bill, que Tarantino decide mostrar en la gran pantalla en esta obra que tanto gira sobre el papel de los dobles de acción.

El séptimo de caballería de Death Proof, las jóvenes que no dejarán que Stuntman Mike se cobre más víctimas sin castigo.

A estas chicas las vamos conociendo en profundidad (igual que a las anteriores jóvenes de la primera parte) viendo como Stuntman Mike se decide por ellas marcándolas como sus próximas víctimas. No obstante, en esta ocasión, el gato se tornará en ratón y el ratón en el gato. Nuestro despreciado doble de acción probará de su propia medicina en una gran persecución por la carretera llena de acción, que culminará (Spoiler Alert) con la victoria de las chicas y la muerte de Stuntman Mike.

Como vemos, la cinta está cargada de adrenalina. Cada aspecto técnico del filme destaca notablemente, un montaje que a pesar de chirriar en alguna toma, remonta en las escenas de acción donde planos cortos y rápidos mantienen al espectador completamente pegado a la pantalla; una fotografía que rescata estéticas de otros géneros de terror como el gialo italiano; una edición de sonido muy cuidada y una dirección y guión tremendo; y por supuesto unos efectos especiales sublimes que le dan a la cinta su verdadera esencia.

Puede ser que Death Proof tenga una muy dura competencia entre la filmografía de Tarantino, donde es eclipsada por títulos como Pulp Fiction, Kill Bill o Inglourious Basterds, pero sin ninguna duda, es una gran cinta de terror con momentos brillantemente realizados.

 

 

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