Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

#CloneClub, Darwin y el posthumanismo. Orphan Black

 Una joven está en el andén de una solitaria estación de tren, parece preocupada y previsiblemente huye de algo o de alguien. Otra mujer, también joven, se acerca a un letrero luminoso, deja su bolso en el suelo y se descalza; evidentemente el espectador intuye sus intenciones que no son otras que las de lanzarse a las vías al paso del tren, cosa que sucede. La joven preocupada comprueba con estupor que la suicida y ella son físicamente idénticas de manera que decide suplantar su personalidad: Sarah Manning se convertirá, sin ella saberlo, en la detective Beth Childs. Sin embargo, este inicio, sin duda un magnífico comienzo para una serie en el más puro estilo de la ficción criminal, se transformará en una compleja narración en la que el espectador y la propia Sarah se sumergirán en un argumento paranoico en el que la imagen de la joven y la de la actriz que la interpreta (Tatiana Maslany) se multiplicará sistemática y literalmente en estructuras especulares. Porque el mundo de Orphan Black es un mundo de clones.

Lejos de la construcción de argumentos y estéticas típicas del género de la ciencia ficción y utilizando clichés de otros géneros audiovisuales (como la ya mencionada ficción criminal a la que se añadirán la sitcom, el dramedy, el género de acción y las narrativas conspirativas), la serie creada por John Fawcett y Graeme Manson, producida por la BBC América y estrenada en 2013, propone un laberinto kafkiano en el sentido estricto del término donde lo cotidiano y familiar se convierte en secreto, oscuro, inquietante, monstruoso y absurdo; es decir, se convierte en una pesadilla. Orphan Black presentará a lo largo de sus tres temporadas (la tercera de ella recientemente estrenada en Estados Unidos) argumentos posthumanistas cuestionando no solo la identidad individual (¿quién soy yo en realidad?) como base de los guiones, sino también planteando la incidencia de la ciencia actual  -y su contrapunto religioso y moral-  en la construcción de una posible nueva raza o en la construcción de nuevas formas de entender la evolución de la humanidad con el clon como el último eslabón de la misma. No en vano todos los episodios de Orphan Black llevan como título conceptos desarrollados por Charles Darwin en su libro El origen de las especies publicado en 1859, como tampoco es gratuito que el director de la Fundación Dyad y representante de la nueva tendencia científica de la experimentación genética Neolution se llame Aldous Leekie en una perfecta combinación de nombres entre Aldous Huxley, autor de la novela distópico-eugenésica Un mundo feliz de 1932 y la familia de paleoantropólogos formada por Louis, Mary y Richard Leakey descubridores de los primeros eslabones de la evolución humana en 1959. No en vano la experimentación genética con resultados sorprendentes ocupa buena parte de las investigaciones contemporáneas, incluyendo los avances en la clonación desde parámetros clínicos y éticos.

Así, a lo largo de las tres temporadas de la serie y de manera gradual, espectadores y personajes se irán encontrando con los/sus clones  -femeninos en las dos primeras temporadas como parte del Proyecto Leda y masculino en la tercera como parte del Proyecto Cástor– que servirán para establecer un fresco de las facetas de su propia identidad como individuos por una parte y como miembros de  una estructura genética común que los une y que el entorno en el que han vivido ha matizado: Alison Hendrix será una soccer mom-desperate housewife un tanto irracional, histérica y leal con un sentido ultraprotector hacia sus hijos adoptados y su familia clónica; Cosima Niehaus, la científica nerd, tendrá un alto sentido de la justicia y desarrollará de manera apasionada sus investigaciones sobre el ADN descubriendo la secuencia de clonación utilizada y sus defectos; Rachel Duncam, el proclon, crecerá en un entorno artificial de laboratorio que la convertirá aparentemente en maquinal, manipuladora y controladora pero que falseará su auténtica naturaleza emocional; finalmente, Helena, el angry angel-guardian angel del grupo, hermana biológica de Sarah y comedora insaciable educada en el seno de una secta religiosa que la convertirá en una máquina de matar clones como aberraciones de la voluntad divina, pero que, finalmente,  protegerá a su nueva familia por encima de todas las cosas incluida su propia vida.

Personajes unidos por el amor y la protección y por un nombre propio, la actriz Tatiana Maslany quien, en un inmenso trabajo interpretativo, da vida a todos y cada uno de los personajes, incluidos los clones previos que han muerto antes del inicio del argumento central. Un trabajo interpretativo, un trabajo técnico y un trabajo de preparación actoral al que no es ajeno la actriz Kathryn Alexandre como imagen del movimiento de Maslany en la serie. Para muestra un botón.

Mucho podríamos hablar de Orphan Black: de su relación con la eugenesia, de los avances científicos y las investigaciones actuales en la formación/construcción del soldado perfecto e inmortal, del interés ideológico y político en el desarrollo de la clonación, del debate sobre la identidad de género en su sentido más amplio, de la pugna entre la ciencia y la religión, de los experimentos ocultos a la opinión pública que afectan a nuestra vida diaria o pueden afectar en un plazo más o menos corto de tiempo y que implican un cambio radical en la concepción del ser humano. Posiblemente muchos de ellos deberían relacionarse con hipotéticas y no demostrables teorías conspirativas. También podríamos referirnos a una multiplicación narrativa de las suplantaciones de personalidad por parte de los personajes, un nuevo ejercicio de malabarismo para la actriz Tatiana Maslany;  y a la creación de mitologías en el sentido estricto del término en la serie. O podríamos comentar la irregular relación entre el éxito de crítica de la serie y la escasa incidencia en premios relacionados con la industria de la televisión como los Emmys; y con las polémicas suscitadas entre los actores por el hecho de que un mismo actor/actriz dé vida a un número tan elevado de personajes con claras repercusiones laborales y gremiales.

Todos ellos son aspectos que extenderían excesivamente este post. Sin embargo, sí queremos mencionar el enorme papel del fandom de Orphan Black, sin duda uno de los más activos en la actualidad y que, a través de las redes sociales han convertido a la serie en una serie de culto incluso en países, como es el caso de España, en los que no se ha emitido todavía.

Por todo ello, larga vida a Orphan Black, a Tatiana Maslany y al #CloneClub

 

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