Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Reseña: «Phallic Panic. Film, horror and the primal uncanny» (Creed, 2005)

“Monsters continue to play an active and important role in the contemporary popular imagination” (Creed, 2005: vii)

La premisa inicial de las aportaciones de Creed radican en la construcción de lo “uncanny” en relación del renacimiento de lo reprimido, es decir, en el resurgir de lo reprimido en el cine de terror y, concretamente, en la figura del padre y la castración femenina que conecta con las tesis psicoanalíticas y la teoría freudiana. Lo reprimido, aquello que ha sido escondido o velado nos remite, según el planteamiento de Creed, al resurgir de la muerte relacionada con la figura monstruosa masculina que propone como “the primal uncanny “that is, woman, the animal and death” (Creed, 2005: vii), es decir, la muerte, lo animal y el cuerpo materno/maternal.

Creed explora a lo largo de sus páginas las diversas representaciones del monstruo masculino: de su cuerpo, de su apariencia, de sus deseos y de sus acciones en relación con la muerte, entendiéndolo como metáfora de las ansiedades de la sociedad contemporánea. Las distintas materializaciones monstruosas se van exponiendo y analizando a lo largo de los distintos capítulos como vampiro, hombre lobo, científico loco o fantasma. La muerte, lo animal y el cuerpo materno/maternal designa la figura del “Otro” en tanto que no son elementos que encajan dentro de lo que pueden designarse como lo simbólico masculino que se dibuja como el horror fálico.

En ese sentido, cabe tener en cuenta el recorrido histórico desde Aristóteles en la conceptualización de la mujer en tanto que el “otro” en relación a la norma que representa el género masculino, tesis apoyada siglos posteriores por la Iglesia Católica en el tratado The Malleus Maleficarum (1484) según el cual las mujeres constituían “desviaciones monstruosas” de las normas y la moral masculina, entendida como “la norma”, llegando incluso a posicionarla como más susceptible para convertirse en “bruja”, es decir, el monstruo femenino sobrenatural por excelencia, tal y como sostienen las palabras de Creed (2005: x): “Whereas Aristotle defined female monstrosity in terms of a variation from the (male) norm, the Church defined female monstrosity in relation to woman’s sexual appetites”.  De igual modo, su monstruosidad ha sido asociada a su capacidad “creadora” y “procreadora” de “monstruos”, de fetos monstruosos cuyo imaginario se ha visto representado a nivel fílmico en películas como Rosemary’s baby o The Brood.

Sin embargo, los monstruos por excelencia creados por el imaginario gótico han sufrido transformaciones adaptándose a las ansiedades contemporáneas y asumiendo características propias del contexto socio-histórico en el que se insertan. En ese sentido, Frankenstein puede ser convertido en ciborg (RoboCop, de Vernhoeven), el científico loco en un científico molecular (The Fly, de Cronenberg) o el personaje del doble puede ser materializado en dos ginecólogos gemelos (Dead Ringers, de Cronenberg).  Todos ellos comparten en común su asociación con el cuerpo materno y sus poderes gestantes para albergar, supuestamente, la monstruosidad, relacionándolo con el “primal uncanny” y el simbolismo asentado en las figuras maternales. Así pues, “a number of transfromative monsters either asume characteristics associated with the maternal body- specifically the womb- or they attempt to usurp the powers of the womb. The male monster’s association with the womb demonstrates a powerful instance of the workings of the primal uncanny” (Creed, 2005: xiii).

Asimismo, el cuerpo materno como constructor no solo de la monstruosidad sino como generador del horror a partir de las tesis freudianas puede funcionar también como analogía del motivo de la casa encantada como cliché del género: “The haunted house in many horror films is linked to woman and the uncanny womb”.

A tal respecto, Creed (2005: xv) nos permite establecer una definición un poco más precisa del “primal uncanny”, asociada a la figura maternal más “primitiva” que radica en los orígenes naturales: “The uncanny monstrous male is in many instances akin to a folkloric and mythical shape-shifter who, as he transforms from one state to another, uncovers secrets about man that ¡ought to other’. Since the classic male monster, in order ro challenge the phallocentric symbolic from within, is aligned with the realm of the feminine, the animal and death, to some spectators he is a repulsive, threating beast, to others a creature who signifies rebellion and change”.

De este modo, a lo largo de los distintos capítulos Creed va explorando las diferentes transformaciones de la figura masculina monstruosa en el cine de terror cuya ambigüedad se asocia, irremediablemente, a la figura de la mujer, lo animal y la muerte como límites opuestos del orden simbólico masculino y falocéntrico de la civilización y el lenguaje después de los dos primeros capítulos teóricos introductorios. Estas materializaciones se dan en la figura masculina como monstruo posthumano desde Frankenstein (capítulo 3); en la figura masculina como monstruo menstrual a partir de Drácula (capítulo 4); en la figura del hombre lobo freudiano (capítulo 5); en la construcción de la bestialidad y de la piel del monstruo masculino (capítulo 6); en lo uncanny relacionado con el abuso infantil y lo fantasmal a partir de Freddy (capítulo 7) y en la figura de Jack el Destripador en la figura masculina del monstruo contemporáneo (capítulo 8).

Referencia:

Creed, B. Phallic Panic. Film, horror and the primal uncanny. Victoria: Melbourne University Press, 2005.

 

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