Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

5 razones para regresar a Seattle (y visitar a Frasier)

Entre los años 1993 y 2004 la cadena estadounidense NBC emitió la comedia de situación Frasier. Originalmente un spin-off de la exitosa Cheers (1982-1993), terminó por convertirse en un producto independiente con vida y triunfos propios. Revisitada a menudo por las cadenas generalistas y de cable, es una serie que merece la pena volver a ver. Estas son algunas de las razones para hacerlo:

1. Kelsey Grammer: Cuando comenzó a aparecer en Cheers el personaje de Frasier era poco más que un pez fuera del agua. Ya en su propio universo, creció y se desarrolló en el cuerpo de Grammer hasta llegar a ser uno de los mejores payasos televisivos de todos los tiempos. Con una actuación contenida y elegante Grammer supo hacer un humor basado tanto en las palabras como en la gestualidad. Y esa voz… el doblaje le hace más justicia que a otros actores, pero aun así, no dejen de escucharle en versión original.

2. La dinámica entre los personajes principales: Si Kelsey Grammer consigue llenar la pantalla con su actuación, David Hyde Pierce no es menos en el rol de su hermano Niles. Los conflictos, las complicidades, la competencia y los diálogos veloces entre los dos hijos de Martin Crane son siempre escenas que vuelven a arrancar la risa. Plagadas de referencias a la llamada “alta cultura” que chocan con los conocimientos más populares de su padre (interpretado por John Mahoney) y otros personajes, las dinámicas entre los hermanos Crane son un antecedente interesante de los “Gilmorismos” que Lorelai y Rory se lanzaron una a la otra a lo largo de las siete temporadas de Las Chicas Gilmore (serie por cierto cuyo regreso acaba de anunciarse).

FRASIER hermanos

3. La inteligencia: Que en esta serie lo domina todo. Hay personajes inteligentes, conversaciones inteligentes, diálogos inteligentes, dobles sentidos inteligentes, bromas inteligentes, resoluciones inteligentes… Recuperar Frasier es una forma de curarse las heridas provocadas por algunas comedias más recientes que no saben sino apelar a la brutalidad, a la burla a costa de figuras vulnerables, o al recurso simplón de la repetición de la bobada.

4. Las alternativas de género: Es cierto que no lo consigue con los personajes femeninos (de hecho, yo creo que ni lo intenta), pero Frasier apunta hacia modelos diversos de masculinidad que no era nada frecuente ver a principios de los años noventa. Los hombres de esta serie se complementan entre sí, y contribuyen a construir relatos sobre el amor romántico, la agresividad o la competición que no caen en el blanco-negro tradicional. No llegan a ser propuestas redondas de masculinidades alternativas, pero hablamos de material escrito hace dos décadas.

5. La nostalgia: Si todo lo anterior no les ha convencido, tal vez la mera idea de sumergirse de nuevo en una serie “noventera” y, casi de forma natural, ir más allá y regresar también a la “ochentera” Cheers, debería ser una tentación en sí misma. A veces conviene despejar la mente de complejísimas tramas estilo Perdidos, reconocer a buenos y malos sin los matices de los Sopranos o los Whites que ahora nos rodean, y recuperar en cierta medida una inocencia que las series actuales no nos permiten mantener.

 

 

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