Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

5 Razones para ver «Mozart in the Jungle»

Hace unos pocos días recibíamos la noticia de la cancelación, por parte de Amazon Video, de su serie Mozart in the Jungle. Tras cuatro temporadas en pantalla y con un éxito razonable, no había demasiadas explicaciones para esa decisión, más allá de la necesidad continuada de novedades que ofrecer en las plataformas online. El protagonista masculino, Gael García Bernal, se lamentaba del final repentino y abría la puerta a la posibilidad de que otro canal tomara el relevo. Sin saber si va a ocurrir o no, comparto algunas de mis razones para acercarse a esta comedia para melómanos.

1. Cómo no, la música: No todas las temporadas son iguales en este sentido, pero aquellas en las que se permite a la música ser el eje central de las historias son las mejores sin duda. Es un regalo escuchar las piezas de la banda sonora y una recompensa reconocer en los cameos a artistas como Gustavo Dudamel (de quien se dice que el personaje de García Bernal podría ser una parodia), Joshua Bell o Caroline Shaw. La combinación de músicos/a profesionales y actores o actrices que interpretan a componentes de la Sinfónica de Nueva York es también un juego interesante. Las líneas argumentales sobre la propia orquesta, sus dramas internos, sus conflictos laborales y sus momentos de gloria y de miseria son una novedad que merece la pena explorar. Y especialmente llamativas son las ‘dislocaciones’ de la Sinfónica provocadas por su nuevo director, que la lleva a los barrios menos favorecidos o a una prisión, para disgusto de sus administradores y alegría del público que no puede pagarse un abono de temporada.

MOZART-tocando en la prisión

TOCANDO PARA LA POBLACIÓN RECLUSA

2. El humor: Aunque la serie carga las tintas sobre el carisma y la capacidad para fascinar y divertir del personaje de Rodrigo de Souza (Gael García Bernal), lo cierto es que su excentricidad puede terminar pareciendo demasiado artificial. Para compensar esa deriva en las temporadas más recientes, podemos fijarnos en los destellos de humor que nos regalan el maestro Thomas Pembrich (Malcolm McDowell), irreverente director emérito de la Sinfónica; la inefable Gloria Windsor (Bernadette Peters), su estresada presidenta; o secundarios como Warren Boyd (Joel Bernstein), el concertino y clown tragicómico involuntario de esta accidentada orquesta.

3. Los duelos femeninos: La serie está basada de forma libre en la obra autobiográfica Mozart in the Jungle: Sex, Drugs, and Classical Music (2005), de la oboísta y reportera Blair Tindall. Su alter ego en la pantalla es Hailey Rutledge (Lola Kirke), que va ganando terreno en la pantalla a medida que la producción avanza. Pero junto a ella aparecen coprotagonistas femeninas que se disputan la atención de otros personajes, del público espectador e imagino que del equipo de guionistas. Están, entre otras, la genial e insufrible Ana María (Nora Arnezeder), artista y exmujer de Rodrigo; la talentosa y grosera Betty Cragdale (Debra Monk), oboísta principal que siente a Hailey como una amenaza; la ya mencionada Gloria Windsor, que no gana para disgustos y que oculta algunos talentos más allá de los evidentes; la extraña y leal Lizzie Campbell (Hannah Dunne), que es la sororidad hecha carne; y la liberada, brillante y solidaria Cynthia Taylor (Saffron Burrows). Solo por esta última merecería la pena acercarse a esta creación de Roman Coppola, Jason Schwartzman, Alex Timbers y Paul Weitz para televisión.

MOZART-oboístas

LOLA KIRKE (izq.) Y BLAIR TINDALL (dcha.)

4. Los códigos narrativos: Si bien lo que domina es el realismo –o al menos su apariencia– que convierte a Mozart in the Jungle en otra sitcom urbana del siglo XXI en la que Nueva York es ineludible como paisaje, algunas escenas e incluso episodios completos desmontan las expectativas del público y añaden interés al conjunto. Entre las más graciosas, con función de liberación de tensión y de profundización en el personaje principal, están las conversaciones de Rodrigo con sus ‘fantasmas’. La aparición de uno u otro compositor en sus visiones es un reflejo de su estado de ánimo, y es un reto para el espectador/a descodificar las connotaciones de la presencia de un Mozart niño, adulto o moribundo, o del advenimiento repentino de un estrafalario Liberace. También añade complejidad a los personajes principales el hecho de que cuando Rodrigo pierde a su espíritu favorito Hailey comience a tener sus propias visiones, pobladas de compositoras relegadas al olvido por su condición de mujeres. Más adelante, la serie nos permite bucear en las mentes y corazones de ambos en un episodio especial situado en Japón, titulado “Ichi Go Ichi E” y donde una ceremonia del té se convierte en un viaje de corte expresionista por la psique de la pareja.

MOZART-Rodrigo y Wolfgang

RODRIGO Y WOLFGANG EN UNA DE SUS CONVERSACIONES 

5. Los tiempos: Como es típico del género cómico en televisión, Mozart in the Jungle se sucede en episodios de 20-25 minutos. Esta vez sin risas enlatadas y con escenarios variados más allá de un salón o un café de la Gran Manzana. La serie en general tiene un ritmo rápido (con algunas excepciones, como el ‘episodio japonés’ comentado en el punto anterior), guiones ágiles y la capacidad de sorprender a menudo con sus finales. Sin grandes cliff-hangers pero con una clara línea interna que le da continuidad, la oferta de Amazon engancha también por su brevedad: tan poco dura que se queda una con ganas de ver la siguiente entrega. Habrá que esperar que algún canal se decida a prolongar el placer y revivirla para una quinta temporada.

 

 

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