5 razones para ver «Rome» (HBO, 2005-2007)
Una parte de los posts que conforman esta sección de 5 razones están dedicados a series o miniseries que merecen nuestra atención por motivos diferentes. Muchas de ellas no están en emisión en la actualidad, muchas de ellas han tenido una especial importancia en el momento de su producción y algunas de ellas, pese a la espectacularidad de su puesta en escena y sus planteamientos argumentales novedosos se han visto relegadas a comparaciones a veces inexcusables. Este es el caso de Rome, una coproducción entre la BBC, HBO y la RAI. Una serie que, como ha podido fácilmente deducir el lector, es comparada a la icónica serie de 1976 I, Claudius, una serie que forma parte del imaginario cultural. He aquí nuestras cinco razones para ver esta joya de la televisión.
1. La(s) lucha(s) por el poder. Planteada como una serie en dos temporadas con 12 y 11 episodios respectivamente, Rome presenta las distintas variantes de la lucha por el poder que va a concentrar en un momento muy concreto de la historia: el paso de la forma democrática a una forma unipersonal y casi mesiánica de ostentación del gobierno. La primera temporada tendrá como protagonista a un Julio César humanizado y en muchos momentos enfermizo quien volverá de las Galias para enfrentarse a Pompeyo, quien instaurará las bases del Imperio Romano y que será asesinado por Casio y Bruto en el senado. La segunda temporada pivotará en torno a la figura de Marco Antonio, un personaje obsesionado con la venganza por la muerte de su mentor César, extremadamente frágil en el ámbito sentimental quien mantendrá una lucha sin tregua contra Lépido y Octavio por el control del imperio. Ambas temporadas mostrarán la lucha por el poder pero , de manera especial, la manera de obtenerlo y de controlar a la población de acuerdo con planteamientos que irán desde la consideración del mismo como una forma de reafirmación personal de individualidades normalmente inestables hasta una forma de supervivencia en un mundo hostil pasando, como no podría ser de otro modo, por un servicio a la ciudadanía o todo lo contrario, por una ciudadanía esclavizada por los gobernantes. En definitiva, un planteamiento fácilmente extrapolable a cualquier periodo histórico y también a la contemporaneidad.
2. Un devenir histórico conducido por personajes del pueblo. Contrariamente a lo que sucede en otras series relacionables con las premisas de Rome, el paso de la República al Imperio diseñado por John Milius —guionista de Apocalypsis Now y director de Conan el Bárbaro, entre otras—, William J. MacDonald y Bruno Heller —guionista de El Mentalista y Gotham—, va a ser narrada a través de dos personajes del pueblo. De este modo, la serie se alejará de las intrigas meramente palaciegas transformando lo que podría llegar a ser una soap opera de época en una reflexión crítica acerca de la misma. Los cambios políticos encabezados por Julio César o Marco Antonio van a ser narrados y vividos por dos soldados de sus ejércitos: Lucio Voreno (Kevin McKidd) y Tito Pullo (Ray Stevenson). De este modo, Rome va a construir una estructura de espejo entre los personajes populares y los personajes aristocráticos desarrollando no solo la ascensión y caída personal de cada uno de ellos de acuerdo con las circunstancias históricas, sino también planteando un esquema ideológico —que no quiere decir estrictamente político— que incide en que el auténtico crisol por el que se filtran las luchas por el poder está en las capas sociales bajas. Los destinos de Voreno y Pullo van a ser extraordinariamente divergentes: mientras el primero se dedicará a la política pagando por ello un enorme precio familiar y personal que lo transformará en un ser destructivo y desengañado; el segundo será un personaje violento y patibulario que, finalmente, encontrará su lugar en un mundo caótico. En definitiva, Rome nos presenta la Historia con mayúsculas y la historia con minúsculas, algo que es más que un valor de la serie.
3. Los personajes femeninos. Frente al cliché de las películas o series ambientadas en el imperio romano en que se produce una ecuación en la que el personaje femenino es igual a una libertina sin escrúpulos, los personajes femeninos de Rome son siempre supervivientes. Independientemente de su mayor o menor grado de voracidad sexual, las acciones llevadas a cabo por las mujeres van a responder a su instinto de conservación ya sea en el poder —como es el caso de Atia o de Servilia quienes hacen todo lo posible por estar en el lado de los vencedores de acuerdo con el argumento— ya sea emocional o cotidianamente —como es el caso de Niobe o Irene, esposas de los dos legionarios que ven parcialmente anulada su personalidad de acuerdo con la trayectoria vital de sus esposos— ya sea como reivindicación identitaria personal, con el gran ejemplo de una voluptuosa pero más que avanzada Cleopatra.
4. Un reparto de «secundarios imprescindibles» Si bien la serie no está protagonizada por nombres habituales en las grandes producciones cinematográficas o televisivas, no cabe duda de que el reparto de Rome es de lujo: Ciarán Hinds (Julio César) a quien hemos visto en películas como Munich, El fantasma de la ópera, El Topo, Pozos de Ambición, La deuda o Camino a la Perdición; James Purefoy (Marco Antonio), de trayectoria muy desigual pero al que reconoceremos por su participación en series como Camelot o The Following; los ya mencionados Kevin McKidd y Ray Stevenson quienes participarán en Journey Man y Anatomía de Grey y Thor respectivamente; Polly Walker (Atia) quien participará en Numb3rs, Caprica, Prisoners Wives o Mr. Selfridge; o, finalmente Lindsay Duncan (Servilia) quien ha participado en Birdman, The Leftovers o Black Mirror.
5.El formato cinematográfico y la espectacularidad. Rome es una serie espectacular. Más allá de su adecuación o no —algo que no nos interesa especialmente— con los hechos y personajes históricos, no cabe duda de que la puesta en escena de la serie es magnífica. No en vano la serie está considerada como la precedesora de series de elevado presupuesto como Game of Thrones por poner un ejemplo de la misma productora. Rodada en los estudios de Cinecittà de Roma donde se reconstruyeron todos los decorados que recreaban el momento histórico y con un coste altísimo de 100 millones de dólares por temporada —una de las razones esgrimidas para su cancelación— , Rome contó con un equipo internacional de casi 400 personas y fue filmada en 35 mm. Una técnica cinematográfica para una serie que es justamente eso, una película de 23 horas de duración. Algo que la convierte, también, en una joya televisiva.
En el momento de su cancelación, se alzaron muchas voces de protesta ya que la serie tenía unos índices de audiencia más que importantes. Años más tarde, los fanáticos de la serie sugirieron a HBO el rodaje de una tercera temporada de Rome, algo imposible al tener ya en emisión Game of Thrones, más barata y rentable que la serie de Milius. Así las cosas, nos tendremos que conformar con revisitar la serie o descubrirla; sea como sea, el visionado de Rome es más que recomendable: es una obligación.
Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de les Illes Balears. Ha sido investigadora principal del grupo RIRCA y ha dirigido tres proyectos de investigación nacionales competitivos financiados por el gobierno español. Actualmente forma parte del proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Trabaja en ficción audiovisual en plataformas diversas, especialmente en temas de arquitecturas narrativas. Tiene una especial debilidad por el posthumanismo y ha publicado distintos trabajos en revistas indizadas y editoriales de prestigio internacional.