Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

5 razones para ver «The Haunting of Hill House» (Netflix, 2018)

  1. La casa como personaje: La casa, cuanto menos, acaba siendo el personaje protagonista de toda la serie pues es ella quien influye y condiciona en el patrón de comportamiento de los demás. La psicografía del espacio ocupa, entonces, un papel preponderante en la serie. Se juega con el uso de la metáfora de la casa como el cuerpo de la(s) familia(s) que allí residen, con el uso de “la habitación roja” que es capaz de encarnar y materializar los deseos más profundos o los lugares de evasiones que resultan particulares para cada miembro de la familia (una sala de juego, una sala de lectura o una casita del árbol donde se puede dejar volar la imaginación). La habitación roja se caracteriza precisamente por su inaccesibilidad y como el lugar prohibido de la casa para todos sus integrantes. Ésta tiene tal entidad propia que resulta, metafóricamente, el “estómago” de la casa, aquella habitación que les mantiene unidos.
  2. El terror emerge desde la familia. La familia puede entenderse como foco desde el cual se irradian las distintas constantes narrativas de terror. La unión de los Crain (formada por Hugh y Olivia como padres y de cinco hijos Steven, Shirley, Theodora, Luke y Eleanor) es lo que les permite vivir aparentemente en paz. No obstante, el deseo de unión junto con las entidades sobrenaturales que (co)habitan en la casa (al más puro estilo American Horror Story: Murder House de Ryan Murphy) y el intento de ofrecer explicaciones racionales que vinculan la existencia de estos seres fantasmales a enfermedades mentales se ve supeditado a vínculos materno-filiales un tanto enfermizos. El deseo de (sobre)protección de Olivia con sus dos hijos menores, Nell y Luke hacen que ella dote de otro significado a su propia realidad. El sueño y el despertar están íntimamente relacionados con la vida y la inexorabilidad de la muerte. La pesadilla en forma de presagio de que estos dos hijos pueden acabar muriendo, hacen de las alucinaciones de la madre provocadas por la fuerza y el poder del entorno (es decir, de la influencia de la casa en sus propias decisiones y acciones) las últimas responsables de que ella desee sobreprotegerlos induciéndolos a un despertar perpetuo en el que la realidad se circunscribe a la felicidad que pueden aportarles las cuatro paredes en una fiesta del té perpetua (en un modo casi neo-gótico de Alice in Wonderland) en la que la asfixia tanto de estos vínculos materno-filiales como la imposibilidad de salir al exterior acaban resultando (avisamos de spoiler) en la muerte de Nell.

    Huida del padre y los hijos por el suicidio de la madre
  3. Un juego de coordenadas temporales: la serie de Flanagan se remontan a continuos flashbacks que apelan al entendimiento de la audiencia para que (re)construya las distintas piezas del puzle para un engranaje de toda la historia. Este podría resultar un mecanismo muy habitual en la serialidad contemporánea, aunque resulta particularmente destacable que esos saltos temporales vengan supeditados por una visión de cada miembro de la familia por capítulo, es decir, por la selección pormenorizada de los recuerdos que conciernen a esa visión o enfoque del personaje como una pieza más para dotar de comprensión más profunda a la interpretación de la serie la cual se descubre como broche final en el décimo episodio. Las vivencias de la infancia (desde asustarse y despertarse por las noches para ver a la mujer del cuello torcido o jugar en la casita del árbol con supuestos ciertos amigos imaginarios), en este sentido, de todos los hermanos así como el relato de sus recuerdos resulta primordial para dotar de sentido a su estado actual.

    La mujer del cuello torcido al descubierto
  4. La muerte, el sueño, lo sobrenatural y la enfermedad mental como leitmotivs. El formato de la serie nos permite ver y reconstruir el pasado alternando con momentos del presente a través de la presentación de una perspectiva concreta de cada integrante de la familia. Cada perspectiva acaba aportándonos detalles que dan sentido a la realidad presente de los personajes a través de la conformación de los recuerdos de cada uno. Los elementos recurrentes en cada perspectiva son, sin duda, lo sobrenatural que tiene un distinto impacto dependiendo de la perspectiva. Si bien el padre, Hugh, intenta siempre aportar una explicación racional para todos los acontecimientos aparentemente inexplicables y sobrenaturales de la casa, la madre Olivia resulta un personaje mucho más sensible, sentimental e imaginativo. La cordura se acaba poniendo en cuestionamiento de forma preponderante en el caso de Olivia, quien achaca a sus migrañas (como argumento racional inicialmente) el hecho de ver, sentir y experimentar encuentros con seres fantasmales que residen en la casa y quienes, a través de sus sueños, enmarañan su vida de tal forma que la hacen creer que la muerte es la única salida para proteger a sus hijos y que estén a salvo. Nell es quien, a modo de profecía, vaticina que será su madre de quien no podrán confiar y quien, según su perspectiva que podríamos señalar como “patológica” (en tanto que resulta una sobreprotección maternal enfermiza) intentará mantenerlos a salvo en casa tomando el té de forma perpetua, negándoles, a su vez, la posibilidad de vivir una vida en libertad y haciendo de la casa, un lugar donde la maldición de las familias que residen se hace efectiva pese al paso de las distintas generaciones.

    La habitación roja, los vínculos materno-filiales y lo sobrenatural-patológico de Olivia
  5. Sello Flanagan: desde la adaptación de la novela homónima de Shirley Jackson (1959). Hasta Stephen King ha ofrecido sus opiniones positivas respecto a la serie, planteándola como una pieza de un genio que la posicionan en una de las series del género del New Horror más destacables dentro de la serialidad contemporánea. Flanagan ya nos hizo saltar de miedo con sus obras como «Oculus» (2013) o «Ouija: el origen del mal» (2016) donde el elemento sobrenatural juega con las expectativas de la audiencia para darle un giro o un twist final que vaya un paso más allá a las convenciones del género. En el caso de la serie «The Haunting of Hill House» (Netflix, 2018) hace de lo sobrenatural (en tanto que fantasmas y espectros y de la casa como personaje) el elemento vertebrador para la construcción de un universo ficcional de terror desde el seno de una familia cuyos lazos están influenciados por la influencia sobrenatural y patológica que afecta al transcurso de las acciones de los personajes de forma esencial.
 

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