Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

5 razones para ver «Una serie de catastróficas desdichas»

Ahora que se ha estrenado en Netflix la segunda temporada de Una serie de catastróficas desdichas, os ofrecemos unas cuantas razones para ver esta serie protagonizada por el camaleónico y nerd actor Neil Patrick Harris. Como recordaréis, con anterioridad (2004) se había estrenado la versión cinematográfica protagonizada por Jim Carrey.

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  1. Juego metanarrativo. En Una serie de catastróficas desdichas tiene mucho peso el narrador de la serie, Lemony Snicket, el alter ego del verdadero escritor, Daniel Handler, e interpretado por Patrick Warburton. Él es el que nos guía a través de la historia, contando la historia desde su punto final y arrancando un gran flashback en el que irá desvelando todas las penurias por las que pasarán los hermanos Baudelaire. En la obra, por si no la conocéis, estos niños han quedado huérfanos y van pasando de tutor en tutor, intentando esquivar al malvado condel Olaf (Neil Patrick Harris), que ambiciona la fortuna que recaerá en ellos una vez sean mayores de edad. Por tanto, no es sólo la historia de los niños Baudelaire, sino también la de Lemony Snicket haciéndose cada vez más presente como personaje, a la vez que narrador, lo que se va desarrollando.
  2. Serie CGI. Es una serie que, por su contenido, digamos, fantástico, ha llegado en el momento adecuado. Los efectos especiales, las recreaciones de espacios por tecnología digital (muchos de los escenarios son cromas) están muy bien elaboradas y en la mayor parte de las ocasiones no son chillonas o se hacen notar al espectador. Eso permite a la serie crear una ambientación turbia, gris, plomiza, que casa con el desdichado destino de los niños.
  3. Buen nivel actoral. Medirse con el histriónico Jim Carrey no era poca cosa, así que Neil Patrick Harris opta por un enfoque distinto, pero consigue de la misma manera ponerse en el bolsillo del personaje. El actor es ideal para interpretar a este ser malvado, egoísta y repulsivo. Por otra parte, los secundarios están muy bien aprovechados. Por su parte, los niños Baudelaire también demuestran un buen nivel.
  4. Alto estándar de lengua. Esta es una característica que seguramente viene dada por el origen literario de la obra, pero es una delicia el simple hecho de que muchas conversaciones en la serie tengan que ver sobre las propias palabras, a menudo como implicación de los adultos de lo que saben o no saben los niños Baudelaire.
  5. Buena opción para ver en familia. Es difícil, en muchas ocasiones, encontrar una serie para ver de forma familiar. La mayor parte de ellas están enfocada a un público adulto o millenial, y rara vez encontramos una producción que, siendo para todos los públicos, tenga un estándard de calidad elevado. En esta ocasión, nos encontramos con un producto muy digno, realizado con mucho mimo, con atención a la fotografía, a la música y a la interpretación. Si te estás preguntando si empezarla ahora que ya está disponible la segunda temporada, la respuesta es sí.

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