5 razones para ver «Will & Grace»
Hace poco se anunciaba a bombo y platillo el regreso de una de las sitcom emblemáticas de finales de los 90, Will & Grace, que nos ofecerá una nueva temporada de diez episodios. Qué mejor excusa que esta para ofrecer 5 razones para revisitar una serie cuya emisión se prolongó hasta 2006.
1. El juego de parejas disfuncionales. En septiembre de 1998 la NBC estrenaba Will & Grace. Creada por Max Mutcchnik y David Kohan, la serie nos presentaba a unos personajes sofisticados y cool que convivían en un apartamento de lujo en Nueva York: el abogado Will Truman (Erik McCormack) y la diseñadora de interiores Grace Addler (Debra Messing). A este esquema se unirían dos personajes más, la asesora de Grace Karen Walker (Megan Mullally) y su vecino Jack McFarland (Sean Hayes). Tal como está presentada esta premisa, parece que la sitcom iba a desarrollar las distintas peripecias que ambas parejas configuradas como ideales y complementarias al máximo iban a vivir a lo largo de cada uno de los episodios; sin embargo, la novedad iba a situarse en dos aspectos esenciales. El primero de ellos era la contraposición de caracteres entre Will y Grace por una parte — desordenada y caótica la primera, maniánico del orden y la limpieza el segundo— y su espejo cómico, la alcohólica y fracasada en todos sus matrimonios Karen y el extravagante Jack que, a lo largo de su vida había desempeñado los más estrambóticos trabajos entre los que se destacaba el haber sido bailarín telonero con Jennifer López y Janet Jackson. El segundo era esencial ya que los personajes masculinos eran homosexuales, algo inhabitual en las series de televisión del momento y que, naturalmente, imposibilitaba cualquier tipo de relación sentimental entre los protagonistas de la serie pero que, por el contrario, abría un camino interesantísimo para el tratamiento de temas relacionados con la llamada «cultura gay», la búsqueda del amor, las relaciones familiares y la superficialidad de la sociedad neoyorquina del momento como casi «metáfora» de la sociedad estadounidense.
2. Las masculinidades. Si el hecho de que los personajes masculinos fueran homosexuales supuso, tal como comentaría en 2014 el responsable de la sección de historia de la LGTB de la Smithsonian Institution, la entrada en los hogares y un cierto grado de familiarización de las audiencias de la época con la cultura gay, no es menos cierto que la configuración de Will supondrá la ruptura de los clichés atribuidos a la homosexualidad. Will representará un modelo de masculinidad perfectamente asimilado al hombre heterosexual y las relaciones que entablará con sus parejas van a obviar la condición sexual de su protagonista y pondrá sobre la mesa la presión social y personal que supone intentar llevar una vida normal —incluida la posibilidad de paternidad— en una sociedad eminentemente patriarcal. La otra cara de la moneda será, evidentemente, Jack, un amanerado homosexual que cumplirá con todos los estereotipos —como su devoción por Cher— pero que esconderá una sensibilidad extraordinaria coartada por el rol que una sociedad homófoba le ha atribuido.
3. Los personajes secundarios. Si Will y Grace son la personificación de la sofisticación y el éxito social aunque en el fondo se sientan tremendamente frustrados como personas individuales que no como pareja disfuncional, Jack y Karen van a ser los «losers» de la serie. Como si de una «matrimoniada» se tratara, ambos van a llevar el peso cómico al tiempo que tendrán una función equivalente a la del bufón renacentista o barroco: decir las verdades que nadie quiere oir. Así, su funcionalidad va a ser la de ejercer una crítica más que ácida pero fácil de oir por las audiencias. Un mérito indiscutible de los dos actores que llegarán a convertirse en lo mejor de la serie que, en el momento de su emisión, debía competir, entre otras, con Ally McBeal.
4. Los cameos. Por Will & Grace han desfilado en papeles muy diversos muchos de los grandes nombres del cine y de la televisión estadounidense: Bobby Cannavale y Harry Connick Jr (como dos de las parejas de Will), Woody Harrelson (como una de las parejas de Grace), Leslie Jordan, Gene Wilder, Alec Baldwin o John Cleese. Pero de entre todas ellas, dos grandes mitos del cine: Debbie Reynolds como madre de Grace y Sidney Pollack como padre de Will.
5. El doblaje. En muy raras ocasiones solemos destacar el doblaje como una de las razones para ver una película o una serie de televisión ya que soy radicalmente contraria a él. Sin embargo, he de reconocer que el trabajo de adaptación de los guiños de la serie a la cultura norteamericana ha sido magistralmente trasladada a la cultura española en la serie. Todo un logro que ayudó a que los espectadores se acercaran más a los contenidos de la misma. Algo que no siempre encontramos en nuestra televisión.
Y para seguir abriendo boca, el trailer del regreso de Will, Grace, Karen y Jack.
Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de les Illes Balears. Ha sido investigadora principal del grupo RIRCA y ha dirigido tres proyectos de investigación nacionales competitivos financiados por el gobierno español. Actualmente forma parte del proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Trabaja en ficción audiovisual en plataformas diversas, especialmente en temas de arquitecturas narrativas. Tiene una especial debilidad por el posthumanismo y ha publicado distintos trabajos en revistas indizadas y editoriales de prestigio internacional.