Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Nombres propios (in memoriam): Alan Rickman

A pesar de un debut cinematográfico tardío, Alan Rickman se consolida como actor dramático en los teatros ingleses durante los años ochenta en la Royal Academy of Dramatic Art (RADA) y la Royal Shakespeare Company. No es de extrañar que uno de los primeros papeles de este actor londinense criado en el seno de una familia obrera en el barrio de Acton se iniciase bajo los versos de Teobaldo en Romeo y Julieta  (TV Movie, 1978). Tras abandonar su profesión como diseñador gráfico para perseguir sus anhelos interpretativos, Rickman accede a un círculo reducido de la sociedad actoral inglesa cuando a los veintiséis años consigue una beca en el RADA, iniciando así una meteórica carrera sobre los escenarios, la televisión o la gran pantalla que ha durado casi cuarenta años. Con múltiples personajes en adaptaciones televisivas para la BBC y papeles clásicos en la Royal Shakespeare a lo largo de los años ochenta, Rickman se educa teatralmente en los años más oscuros del Thatcherismo (1977-1990), lo que en parte lo convierte en miembro de esa generación de actores ingleses contestatarios como Emma Thompson, Ian McKellen o Kenneth Brannagh, que ha engatusado a medio mundo.

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Hans Gruber en la Jungla de Cristal

Su nominación en los prestigiosos Premios teatrales Tony por su interpretación en Broadway del Vizconde de Valmont en Las amistades peligrosas (1987) llamó la atención de la industria cinematográfica americana al ofrecerle su primer papel destacado en la taquillera La Jungla de Cristal (1988). Hans Gruber, o el villano que da réplica a Bruce Willis en la primera entrega de la saga, se convierte rápidamente en todo un clásico para la crítica y espectadores gracias a la interpretación de un antihéroe personalísimo. La intensidad dramática de este personaje le abrirá las puertas de Hollywood para defender proyectos similares como el del perverso Sheriff de Nottingham en la adaptación protagonizada por Kevin Costner en Robin Hood, príncipe de los ladrones (1991). Este despiadado sheriff adquiere tanta relevancia y metraje en dicha producción como el héroe interpretado por Costner, catapultando aún más la fama de Rickman, quien sin duda pasará a la historia como uno de los más grandes antagonistas del cine moderno. Prueba de ello es su papel principal en Rasputín, su verdadera historia (TV movie para la HBO) junto a Ian McKellen en 1996, y su breve pero sublime aparición en Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet (2007), donde interpreta al malévolo juez Turpin, antagonista del personaje principal que encarna Johnny Depp.

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Sheriff de Nottingham en Robin Hood, príncipe de los ladrones

No obstante, no debemos considerar a Rickman como un actor encasillado en el eterno papel de villano, a pesar de que quizás algunas de sus interpretaciones más memorables correspondan a este estereotipo que ha sabido encumbrar a un nuevo nivel interpretativo. Sus múltiples apariciones en películas independientes y comedias gamberras, muestran otras facetas de su personalidad. Algunas de las más notables quizás son su aparición como Metatron en Dogma (1999) de Kevin Smith, quien declaró que su ácido sentido del humor cien por cien inglés, junto a su profunda y cavernosa capacidad vocal, eran ideales para encarnar a la voz de Dios en la tierra. Comedias más hollywoodienses como Héroes fuera de órbita (1999) junto a Tim Allen y Sigourney Weaver, también se rindieron a un Rickman en el papel de una suerte de Spock a lo Star Trek.

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Héroes fuera de órbita

Sus años como actor teatral, pasión que no abandonó durante su larga trayectoria profesional, permiten a Rickman consolidar su carrera cinematográfica en el cine inglés de las últimas décadas. Se convierte en pilar fundamental entre los actores de reparto de su generación gracias a interpretaciones como la del Coronel Brandon en Sentido y sensibilidad (1995), una de las mejores adaptaciones de la novela de Jane Austen, y posiblemente su interpretación más cercana al Oscar. Le siguen papeles como el legendario Eamon de Valera en los años más convulsos de la historia de Irlanda en Michael Collins (1996), o en la interpretación de esposo infiel para la comedia Love Actually (2003) junto a Emma Thompson, gran amiga y actriz fetiche del actor. La historia de Harry y Karen es posiblemente una de las más realistas de todo el largometraje gracias a la habilidad de Rickman para interpretar personajes elocuentemente malvados pero destacadamente agradables. La frustración de Harry cuando éste compra un regalo a su amante a un desesperante Rowan Atkinson en unos grandes almacenes londinenses se ha convertido ya probablemente en una escena icónica para la comedia inglesa actual.

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Thompson y Rickman en Love Actually

Y es que la iconicidad de sus personajes, su especial cadencia al hablar, su actitud estoica y su capacidad para expresar emociones de un modo profundamente intimista pusieron al Profesor Severus Snape a los pies de Rickman, personaje que encarnó en las múltiples adaptaciones cinematográficas de la saga escrita por J.K. Rowling, quien confesó recientemente a los medios que se inspiró en la cualidades de Rickman como actor para este personaje.

Tras una dilatada carrera que ahora llega a su fin, Rickman se han convertido junto a Ian McKellen, Hugh Laurie, o Kenneth Brannagh, en el epítome de una consolidada tradición teatral inglesa que tiene su reflejo en el cine internacional, a la que muy seguramente una nueva generación de actores noveles ingleses como Daniel Ratcliffe, Benedict Cumberbatch, o Tom Hiddleston deben su carrera. Por todo ello, quizás, esta semana una legión interminable de amigos, compañeros de profesión, periodistas, muggles y demás alumnos, entre los que me incluyo, levantan sus varitas al cielo en señal de duelo, respeto y admiración por este gran maestro.

 

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