Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Boardwalk Empire, esos locos años veinte (para algunos)

El canal de televisión por cable HBO se promocionaba hace un tiempo con el eslogan «No es televisión, es HBO», intentando marcar la diferencia entre su oferta y la del resto de operadores. La cosa se estaba poniendo cada vez más complicada con la competencia, y HBO pretendía ser la cadena de un público sofisticado, con poder adquisitivo y sin tabúes para consumir productos cargados de erotismo o de violencia. En ese marco, las detalladas e hilarantes conversaciones sobre sexo oral de las protagonistas de Sex and the City (1998-2004) son un claro ejemplo de lo que pretendía la empresa. Nunca antes las mujeres habían dicho ciertas cosas tan claramente y con tanta libertad en las pantallas de los hogares estadounidenses.

En septiembre de 2010, continuando con su esfuerzo por ser reconocibles como emisores de televisión original, transgresora y de calidad, las personas responsables de la ficción en HBO pusieron en circulación Boardwalk Empire, de visionado obligatorio si una es fan de las series bien hechas. Con cinco temporadasBoardwalk nos ha regalado suficientes tramas y poderosas interpretaciones como para acercarse a ella ahora que se va despidiendo. Antes de que la vorágine de la programación fragmentada y veloz se la trague, véanla.

Se trata de una serie de las que se han dado en llamar «de época«, comparable quizá en su detallismo estético y en su trabajo de reconstrucción histórica con Mad Men (AMC 2007-  ) o Masters of Sex (Showtime 2013- ). Con un vestuario y una atmósfera extraordinariamente cuidadas, está ambientada en la ciudad de Atlantic City (Nueva Jersey, EE.UU.) en la década de los años veinte, y su punto de partida es la noche del 31 de diciembre de 1919, minutos antes de que entrara en vigor la comúnmente conocida como «Ley Seca«.

En el contexto de una ciudad que ya entonces estaba dominada por el juego y otras actividades de ocio moralmente reprochables para los movimientos reformistas del momento, los patriarcas que tienen el poder real en sus manos brindan por la prohibición de elaborar, vender o consumir alcohol con champán y whisky on the rocks. La serie arranca con ellos rodeados de dinero, lujo y corrupción, y con un entramado oculto que saben que les permitirá seguir enriqueciéndose a costa de pequeños contrabandistas, bebedores ansiosos y una población joven hambrienta de diversión después de una guerra traumática.

Entre esos «popes» del dólar escondido está Nucky Thompson, el gran protagonista de la serie, estupendamente interpretado por Steve Buscemi. Es oficialmente tesorero del condado y figura respetable, pero oficiosamente no es menos que la mano que mueve los hilos de todo lo que pasa en Atlantic City, desde el comercio hasta la prostitución, pasando por la política o las actividades de la mafia. Su grupo de contactos y amistades incluye gobernadores, asesinos y ladrones, pero también buenas cristianas, sufragistas y activistas anti-alcohol.

nucky
Nucky Thompson

El personaje de Thompson está basado en la figura real de Enoch Johnson, que controló todo lo que pasaba en Atlantic City, como su alter ego ficcional, entre 1911 y 1941, cuando dio con sus huesos en la cárcel. Ello hace de Boardwalk Empire no solo un producto de entretenimiento extraordinario, sino también una fuente de información (siempre a contrastar, por supuesto) sobre una administración que poco tenía que envidiar en manipulaciones y engaños a ciertos políticos de la actualidad (que desgraciadamente no tienen el carisma suficiente para ser personajes tan redondos como Nucky).

Como no podía ser de otra manera tratándose de HBO, Boardwalk Empire incluye sexo y violencia en generosas dosis, pero los episodios nunca son excesivos ni difíciles de ver. Hay romance, intriga, algún detalle cómico para aliviar la tensión y mucho drama personal y político que mantiene la atención del público sin grandes efectos especiales ni innecesarios derroches de acción. Es una serie preciosista, elegante, pausada, con un ritmo correcto y con unos guiones complejos e interesantes que hacen de ella un producto digno de disfrutar, analizar y recordar dentro de la Edad de Oro de la Ficción Televisiva que estamos viviendo.

No la dejen escapar.

 

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