Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Buenos Aires, ciudad del amor (líquido)

Hoy en nuestra sección de cine de RIRCA vuelve a colaborar con nosotros por segunda vez Estefanía Celi, licenciada en Periodismo por el Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (CESAG) de las Islas Baleares y cinéfila, como no podría ser de otra manera. Estefanía nos trae un escrito sobre el concepto de amor líquido en la cinematografía argentina.

«¿Cuándo seremos una ciudad inalámbrica? ¿Quiénes serán los genios que taparon el río con edificios y el cielo con cables? ¿Tantos kilómetros de cables sirven para unirnos o para mantenernos alejados, cada uno en su lugar? (…) ‘El futuro está en la fibra óptica’, dicen los visionarios. Como gran cosa, prometen que vas a poder subir la temperatura desde tu casa desde el trabajo. Está claro. Está previsto que no haya nadie que te espere con la casa calentita. Bienvenidos a la era de las relaciones virtuales». (Medianeras, 2011)

Lo que llamamos “amor” hoy en día no tiene mucho que ver con las concepciones románticas establecidas en las anteriores etapas de la historia. Nos encontramos en la época del amor mediado, virtual. Zygmund Bauman, sociólogo que centra sus estudios en la postmodernidad, llama a estas maneras de juntarse “amores líquidos”. Estos están altamente influidos por el uso de las nuevas tecnologías, el individualismo y la ruptura de la pareja como institución. Como fenómeno social, estas nuevas dinámicas relacionales se plasman en las producciones audiovisuales, ya que el medio – cinematográfico – es también una forma de plasmar tradiciones y valores propios de una sociedad. Como ocurría en la antigua Grecia con la poesía, el medio difunde el aquí y ahora; es decir, comunica la realidad actual.

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Abzurdah, película de Daniela Goggi

La producción audiovisual argentina de los últimos años enseña qué son los amores líquidos. Buenos Aires, personaje protagonista de las historias, se muestra como una ciudad abarrotada en la cual se enmarcan relaciones muy marcadas por estas nuevas formas de comunicarse y por los conductos sociales propios de la cultura nacional.

Uno de los aspectos más mencionados es el de la soledad, incluso cuando los protagonistas se ven siempre rodeados de persones en la gran urbe. En El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009), Benjamín Espósito es un hombre solitario que se enamora de una jurista de clase alta y es incapaz de decirle que la quiere a pesar de llevar haciéndolo durante más de dos décadas. La suya es una relación intermitente que persigue a ambos desde que se conocen y está marcada por la imposibilidad de verbalizar sus sentimientos.

En la muestra analizada, conformada por cinco películas, Medianeras (Gustavo Taretto, 2011) es en la que más solos están sus personajes. Ambos están aislados del mundo, llevan vidas similares y anodinas, marcadas por la dificultad para relacionarse con lo que les rodea. Viven a dos portales de diferencia, y en el transcurso del filme se cruzan varias veces (tanto en persona como en Internet), pero sin ser capaces de verse.Tras pasar por una crisis personal y chocarse con parejas potenciales insustanciales, acaban encontrándose en ese entorno saturado y lleno de ruido.

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Benjamín e Irene se encuentran entre la mutitud en El Secreto de sus Ojos

La búsqueda del amor romántico, de todas formas, permanece. Abzurdah (Daniela Goggi, 2015) nos cuenta la historia de Cielo, una adolescente rebelde y problemática, que se enamora de un hombre considerablemente mayor que ella. Se conocen en un chat y Alejo la corteja. En los años venideros a conocerse, él la trata con despecho y la rechaza constantemente, pero también le demuestra interés en momentos puntuales para autocomplacerse (el amor está aquí centrado en la satisfacción individual). Cielo se obsesiona tanto con su relación y con la idea que tiene preestablecida de la pareja y del amor que acaba siendo un personaje borderline. Hay un juego constante con los límites que lleva a la joven hasta la destrucción física y psicológica.

El amor (primera parte) (Alejandro Fadel, Martín Mauregui y Santiago Mitre, 2005) trata también esta concepción del romanticismo y vemos a una pareja que se enamora a primera vista y, de manera vertiginosa, se encierran en una relación de la que ninguno de los dos está convencido. Al principio, cuando todo es nuevo, hay un acercamiento incluso geográfico: sus recorridos habituales forman, literalmente, un corazón en el mapa de la capital argentina. A medida que van avanzando, la pareja se vicia y los dos empiezan a mostrar que no quieren un compromiso “para siempre”. La relación entra en la deriva (otra de las características más notorias del postmodernismo) y hay una potente dialéctica entre lo que une y separa a los enamorados, que terminan odiándose.

Liberen a García
Imagen de Liberen a García

Por último, en Liberen a García (María Boughen, 2013) nos encontramos con Roma e Inés, dos chicas que vagan por la ciudad sin hacer nada. Ambas se parecen físicamente y se proyectan la una en la otra. No llega a haber vínculo amoroso, pero su relación no es de amistad (cabe destacar que la homosexualidad sigue siendo tabú en Argentina y hay muy poca aceptación social de ello). Prevalece el goce en el juego y la relación que tienen es una forma de escapar de su entorno. Cuando una de las dos empieza a necesitar a la otra y se da cuenta de que tiene miedo de estar sin ella, la otra la abandona. Al final, acaban liberándose la una de la otra.

En resumen, lo que tienen en común estas películas es la definición de los amores líquidos, que se caracterizan por hacer prevalecer lo individual sobre lo colectivo (la pareja). Vemos en todas trazos que marcan las nuevas formas de relacionarse, con más o menos éxito en la búsqueda de pareja en la gran ciudad abarrotada de gente y con poco espacio para acercarse al otro.

 

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