«Crossing Souls», ¿el «Stranger Things» de los videojuegos indie?
El estudio español Fourattic lanzaba hace unos meses al mercado su anticipadísimo proyecto Crossing Souls, un videojuego indie financiado directamente por sus seguidores a través de la plataforma kickstarter. Una vez se anunció el proyecto el fenómeno hype (esto es la publicidad, las altas expectativas y el énfasis general sobre el producto) no se hizo esperar y lo catapultó rápidamente a las listas de videojuegos más esperados, sin una fecha de lanzamiento confirmada. Es más que probable que el éxito de Stranger Things contribuyera a alimentar las altas expectativas puestas en una producción que guarda no pocos parecidos con la serie de Netflix. Finalmente, fue la prolífica distribuidora tejana Devolver Digital la encargada de colocar Crossing Souls en el mercado el pasado mes de febrero. ¿Habrá cumplido este videojuego con lo que de él se esperaba?
En primer lugar hay que mencionar que Fourattic es un pequeño estudio compuesto por tan solo tres personas. Sí, tres. Por lo tanto, su mérito es enorme, y las comparaciones con proyectos de mayor calado tendrían poco sentido. Crossing Souls no es Stranger Things porque eso es imposible, pero si se nutre de las mismas narrativas que esta. Los Goonies, E.T., Cuenta Conmigo o Gremlins son algunas de estas referencias de cabecera que activan la nostalgia de todos aquellos que fuimos niños en los 80 y los 90, y los creadores de Fourattic hacen buen uso de ellas.
Crossing Souls es ante todo una experiencia narrativa en la que un grupo de inseparables amigos deberá enfrentarse a circunstancias extrañas y sobrenaturales acontecidas en su pueblo natal durante las vacaciones de verano. Los personajes son marcadamente arquetípicos; no podían faltar el líder del grupo, su hermano pequeño, la chica, el grandullón y el cerebrito. El que parecía que iba a ser un verano más pronto se convierte en algo bien distinto cuando el benjamín del grupo da con un cadáver. Este es un claro guiño a la ya mencionada Cuenta Conmigo, y es que la mayoría de referencias que aparecen en la obra son abiertamente explícitas. Pero este no es un cadáver cualquiera, ya que en él los chicos encontrarán la piedra Duat; un artefacto piramidal rosa que permite contactar con el mundo de los muertos.
Y, como no podía ser de otro modo, pronto aparecerán aquellos que reclamarán un objeto tan valioso. El primero de ellos es Quincey Quinn, el abusón de la ciudad, otro cliché que no podía faltar, y que adopta aquí la forma de un clon del cantante Prince. Tras el vienen los grandes enemigos, agrupados en un colectivo con tintes soviéticos, en el que destacan un malvado villano principal, apoyado por un científico loco o un soldado dispuesto a todo con tal de cumplir con su misión. Tampoco es de extrañar que este grupo tenga un plan malvado, con nombre en clave “El día final”, que las autoridades estén en el ajo y acaben por convertirse en un enemigo más, o que entre los escenarios en los que transcurre la acción se cuenten laboratorios clandestinos o misteriosas zonas acordonadas.
En definitiva, Crossing Souls es un homenaje a obras bien presentes en el imaginario popular que termina por renunciar a una identidad propia en favor de la de estas otras. Los previsibles diálogos y los decorados están plagados de guiños, así como los objetos ocultos que el jugador puede coleccionar, que van desde casetes del músico Lionel Richie hasta cintas VHS de películas como Los Cazafantasmas. Incluso las escenas de corte que se desactivan a medida que avanzamos en la trama tienen el sabor de las series de dibujos animados de animación de la época.
En cuanto al componente lúdico, Crossing Souls se define como un videojuego de aventuras y acción, pero lo cierto es que el componente narrativo prevalece por encima del interactivo. Uno de sus puntos fuertes en este apartado es que podamos cambiar de personaje en todo momento. En muchas ocasiones se vuelve indispensable escoger al más adecuado para desatascar cada situación y resolver puzles. Chris, el líder del grupo, puede golpear con su bate y escalar muros; Math, el cerebrito, cuenta con un aeroplaneador y una pistola de rayos de su propia creación; Big Joe, el grandullón, es el más fuerte del grupo; Charlie, la chica, es la más ágil y rápida. Y Kevin, el hermano pequeño de Chris…masca chicle.
En definitiva, Crossing Souls es un videojuego entretenido, pero que quizás adolezca de un exceso de guiños a las obras a las que homenajea. El jugador puede quedarse con la sensación de haber pasado por aquí en más de dos ocasiones, ya que la nostalgia de la década de los 80 parece ser actualmente una de las tendencias más exitosas y rentables en múltiples dimensiones de la cultura popular. Si no, ¿como se explica que las grandes cadenas de ropa comercialicen camisetas de películas de antaño como los Gremlins o Regreso al futuro? Pues porque hay negocio. Pero la obra que nos ocupa no va tras los billetes verdes, sino que se alimenta del amor y devoción de sus creadores hacia las producciones que a bien seguro les marcaron, como a tantos otros. Y, ¿quién sabe? Quizás hayan hecho saltar una lagrimilla a algunos de aquellos que comparten su mismo bagaje.