Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

El final se va acercando y cerrando: «Ronda de despedida», Girls (6 x 09)

Cuesta creer que una serie que ha venido todas estas temporadas saliéndose de los cánones (cosa que ha dado lugar a múltiples y controvertidos debates que son los que en gran medida le han dado la fama de que goza), parezca por fin sentar cabeza. Resulta casi inverosímil el comportamiento de Hannah como una persona madura, reflexiva, sonriente, sin hacer grandes locuras e incluso sin enseñar ninguna parte de su cuerpo ni la de ningún otro personaje. A esa madurez ha venido contribuyendo la presencia de la criatura que tiene en su seno y en este episodio el encuentro de trabajo. Éste último aspecto encaja también en el espectro de inverosimilitud antes citado, pues, habiendo yo misma recorrido el tortuoso y laborioso (y añadiría que casi interminable) camino necesario para acceder a dicha posición y tras haber observado durante seis temporadas, en cambio, la carrera profesional de Hannah, cuesta creer que la llamen para trabajar como profesora en una universidad aunque sea del extrarradio. Para hacerlo más creíble, se va a encargar de enseñar a escribir en internet y, tras la entrevista de trabajo, se entiende que es la «frescura» (en su más amplio sentido) con que Hannah escribe lo que ha atraído a la nada convencional encargada de la selección de personal (la actriz Ann Dowd).

La madurez de Hannah se plasma también en detalles simbólicos, de los que está cuajada la serie y en los que no me puedo detener normalmente, pero al menos quiero señalar uno de ellos. Cuando Hannah llega al campus, oye a unos jóvenes hablando de temas típicos de esa edad y se entromete en la conversación para decirles que lo que realmente deben cuidar en las relaciones es la amistad, que es lo que al final perdura. Esta acción representa la típica intromisión de los adultos en los diálogos de gente más joven tratando de mostrar que su experiencia puede servirles para evitar errores. Pero, además, resulta del todo irónico que Hannah hable del cuidado y conservación de la amistad cuando a lo largo de toda la serie hemos ido viendo que es justo lo que ni ella ni sus supuestas amigas han hecho nunca. A ello haya que sumar que en este episodio, no sólo esto resulta aún más evidente, sino que somos testigos del momento casi epifánico en que todas ellas se hacen conscientes de ello, cómo no, reunidas en el baño. Esta vez se trata de el de la casa que Shoshanna comparte con su prometido, y la ocasión no es otra que la fiesta que da por su compromiso matrimonial. A dicha fiesta no sido invitada Hannah ya que ni siquiera le había comunicado su embarazo. Marnie las reúne en el baño con el mismo propósito de tratar de afianzar la mistad de las cuatro con que las juntó en el episodio de la playa, pero con un resultado quizá igual de infructuoso y encima definitivo. Shoshanna no deja lugar a dudas: están mucho mejor solas y su amistad nunca ha sido auténtica. Momento catártico para mí y otros críticos de la serie: por fin se reconoce lo que veníamos criticando desde hacía tanto tiempo.

Las palabras de Shoshanna se plasman también de forma gráfica en este episodio lleno de planos que muestran a cada chica de forma aislada a pesar del espacio tan reducido en que se encuentran, y después, cada una relacionándose en la fiesta de forma independiente de las demás del cuarteto, y bailando bien solas o bien con gente nueva. El único resquicio de amistad que se plasma en la fiesta es entre Hannah y Jessa, que por fin le pide perdón… y lo recibe, además de la revelación de que el bebé que espera Hannah es un niño. Por cierto, no sabemos nada de Adam en este episodio. Ni él ni Ray aparecen.

A lo largo de todo este episodio hemos visto cómo Hannah ha ido pidiendo opinión a sus conocidos sobre si debe aceptar el trabajo antes citado o no, siguiendo por primera vez en la serie un consejo de su madre, en este caso el de pensar las cosas al menos 24 horas antes de responder. La única respuesta negativa fue la de Elijah, que muestra el miedo que tiene a madurar una vez más, y cuyo rechazo a que Hannah se marche de su lado quedará casi seguro mitigado por la alegría de saber que le han concedido el papel en el musical para el que se presentó como candidato. Su padre y la propia Caroline (que es el personaje de episodios anteriores que vuelve en esta ocasión) le animan a aceptar el puesto sin lugar a dudas, y lo que por fin le lleva a dar el paso de dejar Nueva York, una ciudad en la que no podido dejar su impronta (según sus propias palabras), es (además del hecho de que hay gente que hace sus necesidades en la calle, entre ellos Jessa, según ella misma afirma) su experiencia en la fiesta de Shoshanna. Allí estaban todas sus supuestas amigas menos ella (incluso Elijah estaba invitado). Allí reconocen cara a cara que no son -ni han sido- buenas amigas. Allí cada una se separa del resto y empieza a bailar sola, sin seguir la coreografía que en el episodio de la playa bailaban todas al unísono, aunque fuera con desgana. Todo esto facilita a Hannah el paso que va a dar, como se ve reflejado en el final del episodio, donde se alternan imágenes de Hannah bailando sonriente acariciando su barriga, con Hannah conduciendo su propio coche (cuando la hemos visto muchas veces viajando pero siempre de pasajera), y Hannah decorando y preparando su nuevo hogar, lleno de luz, la misma que parece que encuentra en el nuevo sendero de su vida.  

 

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