Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

El horror desde el amor fraternal del hogar: «El secreto de Marrowbone» (Sergio G. Sánchez, 2017)

“Nada, nadie, nunca nos separará”. Ésta es una de las premisas de la incondicionalidad del amor de la familia Marrowbone quien reside en una alejada casa abandonada de la América rural de 1969 tras huir de Inglaterra intentando dejar atrás una vida marcada por un padre violento y criminal y con la esperanza de tener una nueva oportunidad de vida donde nadie les conozca.  La madre, Rose se enferma y muere inesperadamente dejando a sus hijos solos, desamparados y sin recursos. Los hijos deciden enterrar a su madre en el jardín y mantener en secreto su trágica pérdida con el fin de evitar que les separen y les obliguen a volver a Inglaterra. Su nueva y desoladora situación estará marcada por una presencia que reside en la casa y que Sam, el hermano más pequeño es capaz de percibir y de alertar. No obstante, esta nueva situación vendrá también acompañada de la amistad que entablan con Allie, una joven chica que aportará esperanza en sus vidas.

Sin duda, subyace en el film la eficaz fórmula Bayona-Sánchez, productor ejecutivo junto con el guionista habitual de éste, Sergio G. Sánchez quien nos ofrece su opera prima como director. Sus conexiones con El Orfanato son notorias en la formulación de una historia de fantasmas y con un alto componente sobrenatural que tiene lugar en una casa cuyo dramatismo radica en su pasado traumático y en los hechos pretéritos desarrollados entre las paredes del edificio que entronca con una estética gótica más bien atemporal.

Marrowbone casa

Si bien en El Orfanato el punto de vista que adoptábamos de forma predilecta era el de la madre, Julia frente al del protagonista  infantil Tomás, en El secreto de Marrowbone el enfoque de la historia parte del punto de vista de los cuatro hijos, la cual no puede desligarse de su identidad como niños y como jóvenes que han tenido que aprender a (sobre)vivir con la pérdida de su madre en su niñez y juventud (desde Sam, Billy, Jane hasta Jack) y a hacer frente a una entidad monstruosa que se esboza como un conocido y acechante “fantasma” del pasado (pues es su propio padre) la cual se esconde entre las paredes y cuyo reflejo se evita con la ausencia de los cristales de los espejos.

La casa se configura como un cuidado personaje cuya decadencia gradual conecta con la inminente destrucción metafórica, es decir, en traslación con el progreso argumental de los personajes y, concretamente, con las batallas interiores del hermano mayor de los Marrowbone, Jack. En la casa ha habido y existen las huellas de la muerte, la enfermedad de su madre y las acciones pasadas traumáticas y, en suma, la decrepitud humana, residen en ella y, en ese sentido, forman parte intrínseca de sí misma. No obstante, en este mismo escenario cohabitan el amor incondicional de los hermanos y su deseo por estar siempre juntos pese al acecho de lo innombrable. Es, por ello, que en la casa los hermanos tienen su propia fortaleza, un lugar construido por ellos mismos con telas dotado de capacidad de recuerdo o rememoración feliz de la infancia, de arraigo a una experiencia de vida que reside en el recuerdo y representa un lugar de protección, un límite que separa la peligrosidad de la realidad y aparta el paso del tiempo, deteniéndolo en una utópica atemporalidad feliz que se desvanece durante el transcurso del film.

Fortaleza Marrowbone

El propio director ha comunicado en una entrevista a la revista Fotogramas (disponible en Youtube https://www.youtube.com/watch?v=CiMXwNTAD5I) que se esmeró mucho en encontrar una casa acorde a la ambientación de la América rural que quería proporcionar a su historia, localizada en Asturias que posean, también, una nostalgia característica a la infancia, ese halo nostálgico que vemos en la estética de otras ficciones audiovisuales contemporáneas como la exitosa serie Stranger Things.

El umbral o la zona crepuscular entre dos mundos es un punto de partida para el director desde donde se transita de la infancia a la madurez, de la violencia a la fantasía y, también, la concepción de la película como una obra que se metaforiza en una “muñeca rusa” con múltiples capas las cuales representan los diferentes ángulos desde los cuales puedes afrontar el género de terror. El juego del umbral en el film convierte experiencias traumáticas pero ordinarias en extraordinarias desde el momento en que la madre Rose marca la separación de espacios al entrar en la casa, haciendo hincapié en que a partir de ese momento en que los hijos crucen la línea, todo va a cambiar.

Sam Marrowbone

El secreto de Marrowbone su suma a la cinematografía hispana de corte internacional y que cuenta con un reparto de protagonistas reconocidos como Anya Taylor-Joy (La bruja, Múltiple), George Mackay (Capitán Fantástico), Mia Goth (La cura del bienestar), Charlie Heaton (Stranger Things), Matthew Stag (Macbeth) y Kylle Soller (Anna Karenina) y un trabajo espectacular en dirección de arte, de una cuidada ambientación, de un guion trabajado al detalle y una dirección y producción de consolidada experiencia de trabajo conjunta que se plasma en el film.

Sam ofrece una interpretación espectacular dentro de la película por una naturalidad e inocencia que atrapa a la audiencia, es él quien presencia el fantasma y alerta a sus hermanos haciendo de lo sobrenatural, un elemento dentro del tono de terror que parte del hogar y del entorno familiar. Resulta efectivo, entonces, la construcción del horror desde la casa, desde la familia, utilizando los niños y jóvenes como catalizadores del mismo y utilizando una clave segura que, argumentalmente, conecta con El Orfanato o Los Otros. El drama familiar y el trauma desde el propio hogar hacen efectiva la creación del horror y la búsqueda de la empatía con la audiencia, haciendo de la presentación del trauma en pantalla, el planteamiento de una identificación posiblemente inmediata de lo que se presenta.

 

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