El infierno infantil al servicio del terror psicológico: «The Promised Neverland»
En 2016 se publicaría la primera parte del manga Yakusoku no Neverland. Tras el rechazo de varias editoriales que desconfiaban del material que les proponía su guionista, Kazu Shirai, la publicación fue adoptada por una de las revistas más influyentes del país y convertida en un innegable éxito que le llevaría a conseguir el premio más prestigioso del mundo del manga, el galardón Shogakukan al mejor shônen del año 2017. ¿El siguiente paso? Como toda publicación nipona sería realizar su adaptación a la pequeña pantalla en 2019 bajo el nombre internacional de The Promised Neverland. Un anime que, según el propio fandom, ha logrado superar a su precedente escrito. Pero, mejor vayamos por partes.
Antes de comenzar, advertimos a los lectores que nos resulta realmente complicado procurar un resumen argumental de la serie sin realizar algún que otro spoiler. Sin embargo, consideramos que esta información es necesaria para explicar las premisas narrativas y estéticas de la misma.
Así, la historia nos situará en un modesto orfanato localizado en medio de un frondoso bosque donde pronto conoceremos a nuestros protagonistas: Emma, una de las niñas más mayores del centro y con una energía desbordante; Ray, un chico solitario y observador; y Norman, un chaval con una inteligencia superior a la media. Todo en el orfanato se desarrollará con normalidad: el alboroto del desayuno, los “pilla pilla” de por la tarde e, incluso, los controles de aprendizaje de los niños se establecerán como parte de su propia rutina (lo que nos situará en un futuro tecnológico como parte importante dentro del contexto de la serie). Sin embargo, la programada salida de una de las niñas hará que Emma y Norman descubran el terrible secreto detrás de los misteriosos alrededores del orfanato: el lugar es una granja de niños a los que preparan para servir como comida a unas criaturas monstruosas que controlan el mundo exterior.
Entonces, todas las pistas que se presentan el episodio piloto empezarán a cobrar sentido y el espectador ya estará inmerso en el perverso juego que propondrá la serie. Un juego del que será prácticamente imposible poder desengancharse. De esta manera, la serie pivotará en torno a una nueva premisa argumental: los niños tendrán que aparentar normalidad para huir del orfanato y salvar sus vidas. Sin embargo, el plan de fuga se verá truncado por el hecho de que los propios enemigos conocen las intenciones de los huérfanos. Por tanto, cada episodio consistirá en un pulso constante de ambas partes por averiguar la estrategia de su rival. Una fórmula que provocará una acción trepidante, unos giros dramáticos impredecibles y una tensión latente en cada minuto del transcurso de la serie.
Con una trama impecablemente narrada y unos personajes milimétricamente definidos y construidos en torno a una función específica dentro de la propia acción, el anime desarrollará de manera perturbadora la explotación de las identidades infantiles como parte fundamental del género del terror. Unos elementos que llevarán a los personajes infantiles desde los perpetuadores del mal hasta ser los receptores del mismo debido a su condición de figura vulnerable y frágil. Patrones prototípicos del horror y que utilizarán los miedos y fobias propias de la infancia para construir su principal discurso. Como recordatorio, en este blog podéis encontrar un sinfín de investigaciones y bibliografía de la mano de Maribel Escalas sobre el tema. En el caso de The Promised Neverland, este “tira y afloja” con los adultos supondrá una parte esencial dentro del planteamiento de un futuro distópico claramente establecido en jerarquías de poder y en que las claves de su comportamiento supondrán, también, la garantía de su supervivencia.
Así, la serie combinará de manera muy eficaz las características propias atribuidas al género del terror fantástico con las pautas del thriller. Un equilibrio entre fórmulas genéricas que también se aplicarán a su estilo visual convirtiéndola en un anime con una calidad formal extraordinaria.
En este sentido, The Promised Neverland apostará por realizar una construcción estética con una puesta en escena asfixiante y bastante taquicárdica. Con una apuesta visual muy atractiva y estimulante, las escenas nocturnas que se sucederán en el orfanato mostrarán una atmósfera sórdida que manifestará las ansiedades, paranoias y traumas de los protagonistas; así como también actuará como reflejo de las personalidades perversas del mundo de los adultos y del entorno hostil al que se enfrentarán los niños. De este modo, nos encontraremos con una construcción de un terror psicológico a través de la sugestión y de la expectativa, de los claroscuros y, sobre todo, de una composición visual focalizada en “encerrar” a los personajes. En definitiva, un claro ejemplo de Horror Sensorium.
Como hemos comentado anteriormente, la serie nos plantea un juego. Una perversa «partida de ajedrez» – como lo denominan en el anime – en el que el espectador sufrirá un rol inmersivo importante e irá planteándose preguntas que tendrán una difícil respuesta. ¿Podrán hacer cómo que no pasa nada? ¿Les compensa romper las reglas? ¿Están todos en el mismo bando? ¿Todo vale para sobrevivir? ¿Existe un camino correcto que defina lo que es el bien y el mal? ¿Qué les espera en el exterior? Siguiendo la estela de animes como Puella Magi Madoka Magica, Paranoia Agent, Serial Experiments Lain, Shiki, Another o Elfen Lied (seguro que alguno de ellos aparecerá en nuestro blog en algún momento dado), The Promised Neveland se postula como uno de los animes más adictivos de los últimos años, tanto por su complejidad narrativa, como por su esmero por focalizarse en los detalles estéticos y, sobre todo, por su forma de atraer al público y hacerle partícipe del juego. Con 9 episodios emitidos y con 3 episodios para concluir, la gran pregunta que queda por responder es: ¿quién moverá mejor sus piezas para hacer jaque mate?
Amante del terror y de las series británicas. Ferviente seguidora de Yoko Taro. Graduada en cine y audiovisuales por la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC-UB). Especializada en dirección artística/diseño de producción. Máster de especialización en Estudios Literarios y Culturales (Universitat de les Illes Balears). Profesora en el grado de Comunicación Audiovisual en CESAG-Universidad de Comillas. Colaboradora en el proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Interesada en la investigación en game studies y TV studies.