“El joven Sheldon”, episodio 11, temporada 3
En este episodio («A Live Chicken, A Fried Chicken and Holy Matrimony»), me ha llamado la atención el hecho de que, al servicio religioso semanal, Sheldon asiste acompañado únicamente de las chicas de su familia: su madre, hermana y abuela. Se trata de una visión bastante “rancia” de la religiosidad, pero quizá sea porque se sitúa en una época pasada en la ésta solía asociarse más al ámbito femenino. En este contexto tiene mucha gracia la pregunta de Billy –que también acompaña a su madre- al Pastor Jeff, referente a la vida futura de las gallinas, pues, le gustan tanto, que se plantea si también pueden ir al Cielo. Esta preocupación se comprende mejor a medida que el episodio se desarrolla, ya que después descubrimos que su gallina Matilda está en “peligro de muerte” ya que ha dejado de ser ponedora y se están planteando comérsela.
Al final del servicio religioso, que el Pastor enfoca casi exclusivamente en el tema del amor sin dejar de clavar los ojos en la rubia de la primera fila, pide a Mary que se espere para darle una gran noticia. Esta no es otra que la de que se va a casar con la mujer antes mencionada, la agente Robin (representada por Mary Grill, que es en la realidad la esposa del actor que representa al Pastor Jeff, Matt Hobby), cosa que no sorprende a Mary porque fue ella precisamente quien había propiciado esta relación. Reconociendo este esfuerzo, la pareja le comunica que desean que se encargue de los preparativos de la boda. Ella acepta encantada, pero en el proceso de la preparación no lo pasa tan bien, ya que se va dando cuenta de todas las cosas que ella se perdió cuando se casó de forma precipitada por haberse quedado embarazada, como ya se reveló en episodios anteriores.
Pero todas esas actividades requieren mucho tiempo, que Mary tiene que restar al cuidado de su familia, por lo que pide a George que se haga cargo de los niños en la semana previa a la boda. No hace falta ser muy avispado -teniendo en cuenta el argumento de episodios anteriores- para imaginar los líos que se derivarán de esta situación. De nuevo, pues, la serie saca a la palestra un tema que, aunque situado en el pasado, sigue siendo de total actualidad: el hecho de que son normalmente las mujeres quienes llevan las riendas del buen funcionamiento de la vida familiar y del hogar. De hecho, lo primero que plantea George a su esposa es que deje al cargo de la casa a su madre, Connie, a lo que Mary responde recordándole que los hijos son suyos también.
El caos derivado de la ausencia de Mary puede resumirse en tres grandes apartados que afectan a cada uno de sus retoños, a pesar de que George no puede resistirse a pedir ayuda a su suegra. Georgie llega a la casa con una chica con la que se encierra en su cuarto. Connie no pierde la oportunidad de restregarle a su yerno que Georgie puede repetir la historia que hizo a su hija casarse con él. De ahí que obligue al chico a dejar la puerta abierta y sentarse en el suelo y no en la cama. La chica queda extrañada, pero más aún cuando sigue presenciando las rarezas de esta peculiar familia, como el ver a Sheldon huir asustado de una gallina que se encontraba en su armario (esta era Matilda, a la que Missy estaba ocultando para ayudar a Billy a evitar su «asesinato»); o comprobar que se ha inundado el baño porque Missy había tirado el pollo frito por el váter en defensa de las gallinas.
Por si todo esto era poco, como George había grabado Los vigilantes de la playa encima de su deseado episodio de Star Treck, Sheldon contacta por Internet con un adulto llamado Nathan, de extraño aspecto, que se ofrece a llevar su propia cinta e ir a verla con él. Esto da lugar a otro momento estelar: ver a Connie sentada entre este señor del que -lógicamente- no se fía y su amado nieto, esperando a que concluyera el episodio. Este mismo evento, por otra parte, propicia el alejamiento de la serie del realismo que la caracteriza, ya que a la petición de la abuela de que se teletransportara, el extraño visitante obedece haciendo lo propio. Y no sólo una vez, sino varias, ya que el olvido de su preciada cinta de VHS, le hace volver. La voz en off del Sheldon adulto aclara que esto no ocurrió así, sino que es como él lo quiere recordar, lo que resulta un alivio, ya que, de otro modo, el telespectador tiene la sensación de estar viendo, de repente, otro tipo de serie completamente distinta a lo que esperaba después de varias temporadas.
El episodio termina, como era de esperar, bien, con la boda de los dos enamoradísimos novios, que se funden en un beso final eterno que llega a empezar a dar asco a los asistentes, según se muestra en sus caras. Connie consigue hacernos reír una vez más con sus comentarios, en este caso explicando por qué se van corriendo los novios -que habían decidido esperar hasta después de la boda para conocerse en sentido bíblico-; según ella, iban corriendo a por sus regalos. Terminamos, pues, un episodio más, con una sonrisa en los labios.