Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

“El joven Sheldon”: episodio 12, temporada 3

En “Body Glitter and a Mall Safety Kit” son dos los hilos argumentales principales. Por una parte, se encuentra aquel en que reaparece uno de los personajes secundarios de episodios pasados: Paige. Se trata del alter ego femenino de Sheldon, la niña superinteligente que conoció en las clases universitarias del Dr. Sturgis, quien, por cierto, también vuelve a salir en escena. Si bien en su última aparición Paige salió triunfante en relación a Sheldon, como ya vimos, ahora se encuentra en apuros. Sus padres se están divorciando y consideran que le puede venir bien pasar el día con Sheldon y su familia, para aportarle algo de la estabilidad que siente que está perdiendo.

Aunque estas circunstancias se integran en una comedia, como es el caso de El joven Sheldon, no pueden sino mostrar los aspectos más duros que representan las separaciones de los padres a los niños. Así, la imagen que ofrece en este episodio la antes empollona pero agradable Paige es bien distinta a la del pasado. Además de que aparece más mayorcita, como muchos de los personajes de la serie, ya que estos niños van inevitablemente dando muestras de su crecimiento, también ofrece un aspecto más rebelde. Aparece un poco maquillada, con mechones de pelo rosa (que Missy inmediatamente quiere copiar) y una chupa vaquera que le aporta una apariencia más de adolescente que de niña. Pero sus cambios se aprecian más aún en su actitud, lo que atrae todavía más a la traviesa gemela de Sheldon, que llega a decirle: «¿Quieres casarte conmigo?».

En estas circunstancias, Paige sabe cómo conseguir que la abnegada y voluntariosa Mary la lleve al centro comercial con los gemelos, a pesar de que a ella no le gusta nada ir allí. Y la niña, ansiosa de salirse de las normas, intenta robar una purpurina corporal que acaba en la mochila del mismo que intentó evitar dicho robo (amenazando con usar el silbato que llevaba en su kit de emergencia para centros comerciales mencionado en el título): el pobre Sheldon. Cuando llegan a casa, viendo lo cambiada que está su antigua rival en inteligencia (llega a decirle que está cansada de ser inteligente), Sheldon comprende que no tiene más remedio que acudir en busca de orientación, que encuentra, como no podía ser de otro modo, en su amigo, el Dr. Sturgis. Este demuestra, una vez más, ser su mejor bastión. Basándose en su propia experiencia en desórdenes mentales, aconseja al niño que escuche a su amiga. A pesar de las dificultades de empatía que sabemos que caracterizan al protagonista de la serie, su buen corazón suele predominar sobre sus carencias emocionales, y consigue prestar atención a Paige casi sin parpadear.

Y no es que la serie sea un documental sobre valores humanos, pero hay que reconocer que ofrece muchas buenas ideas para fomentar una convivencia más humana en la sociedad. En esta ocasión presenta los efectos beneficiosos de la escucha activa, ya que la pobre niña, a pesar de su rebeldía inicial derivada de lo mal que lo está pasando al ver destruirse todo lo que antes era su fundamento vital, acaba desahogándose con su amigo. Llega a reconocer que lo que le ocurre es que se siente sola, a lo que Sheldon, a quien, en principio le cuesta tanto comprender a los demás, reacciona con tristeza diciendo: “Eso parece muy duro” y ofreciendo una bebida caliente a su amiga.

Este último detalle resulta curioso para los que también hemos seguido The Big Bang Theory, ya que ahí vemos que esta seguirá siendo una costumbre frecuente en el Sheldon adulto. Por otra parte, la voz en off de este mismo personaje explica que esta costumbre siempre le funcionó a lo largo de su vida, menos cuando su mujer estaba de parto, momento en que le escupió encima el brebaje. No es la primera vez que en El joven Sheldon se hace referencia al hecho de que Sheldon y Amy tendrían hijos, detalle que no se muestra en Big Bang, que termina con ellos casados, pero aún sin descendencia.

Y, siguiendo con la aportación de valores de la serie, hay que señalar otro promovido en este episodio, en esta ocasión dirigido a los padres, pero que podría ser aplicable a todos. Se trata de decir a los hijos (y yo añadiría que a cualquiera que nos sea cercano) que estamos orgullosos de ellos. En nuestro día a día nos falta tiempo para echarnos en cara los defectos y corregir a los demás directa o indirectamente, pero ¡qué pocas veces nos decimos las cosas buenas! En cambio, hay muchos estudios que demuestran los beneficios de decir lo positivo a los demás. Si queremos que avancen en cualquier faceta, no hay mejor combustible que reforzarles positivamente. En este episodio será George quien aprenda esta lección de mano de su compañero de entrenamientos, quien le aconseja que diga a Georgie que se siente orgulloso de él. A medida que el episodio avanza, podemos ver los efectos positivos de su declaración.

En resumidas cuentas, resulta beneficioso ver este episodio por los motivos mostrados y por algunas píldoras de humor que siempre están presentes en la serie, muchas de ellas protagonizadas, cómo no, por la abuela y por Missy. Cierro esta entrada con un ejemplo de cada una de ellas: la reacción de Connie ante la declaración de Georgie de que no quiere tener hijos con la afirmación “Es lo más sensato que te he oído decir nunca”, acompañada de una carcajada; y Missy, que aunque aprende en este episodio que “para presumir hay que sufrir”, aparece sometiéndose a una dolorosa depilación de cejas, pero disfrutando al final de su brillantina corporal, que luce bailando por las estancias de la casa como si de un ser etéreo se tratara. Todo esto ante la mirada atónita de los chicos de la casa, que, como ya sabemos, van en una onda totalmente distinta.

 

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