Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

El oscuro retrato psicológico de un payaso: El «Joker» (2019) de Todd Phillips

A mí me presentaron al Joker a edad temprana. En un mercadillo encontré una cinta VHS en cuya cubierta aparecía el retrato del Príncipe del crimen y -como yo ya era el fanático número uno de Batman por una figura de acción que tenía- le supliqué a mi padre que me la comprase. La cinta contenía una serie de capítulos de Batman: The Animated Series (Warner Bros. Animation, 1992-1995) en los que aparecía como villano principal el Joker, y en seguida quedé fascinado por la serie y por el personaje; sobre todo por su papel como némesis del Guardián de Gotham, y, desde luego, el halo de misterio que le rodeaba, pues, a diferencia de otros muchos personajes de la galería de villanos de Batman, la identidad del Joker no se conocía, nadie sabía su nombre, y eso atraía y aterraba.

Pese a ello, algunos autores se han atrevido a relatar los orígenes del Payaso del crimen; tanto en el ámbito del cómic -siendo The Killing Joke (1988) la más aclamada, con guion de Alan Moore y dibujo de Brian Bolland– como en el cine en la película Batman (Tim Burton, 1989), en la que Jack Nicholson interpreta a un sicario de la mafia que, después de un desgraciado enfrentamiento contra Batman, se convierte en el Joker. Al final, casi todos estos orígenes tienen diferentes puntos en común: los productos químicos de la fábrica ACE Chemicals que serían responsables de dar la palidez de la piel y el color del pelo verdoso tóxico del Joker, la figura del criminal Capucha Roja y, de un modo u otro, el mundo del crimen.

Arthur Fleck lee una serie de chistes que tiene apuntados en su diario, donde además escribe sus oscuros pensamientos.

Todd Phillips –director de The Hangover (2009) o War Dogs (2016)- se ha atrevido este año a replantear el origen de tan célebre villano, alejándose de esos tres puntos en común, pero sí que, de entre todos los orígenes habidos del personaje, toma gran influencia de la obra de Moore y Bolland; sobre todo en el hecho de que en ambas obras el Joker, antes de serlo, no es ningún criminal, si no que no es más que un pobre hombre que intenta llevar su vida adelante y ganar dinero para que él y su madre (en el caso de la obra de Phillips) o su mujer embarazada (en el cómic) puedan vivir decentemente; mientras que también intenta hacerse un hueco en el mundo de la comedia. Sin embargo, en esta nueva cinta se realiza una exhaustivo análisis psicológico de este personaje, interpretado por Joaquin Phoenix y bautizado con el nombre de Arthur Fleck (una especie de anagrama, dado que si abreviamos el nombre a la primera inicial y conservamos el apellido completo nos queda “A. Fleck”; Afleck, Ben Affleck, el nombre del actor que interpreta, o interpretó, a Batman en el DCEU).

Entonces, Arthur Fleck es un hombre atormentado, que sufre de un trastorno psicológico severo que, frente a situaciones de inseguridad, de miedo o de terror, le hace desprender una risa maníaca involuntaria. Este primer punto ya nos posiciona en una situación irónica: la risa frente a la cruda y dura realidad. En este intento de poder llevar una vida «normal», Arthur gana dinero vistiéndose como un payaso y trabajando en diferentes lugares (como anunciante de tiendas, animando a niños enfermos en hospitales…), con tal de ganar dinero (como ya he comentado) para su anciana madre, Penny, que casi no se puede valer por ella sola. En su aburrida y monótona vida, Arthur, tiene dos grandes objetivos que, en caso de obtenerlos, le harían feliz: ser un cómico profesional -un deseo influenciado por el late show de comedia presentado por su ídolo Murray Franklin (interpretado por Robert De Niro)- y tener una relación sentimental con su vecina Sophie (interpretada por Zazie Beetz); dos sueños con los que fantasea y que le hacen tener esperanza en su triste vida.

A raíz de ser atacado y ‘apalizado’ por unos adolescentes, Fleck, consigue un arma (un regalo de un compañero del trabajo) con la que, en uno de esos muchos días malos, acabará matando en el metro a tres directivos borrachos que intentaban agredirle; despertando en la ciudad una revolución contra la clase social alta y sobre todo contra Thomas Wayne, quien pretende presentarse a la alcaldía. Arthur, tras cometer tales asesinatos, habiendo manifestado su rabia acumulada a través de las balas, encontrándose en el clímax de su euforia se declara a su vecina mediante un apasionado beso que ella responde de igual modo. La confianza que le da su nueva pareja, le hace atreverse a probar suerte como monologuista en un bar de la ciudad. Arthur está nervioso, sufre de un ataque de risa involuntario, pero lo consigue controlar y hace que la gente se ría con sus gags y chistes. Ahora, Fleck, tiene todo lo que desea, por fin es feliz; pero estamos en una tragedia, la felicidad nunca dura para este personaje, pues descubre un secreto de su madre que le destroza por dentro, Murray Franklin se ríe en su programa de la actuación de Arthur como monologuista y descubrimos que su relación con Sophie era fruto de su imaginación  y que ella realmente le teme.

Arthur se prepara para su debut en el show de Murray Franklin

Finalmente, para su último gran show final, gracias a la invitación de Murray Franklin para ir a su show, Arthur planea su suicidio frente las cámaras, vestido como un payaso y con el nombre despectivo con el que le bautizó el presentador del Late Show: Joker. Sin embargo, cambia de planes, y en vez de suicidarse en directo, confiesa ser el asesino de los tres hombres del metro y mata a Murray y es detenido. Durante el trayecto hacia la comisaría, Arthur es liberado por unos de los cientos de enmascarados con caretas de payasos que se han revolucionado y causado el caos por toda la ciudad, donde la ley se ha quedado sin poder y donde muchos aprovechan para cometer crímenes. Entre todo ese desorden, Thomas Wayne, junto a su mujer Martha y su hijo Bruce, salen del cine tras ver La Máscara del Zorro, y lo demás ya es historia: un asesino mata a ambos adultos y deja junto a los cuerpos al inocente niño; y, mientras tanto, Arthur Fleck es vitoreado por la ciudad.

El filme toma grandes influencias de los cómics sobre el Joker. Además de la obra ya comentada anteriormente recuerda a cómics como Joker de Brian Azzarelo y Lee Bermejo – por el hecho de que la película esté centrada completamente en la figura del villano y por su estilo de dibujo realista- y The Dark Knight Returns de Frank Miller –en la escena del late show sobre todo- e incluso alguna escena recuerda al personaje Rorschach del cómic Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons en escenas como las sesiones de la psicóloga de Arthur o en la relación un tanto tóxica de este y su madre.

Un panel del cómic The Dark Knight Returns, donde vemos al Joker asistiendo a un late show. «Muchas caras diferentes de otras… muy pocas sonrisas…» piensa el Príncipe del crimen.

En cuanto a influencias fílmicas destacan dos películas de Martin Scorsese, Taxi Driver (1976) –respecto al gran análisis psicológico del personaje protagonista, la ciudad como factor que despierta el ansia de cambio en el personaje y cómo es retratada mediante una fotografía que recuerda a la de Michael Chapman, y el clímax final en la que tanto Arthur Fleck como Tavis Bickle (protagonista de la película de Scorsese) se visten de una forma específica para llevar a cabo su acto suicida-  y The King of Comedy (1982) -con la que tiene gran parecido argumental en cuanto a la extrema y enfermiza admiración de Arthur por Murray, igual que la de Rupert Pumpkin (Robert de Niro) por Jerry Langfrod (Jerry Lewis) en la cinta de Scorsese-. Además, podemos destacar un gran parecido a la cinta You were never really here (Lynne Ramsay, 2017), una película cruda, dura, brillantemente interpretada por, casualmente, Joaquin Phoenix; pero que no llegó a gozar de tanto reconocimiento mediático.

Podríamos decir que Joker tiene una escena que funciona de epílogo que he querido reservar para el final, ya que creo (a modo de teoría personal acerca del final de la cinta) que es el momento clave de la cinta, pues, en mi opinión, vendría a decirnos que todo lo que hemos visto forma parte de las muchas falsas realidades que se imagina Arthur en su cabeza, la realidad de un loco que se imagina cómo por una serie de circunstancias se pueden llegar a crear a un villano maníaco como a un héroe justiciero (ese  Bruce Wayne postrado frente a los cuerpos sin vida de sus padres que ya todos sabemos qué significa), una realidad que al fin y al cabo nos ha llegado a través de los cómics.

A aspectos técnicos, Joker, cuenta con un trabajo interpretativo brillante, sobre todo por parte de Phoenix quien se come la pantalla; una gran fotografía, que recibe influencia del cine neo-noir, por parte de Lawrence Sher, un montaje de también digno de mención, una soundtrack muy bien escogida, y un notable trabajo de dirección de Todd Phillips. En definitiva, Joker, es una muy interesante visión del célebre villano del cómic que agradará en bastantes aspectos a muchos fans del séptimo y noveno arte.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *