El refinado arte de robar: «Cat’s Eye» (1983-1985)
En el post de hoy vamos a realizar un salto al pasado. Un salto nostálgico a los años 80, cuando las series anime estaban comenzando a gozar de un hueco privilegiado en la ficción audiovisual japonesa – que no aún global – y las técnicas de animación aún no estaban depuradas del todo. En una época donde las televisiones españolas (a través del doblaje latino) y los espectadores de ese tiempo (prácticamente en su totalidad niños y niñas) emitían/consumían “dibujos” sin saber que se trataba de una de las formas del audiovisual más importantes de la historia de la animación. Pues bien, esta mirada nostálgica nos lleva 37 años atrás hasta el maravilloso anime Cat’s Eye, adaptación del manga homónimo de Tsukasa Hojo, creador de otro de los personajes emblemáticos del género thriller de los 80: el detective privado Ryō Saeba conocido como City Hunter.
Emitido entre 1983-1985 y con 73 episodios en su haber, la serie tiene como protagonistas a las hermanas Kisugi quienes regentan un café llamado “Cat’s Eye” justo enfrente de la comisaría de policía del distrito. Uno de sus clientes más frecuentes es el detective Toshio Utsumi cuya principal investigación y obsesión es atrapar a una organización criminal llamada “Ojos de Gato” que se dedica a robar obras de arte. Sin embargo, Toshio no sospecha que el enemigo está mucho más cerca de lo que cree: las hermanas Kisugi son las temidas ladronas. Así, teniendo una estructura episódica, la serie sigue cada uno de los golpes organizados por las tres jóvenes y la consecuente persecución de la desastrosa policía. En este sentido, la serie tiene una fórmula de heist movie donde las artimañas de los ladrones para evitar ser detenidos son el eje central de su narrativa al más puro estilo “el gato y el ratón”; y, en definitiva, aquello que nos hace estar pegados a la pantalla.
Como cualquier propuesta canónica del género, cada uno de los personajes tiene su propia habilidad que aporta cohesión al conjunto de la estafa y dinamismo a la trama. Así, las hermanas Kisugi combinan sus destrezas para realizar el golpe perfecto sin dejar rastro alguno: Hitomi, la mediana y líder del grupo, es la ejecutora de los robos gracias a su habilidad con las acrobacias, el combate cuerpo a cuerpo y su capacidad de mimetización con el entorno; Rui, la mayor y el cerebro de la organización, es la que diseña los planes y recolecta la información operativa gracias a sus contactos, su facilidad para los idiomas y sus conocimientos en historia del arte; y Ai, la pequeña y la ingeniera de la banda, es la que construye todos los gadgets y la que efectúa los planes de huida. Y, por supuesto, si no existe un buen “antagonista” que se interponga en los propósitos de los ladrones, la trama no cobra vida: el detective Toshio Utsumi es el contrapunto del refinamiento y eficacia de “Ojos de Gato”. Como parte de su golpe, las ladronas dejan una de sus tarjetas avisando de aquello que van a robar, la hora y el lugar. Lo que hace todavía más incompetente el trabajo de la policía, en especial el de Toshio, y más impresionante el trabajo de las criminales. Una situación que es una de las bases de la serie y que proporciona un tono desenfrenado a su propuesta.
Sin embargo, Cat’s Eye no se debe contemplar como una simple historia de “ladrones y policías”. Al contrario de famosos estafadores como Lupin III o Kaito Kid, “Ojos de Gato” no roba con ánimo de lucro, sino que su cometido es mucho más profundo: recuperar la colección de arte de su padre desaparecido, Michael Heinz, inmigrante alemán que recolectaba las obras que Hitler intentaba mantener ocultas o eliminar durante los años 30-40 (muchas de ellas pinturas) como consecuencia del expolio en la Segunda Guerra Mundial. Por tanto, la tarea de las hermanas Kisugi no solo implica un legado familiar, sino la preservación de la cultura como valor histórico indispensable. A medida que avancen los episodios, la serie obtiene un trasfondo político más complejo y maduro de lo que parece a simple vista. A los robos a museos, se le añaden la lucha contra las mafias y magnates que especulan con el arte y que se benefician de prácticas ilegales. De hecho, uno de los valores más importantes de la serie es la habilidad y originalidad de sus guionistas no reiterando las situaciones y manteniendo el interés en todo momento. Normalmente, los anime con una duración extensa tienden a incorporar episodios “de relleno” que no aportan nada a la trama. Una fórmula que acaba desprestigiando la historia transformándola en insulsa y con unos personajes poco creíbles.
En este sentido, el desarrollo de la historia también va de la mano de los personajes y de sus conflictos individuales. Mientras “Ojos de Gato” como organización se encuentra con vicisitudes como mantener su reputación frente a otras bandas o conservar el anonimato frente a otros investigadores (como la detective Mitsuko Asatani o la estudiante Kazumi, importantes en la trama), las diversas personalidades de las hermanas se complementan y evolucionan. Hitomi es la chica dulce y sensata que tiene una relación con Toshio, torpe y de gran corazón, cuyo romance se va consolidando; la impulsiva y brillante Ai, cuyo coeficiente intelectual la lleva a desarrollar su carrera profesional; y, la racional y maternal Rui que aporta un poco de estabilidad emocional a la familia.
Podríamos decir que Cat’s Eye es la antítesis de City Hunter; a pesar de que comparten universo ficcional con algún que otro crossover entre series – la última en la película City Hunter: Shinjuku Private Eyes (2019). Mientras esta última está enfocada a un público claramente masculino, refleja una masculinidad dual con un protagonista mujeriego, pervertido, vulgar y con mucha acción de por medio, aunque empático y carismático en su forma de actuar; la primera presenta a personajes femeninos felinos cuya inteligencia, astucia y picardía sobrepasa su elegancia y su belleza. Un contraste entre lo sofisticado/refinado y la adrenalina/fuerza bruta que pone en evidencia la dualidad el mundo de Tsukasa Hojo.
Amante del terror y de las series británicas. Ferviente seguidora de Yoko Taro. Graduada en cine y audiovisuales por la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC-UB). Especializada en dirección artística/diseño de producción. Máster de especialización en Estudios Literarios y Culturales (Universitat de les Illes Balears). Profesora en el grado de Comunicación Audiovisual en CESAG-Universidad de Comillas. Colaboradora en el proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Interesada en la investigación en game studies y TV studies.