Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

El regreso del patrón; la segunda temporada de “Narcos”, íntegramente en Netflix

Pablo Emilio Escobar Gaviria ha regresado. Que nadie se alarme; nos referimos al personaje que interpreta Wagner Moura en la aclamada (aunque no de forma unánime) producción televisiva Narcos. Después de una primera temporada que por lo general recibió críticas muy positivas, estaba cantado que habría una segunda. Los seguidores de Narcos deseábamos una continuación a esta historia, aunque bien es cierto que al cierre de la primera fase de diez episodios se generaron numerosas dudas acerca de la idoneidad de rodar otros diez más. ¿Realmente quedaba tanto que contar acerca de las andaduras del líder del Cártel de Medellín como para alargar la serie hasta tal extremo? Pues bien, lo cierto es que la gente de Netflix, ni corta ni perezosa, no solo ha lanzado esta segunda temporada, publicada íntegramente en un mismo día, sino que además la ha renovado por dos temporadas más.

Si bien es cierto, como decíamos, que la primera temporada podría calificarse de brillante pese a las críticas de sus detractores, que hablan de una supuesta falta de realismo en los diálogos, de lo poco fidedigno de los acentos de algunos miembros del reparto, o de las libertades que se han tomado los guionistas (a este respecto resulta interesante leer las críticas por parte del propio hijo de Pablo Escobar, Sebastián Marroquin, que pueblan la red), quizás sea también justo decir que esta segunda tanda no alcanza el mismo nivel de excelencia. Mientras que en sus inicios la serie nos atraía episodio a episodio plasmando la progresión de Escobar en la construcción de su imperio, ahora la sensación es de cierto estancamiento argumental, y esto resulta en cierto modo natural.

Tras la fuga de La Catedral lo más que nos puede ofrecer esta segunda temporada a nivel de guión es la constante persecución de Escobar por parte del Bloque de Búsqueda colombiano, la DEA norteamericana y un nuevo frente formado por Pacho Herrera (uno de los líderes del Cártel de Cali), Judy Moncada (despechada viuda de Kiko Moncada) y “los Pepes,” liderados por Fidel y Carlos Castaño y Diego Fernando Murillo Bejarano, paramilitares de extrema derecha que persiguen a Escobar por su supuesta vinculación con actividades comunistas. Ante la asfixia que todos estos contingentes ejercen sobre él y su familia Escobar responde con ataques a sus enemigos y en ocasiones también  de modo más indiscriminado e injustificable contra el pueblo colombiano, que sangra más que nunca, y con un escape continuo de residencia en residencia, que llega a resultar repetitivo. El “ya casi lo teníamos,” termina por ser poco creíble por insistente.

En esta ocasión los agentes de la DEA Steve Murphy y Javier Peña y el General Carrillo, a cargo del Bloque de Búsqueda colombiano, no estarán solos en la cruzada contra el líder de Cártel de Medellín.
En esta ocasión los agentes de la DEA Steve Murphy (centro) y Javier Peña (derecha) y el General Carrillo (izquierda), a cargo del Bloque de Búsqueda colombiano, no están solos en la cruzada contra el líder de Cártel de Medellín.

El peso recae en esta ocasión sobre el elenco de personajes secundarios, ampliado notoriamente, los cuales se reparten el protagonismo y contribuyen a diversificar algo la trama, aunque tal vez no lo suficiente. Personajes como el nuevo sicario de poca monta Limón, los ya mencionados Pepes o el coronel Hugo Martínez abren nuevos frentes argumentales. En lo concerniente a Pablo Escobar, si en la primera temporada presenciábamos su ascensión, en esta segunda vemos claramente lo opuesto; el descenso a los infiernos de un personaje que cada vez se descubre más solo y falto de recursos. Este es un nuevo escenario para él, pero sus respuestas son las de siempre; “plata o plomo.” Los otros grandes protagonistas, los agentes de la DEA Steve Murphy y Javier Peña siguen desempeñando su rol de forma convincente, aunque tampoco crecen demasiado, más allá de las dudas que se les presentan a la hora de escoger el procedimiento y aliados en la cruzada por capturar a Escobar.

Esta temporada plasma el declive de Pablo Escobar.
Esta temporada plasma el declive de Pablo Escobar.

En definitiva, no es que estos episodios sean insalvables, al contrario, son muy dignos, pero sencillamente no alcanzan el sobresaliente nivel de los que los precedieron, y en ocasiones el espectador puede tener la sensación de estar asistiendo a una función que ya ha visto reiteradas veces, y cuyos diálogos conoce de memoria. Existen alternativas. Aquellos que critican con mayor ferocidad la producción de Netflix suelen ser los mismos que nos recomiendan que veamos Escobar, el patrón del mal, producción colombiana de presupuesto mucho más limitado, y por ello mucho menos espectacular; mucho menos americana. Es más que probable que el hecho de saber en todo momento hacia donde nos conducía esta segunda temporada le haya restado atractivo. La sensación con la que algunos nos quedamos es la de que han intentado untar poca mantequilla sobre demasiado pan, y este es un temor a priori que personalmente he visto confirmado. Veremos que es capaz de traernos Netflix en las temporadas tres y cuatro; desde luego se antoja complicado encontrar un reemplazo  para el personaje de Wagner Moura que pueda rayar a la misma altura. Adiós, Medellín; Hola, Cali.

 

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