El viaje interior de Vanessa Ives: «A Blade of Grass» (3×04)
Capitulazo. Esta es la mejor definición posible tras el visionado del episodio semanal de Penny Dreadful, «A Blade of Grass», título extraido del poema del autor nacido en Liverpool en 1946 Brian Patten.
Mientras la tónica general de la tercera temporada de la serie ha dejado a todos los dreadfuls boquiabiertos ya que los finales de cada episodio han suministrado una información relevante para el desarrollo argumental (Drácula como eje del mal de la temporada, identidad real de la encarnación de Drácula y revelación de las relación previa entre Vanessa Ives y Calibán), el episodio que nos ocupa va a desarrollar de manera exclusiva la sesión de hipnosis a la que se somete Vanessa y que, controlada y grabada por la doctora Seward, la retrotraerá a su estancia en el Banning asylum que, como recordarán todos los dreadfuls, es el lugar en el que fue recluida Vanessa en la primera temporada de la serie.
Así descrito, puede parecer que el episodio se va a desarrollar de una manera un tanto lineal e incluso podríamos decir que insulso o predecible. Es evidente que esta afirmación resultará del todo errónea porque el Maestro (sí, sí, maestro con mayúscula) John Logan nos va a ofrecer el que ya nos atrevemos a augurar como episodio estrella de la temporada, del mismo modo como lo fue «The Nightcomers» (2×03). En ambos casos las protagonistas serán Eva Green y Patti LuPone. En ambos casos se construirá el backstory de Vanessa Ives y su estrecha relación con la brujería y las fuerzas del mal: su aprendizaje en el primer caso y la extrema persecución casi casi vital e inexorable de lo oculto y del maligno en el segundo caso. Pero el planteamiento que nos va a ofrecer Logan va a ser todavía más complejo.
Y es que durante todo el capítulo, Logan va a multiplicar las relaciones argumentales entre cada una de las temporadas en una estructura de conexión más que impecable. El relato de la terapia (con una especie de lobotomía incluida que se supone que debe ahuyentar las voces internas y los fantasmas del mal que le acechan) que ocupará todo el episodio deberá relacionarse con la primera temporada. La relación de Vanessa con Seward supondrá su (re)encuentro con su maestra Joan Clayton de la segunda temporada como también lo será el regreso de la mitología de los dos hermanos maléficos que pretenden poseer a Vanessa ya sea espiritual o físicamente y de los que conocerá realmente su identidad recuperando así la premisa del personaje de Vanessa a lo largo de toda la serie: el conocimiento de su rival. Pero sin duda, el elemento que más nos va a fascinar es la confesión del carcelero sin nombre (Calibán para nosotros) quien comentará que deja el manicomio para enrolarse en un barco -no sabemos si mercante o ballenero- que, como buenos dreadfuls que somos, relacionaremos con su nacimiento y con el personaje de Proteo de la primera temporada también. Un nuevo ejercicio de magia de Logan quien nos hace olvidar por un momento nuestra preocupación por cómo iba a reunir a la liga de monstruos extraordinarios y que nos exigirá un trabajo de memoria de todos y cada uno de los momentos de la historia de nuestros protagonistas.
Todo ello a través de una puesta en escena teatral en el sentido literal del término: dos actores que llevarán el peso del drama y del diálogo como centro de la escena, un personaje que servirá de conexión entre el dentro/fuera de la escena, y un único decorado con planificaciones que sirven para realzar el estado anímico del personaje central. Un elemento que lo diferenciaría de los esquemas teatrales canónicos pero que, de llevarse a escena, se suplirían con técnicas diferentes. Porque el diálogo y las fases de la relación entre Vanessa y Calibán resultan ser un formato condensado de una obra en tres partes (o actos si se prefiere) en que asistimos al desencuentro entre dos personajes antagonistas -el carcelero y la reclusa- , su aproximación a través de la poesía -de ahí la referencia que iniciaba el post y de ahí que entendamos la posterior conexión entre Vanessa y John Clare/Calibán- y, por último, la admiración y amor mútuos que los transforman en personas muy diferentes a las que eran en el momento de iniciar su historia de la que no necesariamente salen beneficiados. Un esquema semejante al que podemos hallar en algunas obras de Ionesco o de Beckett y en películas como Quills (2001) basada en la obra teatral de Doug Wright que también es su director.
Un esquema de enorme intimidad actoral que tiene en Eva Green y Rory Kinnear a dos excelsos intérpretes que nos emocionan terriblemente. Porque ese es el trabajo del actor: conseguir la emoción -sea del tipo que sea- en el espectador. Un enorme trabajo interpretativo con un texto sublime: ese es el mérito y la auténtica magia de un difícilmente olvidable episodio.
Lo mejor: la propuesta narrativa del episodio.
Lo peor: insistimos en la dificultad de rellenar este mini apartado del post. Simplemente no existe.
Lo más destacable/sublime: la interpretación de Eva Green y Rory Kinnear.
Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de les Illes Balears. Ha sido investigadora principal del grupo RIRCA y ha dirigido tres proyectos de investigación nacionales competitivos financiados por el gobierno español. Actualmente forma parte del proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Trabaja en ficción audiovisual en plataformas diversas, especialmente en temas de arquitecturas narrativas. Tiene una especial debilidad por el posthumanismo y ha publicado distintos trabajos en revistas indizadas y editoriales de prestigio internacional.