¿Empiezan a crecer estas chicas?: «Rehenes» (Girls 6 X 02)
Parece que a Dunham le funciona la fórmula de sacar a sus chicas del setting de la Gran Manzana, así que en este segundo episodio repite y se lleva a parte de ellas a Poughkeepsie. Antes de irse, el episodio se abre dejando bien claro que Marnie da otra oportunidad a su todavía marido, Desi. Para ello, organiza una escapada al citado enclave con él y con Hannah -no sabemos muy bien por qué- , que accede aunque con mucha desgana. Esto último se desprende de la conversación que la protagonista mantiene con Elijah, que culmina con un plano en el que éste muestra sus posaderas –en el episodio anterior parecía natural que Jessa comiera yogurt completamente desnuda sentada en el sofá del salón; y estos dos conversan de esta guisa: definitivamente, estos personajes deben ser muy calurosos….
El episodio está lleno de escenas muy «peliculeras» o histriónicas con algunas de las cuales una se preguntan si están hechas para provocar la risa intencionadamente o si sus actores están tratando realmente de interpretar lo que se supone que está pasando. Señalo algunas: el trío de Poughkeepsie emprende su viaje al más estereotipado estilo americano: en un descapotable rojo antiguo, con Marnie ataviada con un sesentero pañuelo en la cabeza a juego con una gafas de sol propias de Jackie Kennedy, con la música sonando alto y ellos gritando: «¡Viajes por carretera y baños desnudos!» «¡América!». Cuando llegan, la tienda en la que Hannah entra huyendo en parte del empalagoso Desi parece más bien sacada de otra serie, Embrujadas: está desordenada y sus heterogéneos cachivaches la llenan de un misterio cutre. La guinda del pastel de la tienda la pone Joy Bryan (de Parenthood), cuya belleza deja a Hannah casi pasmada y le lleva a preguntarle sin tapujos qué hace allí en vez de dedicarse a ser modelo. Este personaje sirve para alimentar el aparentemente sediento espíritu de Hannah, que ya en el episodio anterior, en su relación con Paul-Louis, mostró un especial interés por aquéllos distintos a los superficiales amigos neoyorkinos a los que está acostumbrada. Esta misteriosa tendera, además de un juego de té, regala a Hannah su extraña historia: está allí tras haber caído en las vías del metro de Nueva York (electrificadas) y haber sido rescatada por Chris Noth (Mr. Big de Sexo en Nueva York). Lo que a Hannah realmente le interesa de ella es si ahora, lejos de su anterior vida, es más feliz. Con ello, podemos ver un atisbo de esperanza en Hannah, que quizá se esté planteando alejarse de lo que ha venido siendo su vida hasta ahora.
Pero volviendo a lo histriónico del episodio, tengo que hacer mención del giro que da el argumento cuando llegan a la casa de Poughkeepsie y Marnie mantiene una fuerte pelea con Desi tras descubrir que lleva más de un año tomando pastillas de OxyContin, nada menos que 20 al día durante más de un año. Este forcejeo, no obstante, parece más bien un baile patoso. Pero el momento que provocó en mi caso incluso las carcajadas fue el que se supone que debería aterrorizar a los espectadores, con un Desi ensangrentado y enloquecido que lucha por entrar desesperadamente dentro de la casa mientras las insulta a todo pulmón, de noche, y ellas, a grito limpio, tratan de evitarlo. Es entonces cuando Hannah, tratando de que Desi no entrara por la ventana, le intenta pegar con una cuchara como si estuviera espantando un moscardón o una abeja.
De todo este «horror» (interprétese el término como se vea más conveniente), me quedo con la conversación de Hannah y Marnie, en la que parece darse a entender que estas chicas han aprendido algo útil de esta mala experiencia. Hannah explica a Marnie que ha estado tan pendiente de sí misma (siempre lo está), que no había sospechado si quiera que Desi fuera drogadicto, a pesar de sus extrañísimos comportamientos (recordemos que tampoco se dio cuenta de esto en el caso del Charlie heroinómano). Y lo mejor de esta charla es que Hannah le insiste a Marnie en que se lo dice desde una nueva actitud porque para ella ya se ha acabado el juzgar a los demás, el sentirse superior y el actuar como si supiera las cosas, porque, añade, ninguna de ellas sabe absolutamente nada. Me gusta la conclusión a la que llega, porque me parece de las más coherentes que he oído en toda la serie. Pero, ¿le durará y servirá de algo en adelante? Ya lo iremos viendo.
Una breve referencia al trío Shoshanna-Jessa-Elijah, que se quedó en Nueva York. Difícil situación para Shoshanna: se encuentra entre dos polos opuestos -y extremos- en lo que respecta al tipo de amistades a elegir. Asiste a un encuentro de mujeres empresarias nada menos que con Elijah y Jessa, a cual más egocéntrico (primer polo). Allí se encuentra a dos jóvenes y exitosas empresarias -pero representadas de forma ridículamente pija- con las que pudo haberse asociado en el pasado pero a las que dejó plantadas a última hora (el otro polo). Su más que evidente éxito le hace replantearse el tipo de gente de la que debe rodearse. Shoshanna, parece hacerse consciente del tipo de «amigos» que tiene tras recapacitar sobre su actitud en la fiesta: Elijah fue de mala gana y se dedicó a tirarle los tejos a un camarero, y Jessa arruinó la conversación y el trato con las empresarias con sus palabras y su actitud (su cara de asco es ya una constante en la serie, pero además iba vestida como mi abuela ya habría dejado de hacerlo hace años). Parece que también Shoshanna saca conclusiones de esta otra «horrorosa» experiencia, y termina gritando desesperadamente a Jessa que la deje, a lo que la otra responde a gritos: «¡Crece!» Yo creo que eso se lo debería aplicar primero a sí misma, como no para de demostrar en la serie: Shoshanna parece haber empezado a hacerlo. ¿Lo harán también, por fin, las demás?