En busca de un nuevo hogar: «Brooklyn» (John Crowley, 2015)
Sinceramente, a la hora de enfrentarme a la película, no sabía a lo que atenerme. He de confensar que mis expectativas hacia el film eran totalmente confusas: por un lado, al salir el trailer oficial parecía una típica historia romántica, como si de una de las múltiples y edulcoradas adaptaciones de las novelas de Nicholas Sparks se tratara- en pocas palabras, como una especie de The Notebook 2.0; y por otro, la más que soprendente nominación a la Mejor Película en esta edición de los Oscar y las muy buenas críticas que recibía la cinta. Pues bien, teniendo más peso en mi juicio la parte de mí cerebro que me seguía repitiendo que la película acabaría siendo un melodrama lacrimógeno sin más, Brooklyn ha resultado ser una de esas películas que te acaban sorprendiendo positivamente. Pero, vayamos por partes.
Con dirección del cineasta irlandés John Crowley, Brooklyn es la adaptación de la novela homónima con el mismo nombre de Colm Toibin que narra la historia de Eilis Lacey, una joven irlandesa que se verá obligada a cruzar el océano Atlántico para instalarse en la ciudad de Nueva York en busca de un futuro mejor a principios de la década de los 50. En la película el espectador seguirá a la insegura y frágil Eilis en su viaje para adaptarse a un nuevo estilo de vida y en la persecución de su ansiado «Sueño Americano» pasando por venturas y desventuras emocionales. Si nos paramos a analizar otros de los guiones efectuados por Nick Hornby – al menos los dos últimos títulos que más buena fortuna le han deparado – An Education (Lone Scherfig, 2009) la historia de una adolescente que se enamora de un hombre mayor que ella que le enseñará a disfrutar de la vida, y Wild (Jean-Marc Vallée, 2014) la adaptación de la historia real de Cheryl Strayed, una mujer drogodependiente y atormentada por los errores de su pasado que decide aventurarse en una marcha en solitario cruzando EE.UU a pie; no es extraño enlazar ambos films con la trama de Brooklyn: el viaje de una mujer hacia la madurez emocional para encontrarse a sí misma.
Reivindicado en gran parte de la campaña publicitaria el componente romántico de la trama – que lo hay, no nos vamos a engañar – la premisa de la cinta va mucho más allá que eso. Brooklyn nos habla sobre la búsqueda de la identidad nacional y, sobretodo, de la identidad personal. Y es que la temática inicial de la cinta no pretende centrarse en la vida sentimental de Eilis, sino en contar una de los cientos de historias sobre el éxodo masivo de inmigrantes irlandeses a la costa este de Estados Unidos en busca de un futuro mejor. Porque Brooklyn es, en esencia, la escena de la película en la que vemos a Eilis llena de lágrima en los ojos subida en el barco que le va a llevar a América rodeada de decenas de jóvenes mientras sus padres y hermanos pequeños les despiden desde el muelle. Brooklyn es esta frase en la boca de Eilis: «I wish that I could stop feeling that I want to be an Irish girl in Ireland» («Ojalá dejara de querer ser una chica irlandesa en Irlanda»)
Entonces, en este caso, el tagline de la película no podía ser menos acertado: «Two countries. Two loves. One heart» («Dos países. Dos amores. Un corazón») ¿Y sí los «dos amores» de Eilis no fuesen sus conquistas amorosas? ¿Y estos supuestos «dos amores» fuese un juego de palabras? Al fin y al cabo, los dos hombres que se «disputarán« – si me permitís utilizar las comillas – el corazón de nuestra protagonista no son más que la traslación física de Irlanda, su tierra natal y su pasado, y de Brooklyn, su nuevo hogar y su futuro.
En este sentido, no se me ocurre una mejor actriz que Saoirse Ronan para interpretar a Eilis Lacey. Obteniendo su segunda nominación a los Oscar con tan solo 21 años – recordad que estuvo en el 2008 como Mejor Actriz Secundaria por su rol de Briony Tallis en Atonement a los 13 años – Ronan no solo hace un papel extraordinario – por algo partía como favorita a llevarse la estauilla antes de que apareciera Brie Larson en su camino – donde muestra su lado más vulnerable y emocional hasta la fecha, sino que su involucración en la película va más allá. A pesar de su nacionalidad irlandesa, Ronan nació en la ciudad de Nueva York – en el Bronx para ser más concreto – varios años después de que sus padres inmigraron desde Dublín a EE.UU a mediados de los años 80, precisamente para prosperar en su futuro. Así que, parece que la historia de Eilis no le resulta desconocida del todo y su implicación en la película es completamente personal. Brooklyn también cuenta con unos secundarios de lujo aunque su participación sea breve dentro del film. Julie Walters, Jessica Parré, Jim Broadbent y, el omnipresente este año, Domhnall Gleeson completan el reparto.
Si bien la amplia mayoría de películas con una estructura de guión parecida rozando (casi) el melodrama y con unas premisas argumentales más o menos parecidas – refiriéndome a tramas donde uno de los grandes ejes principales se centra en trama amorosas – tienden a pecar de empalagosas, idílicas y lacrimógenas; uno de los grandes aciertos en Brooklyn es, precisamente, la carencia de estos tediosos adjetivos. El guión de Hornby sabe cómo dosificar el nivel emocional en el film para que no sea demasiado edulcorado en ningún momento. Esto combinado con una muy buena cadencia que mantiene un ritmo ágil y nada cargante, el film consigue no transformarse en una historia que podría haberse convertido en un auténtico «dramón« – con permiso de la expresión – insoportable con mucha facilidad.
Siendo la antítesis visual de otra de las películas del año ambientadas en el mismo lugar y en la misma época, Carol (Todd Haynes, 2015) donde se nos presentaba una visión más onírica y turbia de la sociedad americana, Brooklyn será una propuesta marcada por una potente belleza estética colorista en sintonía con el concepto de la prosperidad de «The American Way of Life» y que se complementará con una puesta en escena de estilo más clásico en gran parte de la película y con alguna que otra secuencia con una apuesta más introspectiva y sugestiva.
Ahora bien, a pesar de que el guión en gran medida funciona gracias a su estructura narrativa convencional, la temática más interesante planteada durante la primera mitad de la película sobre el forzamiento migratorio irlandés a EE.UU en la época y la crisis emocional de la protagonista por la añoranza de su tierra natal, parece ser eclipsada por la trama amorosa. En definitiva, Brooklyn es un buena película que no supondrá (para nada) la pérdida de tiempo del espectador. Pero, es una verdadera lástima que algún espectador más inconformista pueda quedarse en la superficialidad del relato – en parte por un erróneo desarrollo hacia el final de la cinta – más allá del plantamiento tan interesante que el film desarrolla en su primera mitad y que se irá recuperando de manera muy discreta a lo largo de la trama.
Amante del terror y de las series británicas. Ferviente seguidora de Yoko Taro. Graduada en cine y audiovisuales por la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC-UB). Especializada en dirección artística/diseño de producción. Máster de especialización en Estudios Literarios y Culturales (Universitat de les Illes Balears). Profesora en el grado de Comunicación Audiovisual en CESAG-Universidad de Comillas. Colaboradora en el proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Interesada en la investigación en game studies y TV studies.