Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Epílogo final: «Latching» (Girls 6 x 10)

Aunque este es el último episodio de la temporada y de la serie al completo, podríamos decir que el anterior ya sirvió -incluso mejor que este- de conclusión de la misma, siendo así que éste parece más bien un epílogo de la serie. En el noveno, se mostraba a todo el elenco de protagonistas femeninas para plasmar cómo acaban todas ellas, las unas en relación con las otras, como ya comenté la semana pasada. Así que este episodio décimo parece casi estar de sobra. De hecho, tanto Dunham como Konner reconocen que éste viene más a satisfacer sus deseos que los de los guionistas, que consideraban que con el noveno episodio la serie quedaba más que cerrada. En mi opinión, el décimo también podría venir a satisfacer la curiosidad de quiénes deseen conocer al nuevo personajillo que habitaba el vientre de Hannah en episodios anteriores y que, con razón, sospechamos que cambiará la vida de su madre. Pues bien, el niño -que aparece ya con cinco meses de vida, evitándonos la serie ver a Hannah achuchando en un paritorio- es una preciosidad, y comparte los rasgos morenos de su padre, además de llevar el nombre que éste sugirió para él: Grover. Este décimo episodio también muestra a Hannah afrontando su nueva situación de madre al completo y de un modo muy realista, nada idealizado, que refleja las preocupaciones propias de esta etapa tales como los problemas para conseguir dar el pecho a su bebé (el «latching» del título viene a simbolizar este hecho, y también la conexión y entendimiento entre Hannah y su hijo, por el que la vemos preocupada a lo largo del episodio).

Este episodio sirve, además, para rendir homenaje y poner en su justo lugar ciertas consideraciones respecto a la serie en global. Así, pues, incluso el título, que en cada episodio ha ido apareciendo con un colorido diferente, aparece ahora mostrando todas sus versiones (que incluso van variando su colorido), como simbolizando que aquí se resumen todas.

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Después se enfoca a Hannah y Marnie acurrucadas en la misma cama (parece ser que Marnie se coló por la ventana sin más), como en el primer episodio, trayendo a la mente una estructura circular, aunque no por las implicaciones de perfección que se suelen asociar a esta forma geométrica. En una entrevista a Dunham y Konner, explican que querían acabar con esta misma escena la serie porque para ellas ésta ha representado desde sus orígenes una historia de amor, pero concretamente entre estas dos jóvenes (creo que el seguimiento de la serie no da a lugar a inferir esto, pero bueno, si ellas lo dicen…).

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Sea como fuere, satisface ver que estas chicas, después de haberse mostrado tan narcisistas, por fin demuestran que son capaces de preocuparse por los demás. No obstante, como todo en Girls, nada es completamente positivo, de modo que no acaba de quedar claro si Marnie decide ayudar a criar a Grover porque realmente se considera la mejor de las amigas de Hannah (no era difícil) y porque antepone a su propia felicidad las necesidades de su amiga (como le confiesa a la madre de Hannah, es decir al más puro estilo de otra serie, Playing House), o porque su vida se encuentra en una especie de stand-by: su banda de música estaba deshecha, su matrimonio también y estaba viviendo en el gimnasio de la casa de su madre. En cualquier caso, en este final, también aparece una Marnie algo mejor (también era fácil, con poco que se esforzara, pues en los últimos episodios llegó a un nivel de egocentrismo casi cómico e irreal), a pesar de mostrar bastante poco tacto al espetarle a Hannah, para convencerla de que le dejara quedar se con ella, que, aunque ella cree que tiene muchos amigos, en realidad no tiene a nadie a su lado, nada más que a ella. No obstante, se presenta ahora, al menos, como una Marnie algo más serena (que fuma cigarros de vapor, por cierto, incluso en la sala de espera del pediatra), en ocasiones incluso como la compañera paciente e ideal para acompañar a Hannah en esta nueva etapa de crianza (incluso lee libros sobre la alimentación de los bebés sobre los que alecciona a Hannah, hasta el punto de exasperarla). Pero como «genio y figura hasta la sepultura»… la serie no podía despedirse sin mostrar de nuevo el cuerpo de Hannah desnuda y a Marnie coqueteando con el sexo.

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Y volviendo a Hannah: los agobios típicos de madre primeriza la llevan a irse de su casa, dejando a su madre (tras discutir con ella, que le dice palabras poco alentadoras en estas circunstancias, como «Las cosas se te van a poner tan difíciles más adelante, que ni siquiera te acordarás de esta etapa») y a Marnie al cuidado de Grover (Marnie había pedido a la madre de Hannah que fuera a ayudarlas, provocando también el enfado de Hannah, que -recordemos- tenía la intención -idealizada, desde luego, segú demuestra- de criar ella sola a su hijo). Su paseo aporta simbólicamente el mensaje de que Hannah está madurando, como veníamos viendo en los episodios anteriores. Ahora encuentra a una adolescente huyendo de su casa supuestamente tras un accidente. Para tratar de ayudarla, Hannah le pregunta qué le ha ocurrido tan grave como para salir de casa sin pantalones ni zapatos, y al explicarle ésta que el motivo no era otro que el que su madre la había obligado a hacer los deberes antes de ir a ver a su novio, Hannah se indigna al más puro estilo adulto. Hannah le hace ver que su madre no quiere sino ayudarla y le explica que para ello está seguramente renunciando a muchas cosas que le apetecerían y que lo hará así para siempre. En esta escena se repite una de las típicas ocasiones de la serie en que el encuentro con un extraño hace reflexionar y madurar a sus protagonistas más que el trato cotidiano con los conocidos (familia o amigos). Con ello parece decirnos a los espectadores que se da cuenta de que su actitud con su madre no difiere mucho de la de esta adolescente con la suya, así como que tiene claro su rol de madre, que Grover está en buenas manos. Esta anécdota no está exenta, además, del extraño humor de Girls, pues Hannah, con la intención de ayudar a esta joven, le dice que no debe ir sin pantalones ni zapatos y le da los suyos (otro símbolo que plasma que su ego está dejando de ser el centro de su vida). Así, pues, al final, la chica se va y Hannah es «escoltada» hasta su casa por un coche policial que se interesa por ella al verla caminar de noche, sin pantalones y descalza (lo que la asemeja aún más a la adolescente que se encontraba en las mismas circunstancias hasta encontrarse con Hannah). En esta misma línea de humor que linda con lo grotesco, hay que mencionar la imagen de Hannah que apareció antes de su huída discutiendo con Marnie en su porche con dos extractores de leche colocados en sus respectivos pechos, que se van llenando de forma realista, además.

Hannah vuelve calmada de su paseo y su experiencia y se sienta entre su madre y Marnie en la escalera del porche de su casa (por cierto, preciosa) como si nada hubiera pasado, representado un trío de madres (cada una a su manera). Grover llora dentro de la casa y a pesar de que las demás tienen la intención de ir a atenderlo, es Hannah la que pide hacerlo. Se sienta relajada con él en brazos (como Marnie le había recomendado, por cierto) y, por la cara que se le pone Hannah y los reconfortantes sonidos del bebé que vamos escuchando, Grover, por fin, consigue engancharse y conectar satisfactoriamente con el pecho de su madre… y símbolicamente con toda ella, como decíamos en el párrafo introductorio. Las palabras finales de Hannah, que concluyen la serie, parecen apuntar hacia un futuro bien encaminado, si no feliz (pues en Girls eso es mucho decir): «Good, that’s good Grover… OK».

¡Buena suerte, Hannah! Y hasta siempre.

 

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