Fracasados en la Tierra con anhelos de victoria en la Luna. «Moonbase 8» (Showtime, 2020)
En los solitarios y áridos desiertos de Arizona hay desplegadas una serie de bases de la NASA donde diferentes personas ponen a prueba sus capacidades para un posible y futuro vuelo con destino a la Luna. En la octava base lunar se encuentran una serie de personajes un tanto dispares y absurdos que anhelan dejar de lado sus mediocres vidas para convertirse en héroes nacionales cuando hayan pisado tierra lunar. Esta es la premisa principal de Moonbase 8 la nueva serie de seis capítulos distribuida por Showtime y producida junto a A24 que llegó a nuestros hogares el día 9 de Noviembre y ha finalizado este pasado lunes 14.
El punto fuerte de la serie es sin duda su reparto principal, los protagonistas y creadores Fred Armisen, John C. Reilly y Tim Heidecker (sin olvidarnos del también creador Jonathan Krisel que dirige todos los capítulos). Un trio actoral que se compenetra a la perfección consiguiendo que el espectador rompa a carcajadas con las situaciones que viven. Los tres actores encarnan a completos desdichados que ven en este programa de la NASA una oportunidad para hacer borrón y cuenta nueva a sus problemas. Tenemos a Michael «Skip» Henai (Armisen), un científico meticuloso hijo de un profesional de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio que busca ser igual de importante que su padre y que pese a tener un doctorado se siente menospreciado por la NASA, por sus compañeros e incluso por él mismo; Rook (Heidecker), quien en el pasado acompañó a grupos de rock como Phish por sus giras y ahora pertenece a una congregación ultrareligiosa llamada la «Cruz del Calvario» que le ha dado la misión de difundir la palabra de Dios por todo el universo; y el capitán Robert Caputo (Reilly), un amargado ciudadano de Hawái al que le han embargado la casa y el coche y desea ir a la Luna y volver a su hogar como un héroe. «Me darán la llave de la ciudad» dice Caputo a sus compañeros soñando con completar su misión.
Lo absurdo es el motor de toda la serie. Los tres personajes deben lidiar con sus miedos y preocupaciones a la vez que intentan solucionar distintos problemas que acaban superando sus capacidades. Un día se dan cuenta de que se han gastado la reserva de agua de un mes en menos de una semana, en otra ocasión deben hacer frente a una posible amenaza que cada noche se acerca a la base a hurgar en la basura (a la vez que intentan encontrar la manera de ponerse el traje lunar rápidamente). Rancheros con armas, pueblerinos de la zona o virus contagiosos son otros de los problemas que tienen. Incluso cuando aparentemente no tienen ningún inconveniente de gran magnitud, ellos lo vuelven todo en su contra de manera inconsciente. Es obvio que desean hacer su trabajo a la perfección, pero su más que evidente patetismo acaba jugándoles malas pasadas.
La estética es otro punto a favor de la serie. Su aspecto un tanto preciosista naif plasma la atmósfera en la que viven los personajes de colores mayoritariamente azulados y blancos (aunque se distinguen en ciertos objetos puntuales tonos rojizos, verdes y amarillos) en formas minimalistas un tanto infantiles (quizás porque los protagonistas son representados casi como niños) que contrastan, por ejemplo, con la base lunar de SpaceX -con ella han de lidiar en uno de los capítulos- con la que se diferencia enormemente tanto por la central en la que viven como por los trajes espaciales; siendo los de la NASA más prototípicos de la idea que todos tenemos de «astronauta» mientras que los de la empresa de Elon Musk llevan unos más adaptados a su anatomía de colores blanco y negro.
Muy a pesar de tratar sobre unos futuros astronautas, la serie funciona como una especie de feel good comedy o sitcom (aunque sin esas molestas risas enlatadas) en la que todos esos conflictos inter e intrapersonales que tienen los protagonistas acaban resolviéndose de una manera amable y resultona. Quizás no de la mejor forma en la que podría suceder, pero sin duda es suficiente para los personajes que tras un duro día de trabajo se van a dormir bien tranquilos soñando con su destino final; que ojalá veamos si deciden hacer más temporadas. Moonbase 8 no es una obra maestra del mundo de la televisión, ni pretende serlo. Sin embargo sus capítulos se disfrutan y sus personajes, con sus luces y sus sombras (igual que la Luna), hacen que el espectador empatice con ellos, que pase un buen rato con sus situaciones absurdas sin sentido y que se sienta uno más del equipo de la base lunar número 8.
Graduado en Comunicación Audiovisual en el Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (Universidad de Comillas). Apasionado por el cine, las series de televisión, los cómics y toda forma de arte secuencial. Interesado en toda obra filosófica, transgresora e innovadora.