“Gantz”; ¿Uno de los animes más originales de todos los tiempos?
Gantz es un manga seinen creado por Hiroya Oku en el año 2000, que dio lugar a un anime, un videojuego y dos películas, entre otros productos. Pese a que el anime de Gantz no abarca toda la historia de la versión impresa, este es fiel a la trama original hasta donde alcanza, por lo que hablaremos de ambos conjuntamente. El motivo por el cual hemos decidido dar espacio a esta serie es que tal vez sea una de las producciones con un planteamiento inicial más original y prometedor a la par que misterioso dentro del universo otaku, aunque bien es cierto que para muchos seguidores existe un punto de inflexión en el que la trama se ve truncada, y ya no hay vuelta atrás a la sensación de suspense inicial. Tal vez en eso difieren el manga y el anime; mientras que el segundo termina en un punto álgido, el primero se alarga más allá, quizás de forma innecesaria.
Kei Kurono es el protagonista de Gantz. Se trata de un estudiante de instituto de carácter marcadamente asocial y egoísta (¿incluso misántropo?) que se verá envuelto en un episodio que cambiará su vida para siempre. Un día cualquiera, mientras se encuentra esperando que llegue el tren a la estación Kei reconoce a un amigo de infancia, Masaru Kato. A diferencia de Kurono, este se caracteriza por su personalidad afable y humilde, y su voluntad de ayudar al prójimo, por lo que cuando un señor alcoholizado cae a las vías del tren no duda en saltar y tratar de sacarlo del peligro en el que se encuentra. Ese es el momento en el que pedirá ayuda a Kurono, quien, reticente, terminará por acceder desganadamente. Pero no lograrán su objetivo, siendo atropellados por el tren junto a la persona que trataban de salvar.
¿Cómo es posible que ambos protagonistas mueran nada más iniciarse la serie? Nadie podrá decir que no se trate de un comienzo de lo más inesperado, y que deja a lectores y espectadores con los ojos como platos. Sin embargo, la muerte no es el final, es tan solo la génesis de lo que realmente es Gantz, puesto que tras el accidente los tres personajes son incomprensiblemente trasladados a un piso en la ciudad de Tokio, del que no pueden salir y en el cual se encuentran con otras personas quiénes, al parecer, también habrían muerto en ese u otro momento. El elemento clave que contribuye a potenciar todavía más el halo de misterio que rodea a esta estrafalaria situación es una todavía más estrafalaria bola negra que se encuentra en el centro del apartamento, dentro de la cual hay una persona que parece estar en un estado de inconsciencia.
En este lugar Kei y Kato tratarán de descubrir que es lo que les ha sucedido; por qué siguen todavía con vida y cuál es el sentido de su aparición en el piso. Pero no contarán con mucho tiempo para reflexionar acerca de estas cuestiones, ya que pronto descubrirán que han sido transportados allí para participar en un evento de duración limitada en el que deben acabar con una serie de sujetos, en cuyo caso serán liberados para seguir adelante con sus vidas. Sin embargo, de morir la muerte si sería en esta caso real y efectiva. Además, el espacio al que son trasladados y en el que debe realizarse esta tarea está delimitado de tal modo que si alguien trata de escapar, a la persona en cuestión le estalla la cabeza.
Para luchar cuentan con trajes negros y un arsenal de armas, muchas de ellas desbloqueables (las más efectivas de entre ellas) a medida que se acumulan puntos dentro del sistema. Incluso el funcionamiento de estas supondrá, al principio, un enigma. Este es otro de los grandes atractivos de Gantz: una estética marcadamente futurista y gore que, combinada con escenas de acción trepidante expresadas a través de un estilo de dibujo original que incluye retoques digitales resulta altamente atrayente. A todo esto hay que añadirle la evolución que sufre un personaje redondo como el de Kei Kurono, quién al ser trasladado por sistema y de forma imprevista a la habitación del piso para realizar misiones se encontrará de forma cotidiana ante situaciones de vida o muerte y sufrirá una gran metamorfosis de carácter moral.
Pero probablemente el mayor punto fuerte de Gantz sea la sensación de psicoesfera que transmite. Al fin y al cabo, sus protagonistas se ven obligados a acabar con otros seres sin saber cuál es el motivo por el que la esfera negra les ordena hacerlo, lo que entraña una serie de cuestiones éticas y morales que se ponen de relieve a medida que los acontecimientos se van desarrollando. Al final no queda otro remedio que decidir, y el rango de posibilidades es más bien limitado; uno puede matar, o por el contrario, morir. Toda esta dimensión psicótica y enigmática se mantiene a lo largo del anime, pero se pierde en la segunda parte del manga (conocida como Stage 2), en la que Oku opta por dar prioridad a la acción por encima de la intriga, de tal modo que Gantz termina derivando en un sucedáneo de una película de acción de calidad cuestionable, donde lo que prima es el número de enemigos, explosiones, emociones fáciles y las vacías y vísceras, muchas vísceras.
Sin embargo, su planteamiento inicial es en alto grado atrayente. La sensación de que Kei, Kato, y todos los demás personajes que van apareciendo y ganando protagonismo viven inmersos y atrapados en una vida dual (la cotidiana y la de Gantz) transmite una sentimiento de angustia que facilita que empaticemos con ellos y suframos ante las situaciones límite a las que tienen que enfrentarse. En realidad, esa segunda vida oculta se configura de un modo muy similar al modo en que lo hace un videojuego; se trata de un sistema dotado de unas reglas que hay que cumplir a rajatabla, una misión a cumplir y un sistema de puntos que otorga privilegios al participante que los obtiene. Quizás la diferencia más destacable sea que en el mundo de Gantz no existen avatares, y pese a que la experiencia vivida parezca de ciencia ficción, en realidad hay un alto nivel de corporeidad. No se trata siquiera de realidad virtual; los cuerpos son reales, y habitan espacios reales.
En definitiva, Gantz es uno de los animes más sorprendentes en su planteamiento (pese al decaimiento que sufre el manga hacia el final), que aunque adolezca de una hipersexualización del cuerpo femenino que puede llegar a resultar algo cargante ofrece elevadísimas dosis de misterio y acción a raudales, valores que mientras se mantienen equilibrados dan lugar a una fórmula excelente. Es tan solo cuando el equilibrio entre ambos se pierde cuando el poder de atracción de la serie declina, y uno va perdiendo la sensación, la esperanza de que algo trascendental y poco previsible (en otras palabras, algo sorprendente) vaya a ocurrir para coronar esta obra como merecería.