«GLOW», comienza al espectáculo más vintage de Netflix
El verano pasado Netflix sorprendía al público y crítica con Stranger Things, una serie de producción propia que nos trasladaba hasta la década de los 80′ en donde la combinación entre los elementos más oscuros que rodeaban a la ciencia-ficción de la época y los homenajes nostálgicos a la cultura popular del momento son sus principales motores argumentales y estilísticos. Si bien Stranger Things nos ubica en un pueblo rural enfrascado entre los profundos bosques de Indiana en 1983; (casi) coetánea se mostrará la nueva propuesta de la cadena streaming y que nos situará la acción en la otra punta del país en la ciudad de Los Ángeles en 1985. Así, un año y ocho días más tarde se estrenaría GLOW, la otra cara más vintage y colorida de los años 80′ y que será el contrapunto perfecto para la serie creada por los hermanos Duffer.
Creada por Liz Flahive y Carly Mensch y bajo la producción ejecutiva de la showrunner de Orange is the New Black, Jenji Kohan; la serie comenzará con Ruth Wilder (Alison Brie), una actriz cuya carrera se ve frustrada por la escasez de papeles que, en el punto más bajo de su existencia, decidirá formar parte de un nuevo proyecto televisivo llamado GLOW. Pronto descubrirá que éstas serán las siglas de Gorgeous Ladies of Wrestling, el primer programa de lucha libre femenina de la pequeña pantalla. Este es el punto de partida de GLOW que, durante 10 episodios de 30 minutos de media, seguirá el proceso de creación del programa donde los entrenamientos, problemas de producción y demás cabraderos de cabeza constituirán gran parte del cuerpo argumental. Por otro lado, siguiendo la estela de OITNB con una estrucutura de serie coral, asisiteremos a los dilemas personales de las 14 integrantes del show así como de su director. Personajes fracasados que encontrarán un lugar para ser reconocidos profesional y personalmente.
Siendo un dramedy de manual en donde los momentos más divertidos que nos brindarán unos diálogos con mucho humor negro de por medio, unos personajes rocambolescos y una situaciones extrambóticas (sobretodo las referentes a los entrenamientos y peleas) se verán perfectamente integrados con los momentos más emotivos e íntimos. Aún siendo en esencia una comedia, la serie será muy crítica en muchos aspectos y manejará las temáticas de forma brillante y sin dejar el sentido del humor de lado. El magníficamente escrito episodio piloto centrará su atención en los dos personajes principales que actuarán como reflejo de la crítica principal de la serie – el menosprecio hacia las actrices por parte de la industria del entretenimiento – y que, a su vez, serán las dos caras de la misma moneda.
Por un lado, nuestra protagonista absoluta, Ruth, cansada de audicionar para roles de mujer-florero y que querrá que se respete su proceso creativo y profesional como actriz; y, por su parte, Debbie Eagan (Betty Gilpin) reconocida por su antiguo papel en una soap opera de éxito a la que reemplazaron por aportar ideas nuevas sobre el futuro de su personaje se reconverá en madre y ama de casa a tiempo completo. Ambas ignoradas dentro de sus respectivas circumstancias profesionales que encontrarán en GLOW un lugar para poder explorar su propio desarrollo creativo – y por eso formarán el mejor equipo – así como también asistirán a su proceso individual. Una configuración de los dos personajes extraordinaria a las que Brie y Gilpin dan vida a la perfección.
Su rivalidad fuera y dentro del ring debido a un acontecimiento en las vidas personales de ambas (y que no revelaremos), dará el paso necesario para la segunda temática planteada en la serie. El personaje de Sam Sylvia (Marc Maron) será un director de películas de serie B en decadencia que se verá frente a un proyecto que no le motiva en absoluto. Así, desestimado por la industria intentará fomentar un espíritu artístico y un discurso con una relevancia social y/o política a la dirección de un programa en los que los productores no les interesa la parte creativa. En definitiva, «lo único que el público quiere ver son chicas tirándose de los pelos», como aquel que dice. Otra crítica a la degeneración de la industria rebajada a convertirse en una máquina de hacer dinero.
Un desarrollo argumental que se enfocará hacia la importancia de la narrativa del discurso (incluso el wrestling también tiene sus códigos de guionaje) y a la construcción de personajes de los alter egos de las luchadoras que intentarán deshacerse de los esterotipos raciales y genéricos. De hecho, GLOW romperá los estereotipos de una forma muy inteligente y efectiva: haciéndolos visibles de manera ofensiva (muy ofensiva, a veces) y parodiándolos hasta niveles extremos. Así, encontramos a personajes como Melanie «Melrose» Rosen (la chica fiestera); Rhonda «Britannica» Richardson (la british nerd); Jenny «Fortune Coockie» Chey (la asiática); Arthie «Beirut the Mad Bomber» Premkumar (la árabe); Cherry «Junkchain» Bang (la rapera); Carmen «Machu Pichu» Wade (la latina); Tammé «The Welfare Queen» Dawson (la negra chunga); Sheila «the She Wolf» (la freak); Reggie «Vicky the Viking» Walsh (la escandinava); y Justine «Scab» Biagi (la punk). Y culminando con Debbie «Liberty Belle» Eagan y Ruth «Zoya the Destroya» Wilder, la estrella y la villana del show respectivamente, que representarán a la flamante y poderosa Estados Unidos frente a la vengativa y repugnante URSS. Una diversidad de formas, tamaños y razas que afronta el maravilloso casting y que deja momentos extremadamente hilantes con el humor negro que caracteriza a la serie.
Todos y cada uno de los elementos de la serie incidirán en la importancia de la construcción narrativa y actoral y los ingredientes creativos que la envuelven: construcción de personajes, estructuración de argumentos, explotación de clichés, establecimiento de cliffhangers y clímax (aunque sea en un combate) etc. Un análisis «metanarrativo» si se me permite la expresión que es muy interesante a tener en cuenta y que es un aliciente de complejidad añadido para una serie de estas características.
Si bien es cierto que GLOW no es rompedora en la fórmula, si que es interesante en su contenido. Contenidos perfectamente extrapolables a las circumstancias actuales que muchas de las ficciones televisivas están poniendo sobre la mesa. Recuperando el mítico show televisivo creado por David McLane en 1986 – del que aún se realizan algún que otro espectáculo en Las Vegas – GLOW es una serie fresca, original y un deleite para los más nostálgicos del look ochentero de purpurina, bodys apretados, cardados imposibles y colores de neón. Una serie de historias reales y emotivas sobre mujeres luchadoras – literalmente y metafóricamente hablando – que es más compleja de lo que parece a simple vista. Una propuesta que ha tenido un muy buen recibimiento por parte de las audiencias y que esperemos que confirme pronto una segunda temporada. Además, ¿quién iba a decir que la lucha libre femenina daría para tanto, no?
Amante del terror y de las series británicas. Ferviente seguidora de Yoko Taro. Graduada en cine y audiovisuales por la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC-UB). Especializada en dirección artística/diseño de producción. Máster de especialización en Estudios Literarios y Culturales (Universitat de les Illes Balears). Profesora en el grado de Comunicación Audiovisual en CESAG-Universidad de Comillas. Colaboradora en el proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Interesada en la investigación en game studies y TV studies.