Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Individuación y techno-thriller cyberpunk: «Mardock Scramble» (2010-2012)

Si hay una cinematografía que ha dedicado buena parte de su producción a la temática posthumana, esa es la japonesa. Y lo ha hecho de una forma y en un tiempo mucho más avanzado que el de las producciones estadounidenses y de las escasas producciones europeas. En cierta medida, cuando los occidentales llegamos (o llegan los cineastas) a un planteamiento más o menos novedoso en la relación hombre-máquina y en la cartografía del posthumanismo, los nipones ya están de vuelta de esas temáticas. Solo un título nos servirá de ejemplo: el del revuelo causado por el estreno de Westworld (HBO,2016) por su complicación temporal y su reflexión acerca de la identidad posthumana con las consiguientes elucubraciones por parte del fandom no es nada comparado con las premisas desarrolladas por películas como Ghost in the Shell (Mamoru Oshii, 1995) o  Evangelion (Hideaki Anno, 1997); ambas icónicas y estrenadas solo una década después de la más que perfecta Blade Runner (Ridley Scott, 1982). Una novedad de planteamientos en la consideración identitaria posthumana en el sentido más amplio y filosófico del término que encontramos actualmente, entre otras producciones, en Violet Evergarden (Taishi Ishidate, 2018) y sus «Auto memory Dolls». Así, este tipo de materiales van a combinar de manera importante los planteamientos científico-filosóficos transnacionales con los elementos formales y conceptuales de la cultura visual japonesa contemporánea  que Steven T. Brown ha dado en llamar Tokyo Cyberpunk,un término desarrollado en su libro con el mismo título publicado en 2010 por Palgrave McMillan.

Así, las producciones niponas mencionadas van a desarrollar una temática posthumana y compartirán el tener  como base sus mangas correspondientes. En el caso de Mardock Scramble serán las novelas de Tow Ukubata (2002) ilustradas por Katsuya Terada para Hayakawa SF Magazine y  los mangas aparecidos entre 2009 y 2012 de Yoshitoki Oima.

La reconstrucción del humano es esencial en la narrativa de la trilogía

Tras los intentos fallidos de realizar un OVA en 2006 dedicado a las novelas de Ubukata, en 2010 aparece la primera entrega de Mardock Scramble dirigida por Susumu Kudo y que llevará como subtítulo «The First Compression», a este primer episodio seguirán otros dos «The Second Combustion» (2011) y «The Third Exhaust» (2012). La trilogía narra la historia de Rune Ballot, una adolescente que se ve obligada a ejercer la prostitución y que, tras ser dada por muerta en una explosión por su más reciente cliente-relación Shell Septinous, es reconstruida por el Dr. Easter como parte de un  selectivo experimento: el Mardock Scramble 09. El objetivo que debe cumplir Rune no es otro que testificar en el juicio contra Shell  y conseguir el desmantelamiento de la red de juego a la que pertenece Septinous —la October Corporation— quien, además, es un asesino serial. La ayuda de Oeufcoque Penteano, una inteligencia artificial que puede adoptar formas diversas, será esencial para cumplir este objetivo y para derrotar al guardaespaldas de Shell, Dimsdale Boiled, antiguo miembro del experimento 09 como el propio Oeufdecocque quien tendrá la orden de matar a Ballot.

Este argumento, que no se saldría excesivamente de los esquemas del techno-thriller en los que una persona con cualidades sobrehumanas —llámese máquina, supersoldado o miembro de unidades de operaciones encubiertas—  se convierte en vengador o salvador de la patria frente a agresiones externas, va a verse absolutamente trastocado por el desarrollo de unos personajes que van más allá de la mera funcionalidad activa. Como en el techno-triller, los personajes van a tener pasados atormentados y como en el techno-thiller, la resolución de los casos suponen una redención personal. Todos estos elementos van a estar presentes en Mardock Scramble pero van a verse matizados y engullidos por la búsqueda de la propia identidad tanto por los integrantes del experimento como por sus adversarios. Una identidad que será cuestionada en algunos casos y descubierta paulatinamente en otros pero que pondrá en evidencia la relación entre el cuerpo, la tecnología y la identidad sirviendo, al mismo tiempo, de reflexión acerca del ser humano y sus límites físicos en el sentido más amplio del término. Dos elementos estos, configuradores de los relatos posthumanos y de las narrativas cyberpunk.

La búsqueda de la identidad como motor de los personajes

«¿Por qué yo?» va a ser la pregunta que hará sistemáticamente Rune Ballot. Una pregunta que se planteará en dos sentidos muy distintos: el primero en relación con Shell; el segundo respecto al experimento 09. De esta manera, a lo largo de los episodios de la trilogía, asistimos a la reconstrucción de la memoria afectiva de Rune donde descubrimos los motivos por los cuales se dedicó a la prostitución así como su imperiosa necesidad de afecto que encontrará en Oeufdecoque, una inteligencia artificial cuya forma esencial es la de un ratón. La bizarra relación sentimental con un ratón significará, sin embargo, la puesta en escena de uno de los temas esenciales de ciertos planteamientos posthumanos en los que la individuación o construcción del individuo va a ir de la mano no solo de la afectividad sino especialmente del modo de existencia y transformación de la condición energética de los objetos tecnológicos. Esta premisa que, a simple vista parece complicada, tiene ejemplos muy concretos en las ficciones contemporáneas: ¿acaso no asistimos a cambios de formas físicas en Terminator 2: el juicio final por parte del T-1000 encarnado por Robert Patrick?, ¿acaso no asistimos a un largo parlamento del personaje de Root acerca de la transmigración energética de Shroedinger en Person of Interest? o, solo por poner un ejemplo menos trascendente en apariencia y con maldiciones de por medio, ¿acaso no cambia de sexo dependiendo de la temperatura del agua nuestro Ranma 1/2? Y respecto a identidad y afectividad, ¿no se enamorará Lars de una muñeca a la que considera humana en Lars y una chica de verdad, o Theodore de un sistema operativo en Her? o, a otro nivel muy distinto a los ejemplos puestos, ¿no hemos trasladado cada uno de nosotros en algún momento de nuestra vida nuestro afecto a un peluche o a un amigo invisible?

Oeufdecoque Penteano va a ser decisivo en la reconstrucción afectiva de Rune Ballot

La individuación de Rune Ballot gracias a Oeufdecoque es el primer paso de su viaje personal que se completará con su visita al paraíso-residencia de miembros del experimento 09, la psicodélica y no exenta de reminiscencias a la obra de Lewis Carroll Flying Humpty House. Allí, Ballot se encontrará con personas que han sufrido su misma mutación transhumana adquiriendo consciencia de su condición y recuperando sus recuerdos personales. La «first compression» ha culminado de modo que se inicia su aprendizaje como hipotética máquina de matar a través de sus luchas episódicas contra  Boiled y la grotestca banda Eggnote Blue. Justamente este aprendizaje la unirá a de nuevo a la pregunta de «¿por qué yo?» relacionada con Shell y su pasado. Y de nuevo Mardock Scramble  conduce a la individuación y reconstrucción de la memoria porque Shell Septinous lleva incorporado un dispositivo que sistemáticamente borra y almacena sus recuerdos en una base de datos en posesión de la October Corporation. Esta premisa implica un  tema  reiterado por el posthumanismo: el reseteo diario de las máquinas, en este caso de un humano. El borrado constante de los datos —que vemos en todas las ficciones televisivas de Jonathan Nolan, sin ir más lejos— implica la negación de la identidad; tal será el caso de Shell quien, de manera consciente, desea olvidar su pasado convirtiéndose en un personaje «puppet like» desarrollado ampliamente en las narrativas cyberpunk o de la ciencia ficción con Philip K. Dick como maestro indiscutible. De este modo, los modelos canónicos servirán como base para la construcción de dos personajes absolutamente contrapuestos. Como también lo serán los de Oeufdecoque y Boiled, en una estructura especular respecto a Ballot y Septinous y la dicotomía aceptación-rechazo de su individuación. Un planteamiento ontogenético que nos remite no solo a las narrativas más puramente trashumanas occidentales como Robocop  o del planteamiento de los superhéroes postmodernos —como el Dark Knight de Nolan— que cuestionan el porqué deben seguir ejerciendo como tales, sino también a  narrativas niponas como Ghost in the Shell y la contraposición entre Motoko Kusagani y Batou.

Rune Ballot en la Flying Humpty House con el profesor Faceman

Sin embargo, y a pesar de su interés conceptual, Mardock Scramble es una trilogía desigual en cuanto a ritmo y extensión de su argumento y situaciones. Y es que la combinación del thriller con el cyberpunk debe ser milimétrica, algo que el trabajo de Susumu Kudo no llega a conseguir siendo, en ciertos momentos —sobre todo en la segunda entrega y parte de la tercera— repetitivo. Aún así, Mardock Scramble es un producto interesante desde el punto de vista de la construcción de unos personajes tremendamente sórdidos que merece no solo su visionado sino una amplia reflexión crítica más allá de que pueda considerarse, como una buena película de animación.

 

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