Jake Bohm, el fascinante protagonista infantil de «Touch» (FOX, 2012-2013)
11 años 4 meses 13 horas. Esa es la edad del protagonista Jake Bohm en el primer episodio de la serie «Touch» (FOX, 2012-2013). ¿Su premisa? La serie se nutre de forma clara y expresa de la cultura popular y, más concretamente, en la leyenda oriental del hilo rojo según la cual todas las personas predestinadas a estar juntas se encuentran unidas por un hilo rojo atado en el dedo meñique (que conecta la arteria ulnar y el corazón) y el cual puede alargarse o enredarse pero no romperse si esas personas están predestinadas a encontrarse por un motivo u otro en el que subyace un vínculo amoroso sincero.
A fecha de 26 de octubre del 2000 Jake nunca ha dicho una sola palabra (primer episodio) lo cual dificulta enormemente la relación con su padre con el que vive ya que es huérfano de madre y con su entorno, reduciendo hasta la nulidad su faceta social y sus relaciones con posibles compañeros o amigos de clase, de deportes o aficiones. A tal respecto, Jake padece de serios problemas por mutismo y autismo diagnosticado que han provocado no solamente el cambio de 5 colegios distintos en una franja de 7 años sino también situaciones que han tenido que ser intervenidas por la policía o incluso los bomberos (tales como sentarse en una torre de electricidad a gran altura o fugarse, por ejemplo). Además, siente un rechazo extremo por tener contacto físico con otras personas ni tampoco quiere que le toquen (“no permite que nadie le toque” se esmera a decirle el padre a la encargada del caso de los servicios sociales) ni tan siquiera acepta las muestras de afecto de su padre que impliquen el contacto físico como una caricia o un abrazo.
Los servicios sociales le recriminan que parece no poder proporcionarle un entorno seguro y un futuro a Jake por su inestabilidad laboral y que, por ello, pretenden hacer una evaluación para diagnosticar si él como padre será capaz de proporcionarle un espacio seguro en el mejor hospital de Nueva York. Lo juzgan verbalmente también por llevar una vida dominada por un niño “que no puede controlar” y por no tener una figura femenina en la vida de Jake –en cierto modo podrían entenderse éstas como acusaciones que van en contra de la independencia y autonomía de las familias monoparentales y que, en cualquier caso, connotan una falta inicial de respeto y delicadeza ante una familia a la que pretende ofrecer ayuda–.
En ese sentido, podemos apreciar la plasmación de la impotencia del padre por comunicarse de un modo u otro con su hijo día tras día y noche tras noche, por conectar con él, al fin y al cabo, mediante la palabra o la caricia, rompiéndose el alma por intentar dar pasos para conseguirlo. El sentimiento de frustración se suma al de sentirse un padre y un marido que ha fallado en su rol por no poder proporcionarle una infancia y una juventud acorde a sus circunstancias. Sin embargo, ésta parece ser la lectura predominante en la serie, un padre y un marido que “falla” cuando, en realidad, vemos un padre que lucha diariamente por y para su hijo y aprende a entenderlo como vía para acercarse a él y que sea receptivo.
En el transcurso de la serie conocemos con mayor profundidad la personalidad de Jake así como sus vías para comunicarse: las secuencias numéricas serán la clave como lenguaje que el padre y casi el resto del mundo desconoce así como la pieza esencial para desvelar la función de Jake a lo largo de la serie. Si bien el niño nunca ha aprendido matemáticas en el colegio, sí ha sido capaz de descubrir de forma autodidacta la secuencia de Fibonacci datada del siglo XII según la cual el universo está formado por patrones simétricos, enredos de causa y efecto. Debido a ella se constata que toda acción o pensamiento consciente están conectados con otros como si fuese un mapa de carreteras que hay que, en primer lugar, saber ver e identificar y, en segundo lugar, saber analizar e interpretar.
La función de Jake responde a un papel evolutivo superior según el cual es capaz de ver conexiones constantemente en conjunción entre el pasado, el presente y el futuro. Por ello, es capaz de unir gente que, siguiendo patrones probabilísticos (y también nutriéndose dela base de la leyenda oriental del hilo rojo), está predestinada a encontrarse, dotando de una lugar primordial secuencias numéricas dibujadas repetidamente en sus cuadernos, la colocación de objetos en un orden u orientación concreta. Éstos pueden representar localizaciones, números de teléfono, identificación de personas y siempre son indicadores o fuentes de información significativa relativa a personas, lugares o sucesos ocurridos o por ocurrir. Tal es el caso con el repetido número 8719203111 como uno de los mejores premios de lotería e Nueva York que Jake ha adivinado o el caso del número 318, secuencia indicadora que ha sido capaz de que su padre y un bombero se encontraran y éste acabara evitando un accidente de un autobús escolar infantil al igual que también ha sido capaz de evitar que un chico detonase por querer conseguir un horno para evitar la ruina familiar.
Sin embargo, cuando los números parecen carecer de sentido por la mayoría de personas que los maneja y de los que apenas se percata, Jake es capaz de sentir el dolor cósmico –es decir, alguna situación o problema sin resolver– dotando al dolor su traslación en números que es capaz de predecir y, por ende, de evitar. Ello provoca que la relación entre padre e hijo se desarrolle gracias al acercamiento físico de Jake mediante un abrazo y que éste facilite a su hijo ayudar a otras personas no sólo por lo que podrían interpretarse como “convicciones” o “percepciones” sino por su propio conocimiento, fuera del alcance de la mayor parte de mortales. Nosotros, en tanto que simples humanos, quedamos suspendidos en la inmensidad del espacio por nuestra frágil existencia según la cual nos necesitamos los unos a los otros, creando enredos cuánticos y fórmulas basadas en entramados de vínculos y lazos emocionales. Jake será quien, pese a su corta edad, evite accidentes, facilite el encuentro entre familias y, en definitiva, permita un mayor bienestar social en todos aquellos a los que ayudará. Cabe destacar que en Touch subyace la intención de visibilizar el tratamiento del autismo infantil y juvenil aunque también la exaltación de sus características en tanto que enfermedad utilizada como motor ficcional reconocible.
Doctora en Filología por la Universitat de les Illes Balears (2022) y, anteriormente, becaria predoctoral con una tesis centrada en personajes infantiles creepies, discursos de maternidad contemporánea, New Horror y narrativa transmedia. Máster en Lenguas y Literaturas Modernas (especialización en estudios literarios y culturales, UIB); Máster en Formación del Profesorado (Lengua y literatura, UIB) y Posgrado en el uso del cine como recurso educativo (UNED). Interesada en las representaciones audiovisuales infantiles y las maternidades contemporáneas, además de la aplicación del audiovisual y la narrativa transmedia como recurso educativo.