Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

La estética de la televisión, más allá de las estructuras narrativas

Desde que en la década de 1970-80 se iniciara la incorporación de los estudios sobre los productos televisivos en la academia gracias a los trabajos de Williams o Allen, entre otros, hemos asistido a un extraordinario auge de la investigación de la ficción televisiva. Sin duda la distinción realizada por Thompson -solo por mencionar a uno de los más destacados pioneros en este campo-  en edades de oro de la televisión va a ser de gran utilidad para establecer las distintas fases de la ficción que tenían, básicamente, un criterio esencial: la complicación de la narración.

Ni que decir tiene que las investigaciones realizadas hasta el momento en un porcentaje elevadísimo se han dedicado -nos hemos dedicado para ser más precisos-  a los contenidos, estructuras y personajes que encontramos en nuestras series favoritas (o no tanto) pero que han significado un cambio esencial en los procedimientos para contarnos historias. A la narración, aunque a veces sin salir de ella, le deberemos añadir unas perspectivas de estudio que podemos asimilar a la definición que realizara David Bordwell al referirse a la poética del cine que no es otra que la delimitación y estudio de los modos cómo los textos adquieres sentido a partir de los aspectos formales (el cómo) sin dejar de lado, evidentemente, los contenidos (el qué) y las fuerzas culturales que inciden en ellos (qué significan) y que nos permiten interpretarlos. No es preciso decir que los dos últimos elementos han sido los más desarrollados por encima de la estética y la forma en que los contenidos matizan, complementan y especialmente ilustran las historias narradas. A ello se dedicarán casi completamente los cuatro textos a los que dedicamos nuestro post.

El primero de ellos, Television Aesthetics: Perceptual, Cognitive and Compositional Bases (1996) publicado en Lawrence Erlbaum Associates y firmado por Nikos Metallinos  va a plantearnos, tal como el propio autor comenta, tres grandes bloques o «necesidades» detectadas para el estudio de la televisión: el desarrollo de los principios compositivos visuales del medio, el establecimiento de la relación entre la estética televisiva y la estética visual y la promoción de los estudios estéticos no solo en el campo de la docencia sino también entre las audiencias. De todo ello se desprende la extrema relación entre la estética televisiva y las bellas artes pero especialmente el papel de la subjetividad, de la competencia de las audiencias y, de manera especial, los procesos cognitivos y los estímulos que las imágenes proporcionadas ejercerán sobre los espectadores. Un trabajo pionero que demostrará un alto grado de interdisciplinariedad pero también el enorme papel que jugará la percepción, la composición y la cognición en el enfoque estético de la ficción contemporánea tal como se puede comprobar en los textos que siguen. Si se prefiere, la idea de que la ficción televisiva debe ser considerada como una forma de arte del mismo modo que el cine, que en 1911 se unió a la arquitectura, escultura, pintura, música, danza y literatura. Una lista que algunas voces contemporáneas quieren ampliar a la fotografía, el cómic y los videojuegos. ¿Por qué no?

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En 2013 aparecerán dos textos imprescindibles. El primero es el editado por Jason Jacobs y Steven Peacok para Bloomsbury, Television Aesthetics and Style.  Dividido en cuatro grandes bloques, el texto pasará revista a los grandes temas suscitados por la Estética aplicada la televisión desde parámetros teóricos y conceptuales (primera parte en la que se establecen comparaciones con la idea de cinemática aplicada hasta el momento a los productos destinados a la gran pantalla), aplicaciones a géneros específicos  canónicos (en la segunda parte será la comedia y la tercera se destinará al drama) y a productos específicos (como son las sitcom americanas clásicas , The Trip, The Royle Family y Archer en el primer caso; y producciones emblemáticas de la «tercera edad dorada» como Justified, The O.C, Mad Men, Boardwalk Empire, Shameless, Breaking Bad y The Shield, en el segundo); y, finalmente, un repaso a productos no ficticios que alcanzarán a documentales y reality shows en su última gran sección.

Y no en vano nos hemos referido al tamaño de las pantallas en este post. Aunque pueda parecer un concepto obsoleto la identificación de la televisión como electrodoméstico calificado popularmente como de «pequeña pantalla» (obviaremos su segundo calificativo de «caja tonta» por motivos evidentes) dado el cambio radical de los formatos en los últimos años, es innegable que la escritura y la estética de la televisión no es la misma que la del cine… ni de la de los ordenadores y tablets. Justamente a esto se dedicará Glen Creeber en su Small Screen Aesthetics from TV to the Internet para el British Film Institute, quien realizará un repaso teórico  y cronológico planteando el estudio de la televisión desde seis grandes parámetros explicativos que no difieren excesivamente de las tipologías de poéticas desarrolladas por Bordwell: los modos de producción o incidencia de las tecnologías en la industria, los modos de distribución de cada uno de los productos culturales televisivos, los modos de institución de productos o cadenas televisivas, los modos de transmisión o maneras en que las audiencias ven las ficciones (o no ficciones) televisivas, los modos de recepción centrados en las condiciones de consumo de los productos, y, finalmente, la teoría cultural que enmarca los productos de cada una de las épocas. Los casos de estudio van desde series canónicas hasta las ficciones en la red: I love Lucy, The Avengers, The Osbournes, The Sopranos, CNN: International, Interactive TV, the Webcam y Kony 2012.

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Finalmente, en 2016 Routledge editará el texto de Ted Nannicelli que lleva un sugerente título, Appreciating the Art of Television: A Philosophical Perspective incluido en su colección dedicada a los estudios televisivos (una colección mucho más que recomendable). A diferencia de algunos de los textos presentados previamente, Nannicelli va a realizar una reflexión teórica con dos grandes epicentros que ya se reflejan en el título de su libro: por una parte, la definición de arte entendido como un cluster de prácticas culturales heterogéneas independientemente de su vehículo de transmisión; y, por otra parte, la idea de «apreciación» que lleva implícita cuatro elementos esenciales que deben estudiarse y que son los valores (en el sentido más amplio del término) de los productos televisivos, el reconocimiento-valor de un producto (ya sea por parte de las audiencias o de los expertos), el grado de experiencia-vivencias que desarrollan las producciones y son identificadas por las audiencias, y, finalmente, la cognición (también en el sentido más amplio del término) que los productos culturales televisivos llegan a fomentar/crear/matizar en las comunidades receptoras de los mismos. Planteamientos amplísimos y no exentos de debate con otras metodologías, enfoques de análisis de la ficción televisiva e incluso conceptos canónicos puestos en tela de juicio entre los que podríamos destacar, al menos, cuatro de ellos: la autoría,  la «quality TV», el paper del fandom  o, finalmente, la polémica establecida entre el canon y el fanon.

Cuatro textos esenciales que replantean desde perspectivas no exclusivamente narrativas los modos de acercamiento a los productos televisivos  bajo el paraguas de una etiqueta, la Estética con mayúsculas. Un (re)planteamiento que empieza a cuajar entre los grupos de investigación nacionales e internacionales y que, sin duda, será absolutamente provechoso para académicos y con/prosumidores de la televisión. Deberemos estar atentos a ella y a la bibliografía que estas aportaciones vaya generando. Aportaciones que intentaremos reseñar puntualmente.

 

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