Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

La infancia en (la historia del) cine (Lebeau, 2008)

Vicky Lebeau explora en su trabajo Childhood and cinema (2008) la inserción de la imagen y las representaciones de la infancia desde los inicios de la historia del cine y el relieve de la fotografía. Lebeau examina la infancia en la gran pantalla como encarnación de las aspiraciones y las ansiedades de la vida moderna y también, a lo largo de los diferentes capítulos, el reflejo de la sexualidad, el lenguaje, la muerte y la otredad. El enfoque planteado por Lebeau radica en considerar el cine como una tecnología al servicio de la mirada la cual ofrece nuevas formas de ver y de mostrar la infancia como sujeto y como espectáculo.

A tal respecto la conexión con la corriente victoriana decimonónica es casi inevitable en cuanto a la importancia de visibilizar la infancia de todas las formas posibles (por escrito y a nivel visual, en fotografía y a posteriori en el audiovisual, en la pantalla) hasta el punto de querer perpetuar los gestos infantiles y sus emociones a través de la fotografía poniendo como ejemplo la “Ginx’s Baby” publicada por Charles Darwin en The Expression of the Emotions in Man and Animals (1872).

ginx-baby

Ésta junto con the “Child Pictures” supondría una de las primeras conexiones entre el cine y la infancia así como la inserción de la misma como un mito que haría de su presencia un binomio inseparable con su representación iconográfica, visual y posteriormente audiovisual. Esbozaría, a su vez, la introducción del género infantil (genre of the child) en el cine en el que se pondría de relieve la captación de su vida cotidiana dando una sensación de espontaneidad y de inmediatez que se vería incrementada en esas “fotografías animadas” y a través de la inicial magia del cine.

Traspasando las percepciones literarias (a nivel creador y crítico) de la infancia como en el caso del planteamiento conceptual de la misma tal y como veríamos en el prefacio What Maisie Knew de Henry James (1897) o la voz infantil señalada por Reinhard Kuhn en Corruption in Paradise: The Child in Western Literature (1982) que, según Lebeau se plantean como limitantes, el cine permite privilegiar el acceso a lo perceptual que se ve enriquecido por la riqueza visual el cual, más cerca de la percepción, puede acercarse más a la infancia.

El espectáculo de la infancia en pantalla ha sido un lugar de negociación sobre la conceptualización de la infancia misma y, en ese sentido, ésta como inicio de la vida en transición con la muerte han sido descritas como los dos límites de una estética basada en conocer y en mostrar la mente del otro y fundada en el enfrentamiento a los límites del lenguaje, del conocimiento, de la sexualidad y de la muerte. Tales límites son inseparables del concepto del niño, de las construcciones modernas de la “diferencia” (o particularidad) del niño, a la vez conocidas y desconocidas, domésticas y extrañas, líricas y atroces (tal y como veíamos y comentábamos recientemente en la entrada dedicada a la película Miss Peregrine y los niños peculiares de Tim Burton).

lolita

En referencia a la imagen erotizada de la infancia debemos mencionar las fotografías semi-desnudas y las iconografías infantiles victorianas y de fin-de-siècle además de la construcción (pseudo)pornográfica en el que se representa el ideal de inocencia infantil en L’Enfant couchée (1873) de Matthew Maris o Child Before the Mirror (1912) de Susanne Daynes-Grassot las cuales darían paso a las películas A little Princess (1917); el esbozo de una identidad sexual a explorar en Poor Little Rich Girl (1936) o del cuestionamiento (especialmente moral) de la combinación entre la infancia y la feminidad entendida como un atributo dentro de una lectura tradicional (y hegemónica) de Baby Doll (1956) de Elia Kazan. En este marco se dibuja la escopofilia o el placer de ver así como el instinto sexual, las primeras experiencias sexuales relacionadas con la infancia y las referencias freudianas psicoanalíticas y entronca con las adaptaciones cinematográficas de Lolita de Nabokov de Kubrick (1962) y de Adrian Lyne (1997), el voyerismo y el polémico discurso subyacente de pedofilia.

Lebeau utiliza, en definitiva, la figura infantil como imagen, como narrativa e incluso como mito para reflejar la forma y el significado del cine mismo, la reflexión renegociación de su papel como encarnación de la vida, de la muerte y de la sexualidad convirtiendo su mirada en un motivo cinematográfico reconocible “The child’s enraptured gaze at the screen has become a recognizable motif in cinema” (Lebeau, 2008: 44).

Referencia:
Lebeau, V. Childhood and cinema. London: Reaktion Books, 2008.

 

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