«La nueva generación» (Netflix, 2018): bullying, tecnología y recuerdos
El mes pasado Netflix estrenaba su primer largometraje de animación digital: Next Gen, traducida al español por La nueva generación. Esta coproducción chino-estadounidense nos transporta a un futuro cercano donde una gran corporación sospechosamente parecida a Apple ha copado el mercado con sus productos tecnológicos, sobre todo con su producto estrella: un robot de compañía. Cada novedad por parte de la corporación representa un gran alboroto en la sociedad, que se apresta a adquirir el nuevo modelo de un producto que ya tiene. Ahí es donde conoceremos a nuestra protagonista, una solitaria chica cuya amistad con un prototipo de robot convierte su vida en una gran aventura en la que ambos se enfrentan a matones, a robots malvados y a una gran conspiración contra la humanidad.
Como producto de género enmarcado en la ciencia ficción más soft, en esta cinta confluyen multitud de influencias: la inteligencia artificial y los robots como acompañantes del ser humano (Inteligencia Artificial, Yo, robot, Roujin-Z, Westworld), temática de mechas (luchas entre robots gigantes típica del manganime japonés), pero quizá lo interesante es que afloran también otros aspectos en forma de temas que se tratan como el acoso escolar, la dependencia tecnológica, los modelos familiares o la soledad en la infancia.
El tema del acoso escolar es utilizado en el film casi como un mcguffin, porque ayuda a configurar el personaje de Mai inicialmente pero luego resulta prácticamente transparente a lo largo de la cinta. Pero mientras es tratado es interesante porque plantea no sólo el punto de vista de la víctima del acoso, sino también su manera de responder a ese acoso: desde la depresión hasta la reproducción del mismo patrón en otros.
Pero el tema que está mejor trabajado aquí, por encima del tema del acoso escolar, es el de la gestión de la memoria y su configurador de la identidad. El robot 7723 tiene una memoria muy limitada y tiene que ir seleccionando los recuerdos que va creando con Mai y quedándose con los más imporantes. A medida que la trama va avanzando, 7723 ha de elegir entre poder activar poderes ofensivos o conservar esos recuerdos. Sin estropear el final de la película, en la última parte de esta quien emerge como el gran protagonista, por encima de la insufrible Mai, es el robot: acaba por ser el más humano de los personajes.
Se ha señalado que esta cinta bebe principalmente de dos producciones anteriores: Yo, robot (que a su vez estaba basada en un relato de Isaac Asimov) y Big Hero 6. Además, otra de las cosas que chirría en el film es su indecisión ante cuál es su público. En teoría tiene una calificación de +7 según el modelo de EEUU, pero algunos detalles como el tratamiento de muertes o el hecho de que palabras muy soeces sean censuradas con un pitido (en una fórmula humorística, pero que deja entrever totalmente qué palabra se dice), no acaban de cuadrar con dicha calificación. Según el director, los estudios no estaban seguros de cómo encajaría como película infantil animada con una acción similar a Marvel, por eso según él «Netflix fue el más generoso y están en un lugar donde pueden arriesgarse». Sin ser un dechado de virtudes, con algunas incongruencias provocadas en ciertos puntos de la cinta por el carácter plano de los personajes, nos encontramos ante una película entretenida, que intenta aportar su granito de arena, y con un tratamiento interesante de algunos de los temas que recoge.
Filólogo, profesor en Secundaria, lector todoterreno, melómano impenitente, guionista del cómic ‘El joven Lovecraft’; bloguero desde 2001, divulgador y crítico de cómic en diversos medios (Ultima Hora, Papel en Blanco, etc.); investigador de medios audiovisuales y productos de la cultura de masas en RIRCA; miembro de la ACDC España.