Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

La saga de videojuegos “Castlevania” da el salto a la televisión de la mano de Netflix

Castlevania es el nombre de una saga de videojuegos de la compañía japonesa Konami que nació a mediados de los 80 y que actualmente cuenta con más de veinte entregas en su haber. Las dos más recientes, Lords of Shadow (2013) y Lords of Shadow II (2014) fueron desarrolladas por el estudio español Mercury Steam por encargo de la misma Konami, y fueron un éxito de ventas. Sin embargo, cuando oímos la palabra Castlevania, la mayoría de jugadores nos retrotraemos a finales de los 80 y a los 90 en su totalidad, años en los que aparecieron numerosos videojuegos de una saga que por aquel entonces encajaba en el género de las plataformas en 2D, de temática vampírica, en la que debíamos asumir el rol de un miembro de la noble casa de Belmont en un intento por acabar con la gran amenaza encarnada por Drácula, que habitaba en el castillo ambulante de Castlevania (“castle” por castillo en inglés, y “vania” por Transilvania, lugar de residencia de su vampírica majestad).

Pues bien, ahora Netflix realiza una maniobra transmedia produciendo una serie de animación que toma prestado el argumento del videojuego Castlevania III: Dracula’s Curse. El protagonista de esta aventura es Trevor Belmont (doblaje al inglés a cargo de Richard Armitage, intérprete de Thorin en la trilogía cinematográfica de El Hobbit) último representante de una estirpe dedicada a combatir a las hordas del mal y proteger así a la humanidad, y que sin embargo fue demonizada y excomulgada por la Iglesia. ¿El motivo? Los Belmont históricamente han utilizado la magia para cumplir con su cometido, magia que los sacerdotes tachan de negra, y que, según su criterio, sería un producto del mal no demasiado alejado de lo que el propio Drácula representa. Es por ello que Trevor se demuestra inicialmente como un personaje indiferente ante la situación que asola a los habitantes de las tierras de Wallachia, puesto que su casa ha caído en desgracia, y, bajo su punto de vista, no sólo la Iglesia debe ser culpabilizada por ello.

La Iglesia quemó a la esposa de Drácula, y ahora todos los habitantes de Wallachia conocerán el alcance de su ira.
La Iglesia quemó a la esposa de Drácula, y ahora todos los habitantes de Wallachia conocerán el alcance de su ira.

La situación es la que cabía esperar de una narrativa basada en el universo Castlevania; Drácula ha liberado a sus huestes con el objetivo de sembrar la desolación y aniquilar a la humanidad a su paso. Esto se debe a la desafortunada decisión de un arzobispo que ordena quemar a la esposa del villano de esta historia, una avezada científica, tras acusarla falsamente de brujería. En otras palabras, la Iglesia no sale en absoluto bien parada, más bien se la representa como una organización anclada en el pasado, arcaica y desfasada, y no tan solo eso, sino que es, en sí misma, la provocadora de los males sobrevenidos en Wallachia, en oposición a la ciencia y otras artes varias, cuyo cometido es el de mejorar la vida de las personas. Por si esto fuera poco, los sacerdotes intentarán acabar con un grupo que trata de transmitir oralmente un conjunto de conocimientos de generación en generación conocido como los Speakers, que si bien no hacen mal a nadie y su objetivo no es otro que el de proteger a los inocentes, parecen representar una amenaza para la estabilidad de la Iglesia.

Las herramientas de Trevor para confrontar el mal son las que muchos recordamos de los videojuegos: su látigo Vampire Killer, su espada corta, las dagas, hachas y lanzas arrojadizas, además del agua sagrada, la sal o los crucifijos, entre otros. A destacar algunas escenas en las que el protagonista ejerce de auténtica equilibrista, desplazándose por escenarios que se derrumban a su paso, por decorados que reproducen con nota los de los videojuegos de la serie. Además, Trevor no se encuentra solo en su confrontación a dos bandas (Drácula y la Iglesia), y pronto adquirirá dos aliados potentes en una contienda que en esta primera temporada no ha hecho más que empezar. Se trata de Sylpha Belnades, maga perteneciente al grupo antes mencionado, y Alucard, el dhampir (vástago resultante de la unión entre un vampiro y un humano) hijo de Drácula y la difunta Lisa. Esta tríada se unirá para tratar de detener al padre de todos los vampiros en su cruzada en busca de venganza, y esto es lo que nos aguarda en la segunda temporada.

Castlevania III: Dracula's Curse es la principal fuente de inspiración de una serie supervisada por Konami.
Castlevania III: Dracula’s Curse (1989), lanzado en su momento para la plataforma NES, es la principal fuente de inspiración de esta serie supervisada por la propia Konami.

Esta primera temporada de la serie consta de cuatro episodios de unos veinticinco minutos cada uno, así que es verdaderamente asequible para cualquier fan de los videojuegos de esta franquicia que esté interesado en rememorar tiempos dorados y largas partidas. Bien es sabido que la nostalgia está de moda en estos tiempos que corren, y hay una maquinaria bien engrasada que se encarga de explotarla y beneficiarse de ella. Castlevania (la serie) merece la pena por el aceptable nivel de su animación y por el cierto carisma que pueda tener su protagonista, pero, de momento, se trata de una producción plagada de clichés, y que no ha acabado de arrancar. Habrá que esperar al lanzamiento de su segunda temporada, programada para 2018, para emitir un juicio más afilado. Esto no ha hecho más que empezar; las cartas están sobre la mesa, ahora falta jugarlas.

 

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