Los laberintos del subconsciente: «Paprika» e «Inception»
Todo conocedor y fanático de la animación japonesa estará de acuerdo conmigo en que uno de los grandes maestros es, sin duda, Satoshi Kon. Con tan solo cinco películas en su carrera (debido a su fallecimiento prematuro en 2010): Perfect Blue (1997), Millenium Actress (2001), Tokyo Godfathers (2003), la serie Paranoia Agent (2005) y Paprika (2006) – las que cada una merecería un post para ella solita – ha conseguido crearse un nombre como uno de los mejores cineastas en su sector.
Paprika es, por desgracia, la última película de Satoshi Kon y un ejercicio recopilatorio de la gran mayoría de los elementos temáticos y estéticos que caracterizan su estilo, ya inconfundible. Esta vez, traslada a la pantalla – y hace completamente suya – la novela homónima del escritor nipón Yasutaka Tsutsui, adoptando la historia desde una perspectiva más fantástica y surrealista, y muchísimo menos sexual (aprovecho el paréntesis para recomendar su lectura).
Pero, el verdadero análisis del comentario se centra en la importancia de su trabajo y, sobretodo, su transcendencia e influencia en las nuevas estructuras conceptuales que muchos de los cineastas contemporáneos han tratado de emular. Este es el caso del director británico Christopher Nolan y uno de sus films más emblemáticos: Inception (títulado Orígen en España)
Sin embargo, no es la primera vez que las películas de Satoshi Kon sirven de influencia a cineastas contemporáneos importantes. Darren Aronofsky también – aunque él lo niega – usó de inspiración el film Perfect Blue para sus cintas Requiem for a Dream y Black Swan. Pero eso es materia de otro post. En este caso, Nolan sí que admite la clara influencia de Paprika a la hora de realizar Inception. Hasta el punto de inspirarse en Paprika y la Doctora Atsuko Chiba, las “detectives” de los sueños, para la construcción del personaje interpretado por Ellen Page, Ariadne, la “arquitecta” de los sueños. Incluso, expertos se han referido a Paprika como “El origen de Origen”.
Ambos films parten de la misma premisa: la idea de hackear los sueños y hacerlo a través de la tecnología dando acceso al subconsciente del sujeto. La diferencia es que, mientras para Nolan es el punto de partida de un thriller enmarcado por los limites de su género, para Kon – como en el libro original – es la oportunidad de explorar la dicotomía entre la realidad y los sueños, haciendo de ello un film más oscuro y perturbador.
Entre lo que tienen en común Paprika e Inception, estaría principalmente el rechazo a la manera clásica de narrar, fórmula cada vez más establecida en las nuevas narrativas contemporáneas. Ambas se presentan como una narración hipertextual “por capas” donde se entremezcla la realidad y el sueño. Sin embargo, mientras Nolan propone una narración donde el espectador, como los personajes, son conscientes de su realidad y la no-realidad, construyendo un discurso que pretende tener una lógica narrativa y comprensible de principio a fin; Paprika construye un auténtica “atracción de feria” narrativa donde la frontera entre realidad y sueño es casi inexistente e imperceptible para el espectador. Kon confecciona un guión que favorece de nuevo el juego entre realidad y ficción donde ambos se atropellan y se confunden sin previo aviso, hasta fusionarse en un único universo.
Mientras que Inception se debate en los diversos paradigmas que el género le demanda como la lógica del planteamiento interno del film y hacer comprensible para el espectador, con la famosas explicaciones verbales que tanto han criticado en las producciones de Nolan; Paprika deja de lado toda lógica discursiva para crear un universo muy particular y lleno de las obsesiones de Kon, donde pretende hacer un psicoanálisis en profundidad de los personajes y la sociedad tecnológica del momento.
La conexión entre ambas cintas no sólo queda en el plano narrativo, sino que incluso se traslada a un nivel visual, con coincidencias significativas: el instante que Paprika se adentra por completo en el mundo de lo sueños, lo hace a través de un espejo que se resquebraja al tocarlo, al igual que lo hará Ariadne. Otro momento representativo de Inception es la pelea de Arthur en el pasillo giratorio, que no deja de ser una pequeña translación del fragmento de la pesadilla de Kurowa donde el pasillo de distorsiona. La concepción de una hipertextualidad espacial se sitúa como eje central en ambos films, donde el arquitecto de los sueños configura su propio mundo distópico – en el caso de los personajes de Paprika – y utópico – en el caso de los de Inception – y asemejado al soñador a una especie de figura divina que creará estos universos a su antojo, alterando las leyes de la física si es necesario. La ciudad como lugar representativo del caos y de la consciencia colectiva también representará un papel vital.
En su breve filmografía, Kon tiene como uno de sus objetos discursivos la dicotomía entre la realidad-ficción y espacio-tiempo. Por tanto, no es de extrañar que un cineasta como Nolan, en el que encontramos una temática parecida en films como Interstellar o Memento, se hayan visto influenciados por el autor nipón. Sin embargo, a pesar de las obvias – y no tan obvias – semejanzas de la cinta de Nolan con la obra de Kon, está claro que Inception acabará tomando en camino diferente al su predecesora. De hecho, terminarán siendo los elementos que las diferencian lo que hará que la comparativa sea más interesante y dotará de originalidad y unicidad a ambos films.
Amante del terror y de las series británicas. Ferviente seguidora de Yoko Taro. Graduada en cine y audiovisuales por la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC-UB). Especializada en dirección artística/diseño de producción. Máster de especialización en Estudios Literarios y Culturales (Universitat de les Illes Balears). Profesora en el grado de Comunicación Audiovisual en CESAG-Universidad de Comillas. Colaboradora en el proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Interesada en la investigación en game studies y TV studies.