«Devs» (FX, 2020): ¿un auto sacramental cuántico?
Hace apenas una semana que finalizaba la emisión de Devs la miniserie creada por Alex Garland que hemos podido seguir a través de HBO. Lo cierto es que esperaba ansiosa el estreno de esta producción por un motivo esencial: siento una fascinación por sus trabajos ya sea como director, ya sea como guionista, tanto de películas como de videojuegos. Y también, porqué negarlo, debido a que cada una de sus obras muestra una indagación acerca de lo humano a través de temáticas posthumanas o relacionadas con mundos alternativos y/o subconscientes. Así se aprecia en sus tres novelas publicadas hasta el momento: The Beach (Viking, 1996) donde las vivencias de sus protagonistas tienen lugar en una realidad alternativa, The Tesseract (Penguin Random House, 1998) calificada por el autor como de «hypercube structure» en la que sus tres personajes tienen un destino final conjunto, y The Coma (Faber & Faber, 2004) donde se exploran los límites de la realidad consciente y no-consciente en el estado médico —o su posible simulacro— del protagonista. Igualmente se aprecia en sus trabajos como guionista o productor en películas como 28 Days Later (Danny Boyle,2002), Sunshine ( Danny Boyle, 2007), Never Let me Go ( Mark Romanek,2010) o Dredd (Pete Travis, 2014) y en los guiones/supervisiones de los videojuegos Enslaved: Odyssey to the West (Ninja Theory, 2010) , DmC: Devil May Cry (Ninja Theory, 2013) y la anunciada adaptación cinematográfica de Halo. Por encima de todas ellas están sus dos películas: Ex_Machina (2015) y Annihilation (2018).
Esta trayectoria se completa, por el momento, con la miniserie Devs, primera incursión de Garland en la ficción televisiva que, evidentemente, le permitía extender argumentos y desarrollo de personajes. Una incorporación anunciada en marzo de 2018 en la que, aparte de comentarse la producción de FX, se refería a su argumento como de un «Silicon Valley Drama» al que posteriormente se unió el concepto de conspiración, que como no puede ser de otro modo, pretende cambiar nuestra existencia. Y es que Devs sitúa su acción en la empresa «Amaya quantum computing» dirigida por Forest (Nick Offerman) donde trabajan como programadores Lily (Sonoya Mizuno) y su novio Sergei (Karl Glusman). Forest promociona a Sergei para formar parte de «Devs» una unidad de la que nadie sabe nada solo que parece reservada a una élite muy reducida entre la que se encuentran la misteriosa e influyente Katie (Alison Pil), el joven técnico en ondas sonoras Lyndon (Cailee Spaeny) y el veterano y «humanista» Stewart (Stephen McKinley). La explicación dada por Forest de la muerte de Sergei no convence a Lily quien inicia una peligrosa investigación. Este escueto resumen es más o menos semejante a las líneas esenciales que figuran en la venta de Devs a las audiencias. Planteado así, parece que realmente estamos ante un techno-thriller y es verdad hasta cierto punto.
De este modo, los primeros episodios plantean todos los elementos que parece que van a conducir hacia un esquema conspirativo real: la verdadera identidad de Sergei, la investigación de Lily ayudada por su antiguo novio Jamie (Jin Ha), la persecución del jefe de seguridad Kenton (Zach Grenier) y, finalmente, la intervención de la senadora Laine (Janet Mock) amenazando con dejar de financiar un proyecto que parece no dar los resultados demandados y relacionados con el big data cuántico. Todos estos elementos son diseñados en los primeros episodios de Devs, algunos de ellos atraviesan la serie de manera repetitiva, y otros simplemente aparecen y desaparecen sin más trascedencia ni sentido alguno ni en el argumento ni en los personajes. Todos estos elementos se presentan a través de un ritmo lento, tanto en la construcción de los arcos de los personajes que llegan a ser esencialmente estáticos como en las informaciones que deberían hacer avanzar la acción, aunque fuera mínimamente. Un estatismo de los personajes que solo se rompe en tres momentos a modo de backstory, todos ellos en el episodio 5: la relación de Lily con su padre aunque no afecta al personaje, la incorporación de la brillante estudiante Katie al proyecto de Forest tras su discusión con una conferenciante (Liz Carr) sobre las teorías cuánticas ; y, finalmente, la muerte de Amaya, la hija de Forest. Unas incorporaciones que se agradecen y que se sitúan más allá del midpoint matemático de la serie. La conferencia a la que asiste Katie resulta ser el punto neurálgico de Devs desde una perspectiva conceptual para las audiencias, funcionando como una especie de recap de las teorías que sustentan las cosas que se han mostrado anteriormente.
Desde el primer episodio, las audiencias entran en el mundo de «Amaya» dirigido por Forest que ha convertido su empresa en un mausoleo dedicado a la memoria de su hija. Una efigie gigante controla la ciudad y a los trabajadores de la empresa. Un mundo natural y apacible que contrasta con la arquitectura en la que se sitúa la unidad Devs, diseñada por Mark Digby colaborador habitual de Garland, consistente en un cubo-dentro-de-un-cubo ( es decir, un «tesseract») en cuyo centro de sitúa la computadora cuántica y recubierto de paredes de hormigón y material metálico dorado formando un «vacuum seal» para evitar la filtración de datos. Un contraste que supone para el espectador el paso del mundo ordinario al mundo extra-ordinario al que asiste esencialmente como voyeur de unos personajes que también son voyeurs de imágenes del pasado que les suministra la computadora convirtiéndolos en una especie de time travellers sin moverse de su silla gracias a la tecnología e hipotéticamente a la teoría de los multiversos. Y decimos hipotéticamente porque, independientemente de la magnífica dirección de fotografía de Rob Hardy, de los milimétricos efectos especiales de DNEG supervisados por Andrew Whitehurst y de la minimalista música de Geoff Barrow y Ben Salisbury, no se da una coincidencia de multiversos en ningún caso —como sí sucede, por ejemplo, en The Man in the High Castle o en Spiderverse solo por poner dos ejemplos totalmente alejados— sino que cada uno de los avances tecnológicos sirven para construir la memoria prostética de Forest ralentizando enormemente el desarrollo argumental, estancando a los personajes y, sobre todo, despistando a las audiencias que se preguntan que para qué debe servir o debe hacer esa espectacular máquina que preside el edificio.
Y debemos volver atrás, en el momento en que Katie asiste a la conferencia en la que se relaciona la existencia de los multiversos con el determinismo caótico que propugna que todas las cosas y acciones están sometidas a la ley de causa y efecto de manera que la apariencia de espontaneidad no es real, todo se corresponde a una predeterminación. Sucede en la vida cotidiana, sucede en la historia en la que las acciones del pasado conducen a las situaciones del presente y también sucede en las personas cuyo libre albedrío es totalmente virtual e inexistente. Justamente este es el giro conceptual de la serie que llega tarde, queda en suspenso durante un episodio, se resuelve más que rápidamente y contradice lo que hemos estado viendo hasta este momento. Un giro que incorpora una premisa ¿pseudo?religiosa y, en cualquier caso filosófica, que desdibuja e incluso anula el escaso arco de los personajes, especialmente el de Lily quien, de repente se enfrenta a un futuro determinístico, a una predestinación. Una premisa que sin duda acerca a Devs a un auto sacramental /drama filosófico con una excusa cuántica en el que «la vida es sueño» y donde la ensoñación se transmuta en la creación mundos virtuales en los que los hombres ya no salen de la cueva platónica hacia la luz porque han hecho el bien sino que entran a formar parte del sistema tecnológico Las reflexiones sobre la postmortalidad y sobre la tecnología como religión dogmática se presuponen.
Reconozco que estuve más que tentada en dejar de ver Devs tras los tres primeros episodios, pero justamente la devoción que le tengo a Garland y también esos giros que suele hacer en sus guiones me impidieron hacerlo. Acabé de ver la serie y se cumplieron mis peores temores: que se iba deshinchando en cada uno de los episodios con breves momentos interesantes. De hecho, las críticas a Devs han ido en una doble dirección: o ha gustado mucho o se ha puesto en entredicho. Lo que sí se debe reconocer es que Devs no es una serie pretenciosa en la que ni exponen farragosas teorías científicas ni los diálogos se regodean en ellas y esto siempre es de agradecer. Dada la disparidad de opiniones, lo mejor es ver Devs para poder juzgarla y valorarla . En realidad es lo que siempre debería hacerse.
Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de les Illes Balears. Ha sido investigadora principal del grupo RIRCA y ha dirigido tres proyectos de investigación nacionales competitivos financiados por el gobierno español. Actualmente forma parte del proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Trabaja en ficción audiovisual en plataformas diversas, especialmente en temas de arquitecturas narrativas. Tiene una especial debilidad por el posthumanismo y ha publicado distintos trabajos en revistas indizadas y editoriales de prestigio internacional.