Matt Saracen, un deportista atípico
Hoy me gustaría referirme a un tema que muy probablemente sea de escaso interés para mucha gente, y, por tanto, pido disculpas por anticipado. Se trata del deporte y de un tipo muy particular de personalidad que puede encontrarse, en contadas ocasiones, en el mismo. Para ser más claros, me gustaría destruir el mito del deportista descerebrado y ególatra que predomina en ciertas esferas, y para llevar a cabo esta ardua labor voy a utilizar el personaje de Matt Saracen, de la serie Friday Night Lights, como epitoma del modelo de deportista que me gustaría defender en este espacio.
En esta serie de la NBC nos encontramos con una trama que en principio versa sobre el futbol americano, centrándose en varias temporadas del equipo preuniversitario de los Panthers de Dillon, pero el foco de atención se traslada muy a menudo de la plasmación de la obsesión que existe en Texas por este deporte, donde la vida se paraliza los viernes noche para presenciar el partido de futbol, hacia el factor más humano, y esto es lo que la convierte, en mi modesta opinión, en una serie atractiva para el espectador, aún para aquel quien en principio no sienta interés alguno por el mundo del deporte.
Cuando se piensa en el deportista de alto nivel, a menudo se le atribuye una personalidad egocéntrica y una carencia casi patológica de interés por cualquier cosa que se aleje de su zona de prestigio, pero ¿Qué sucedería si hurgáramos un poco en casos individuales? Pues probablemente que de vez en cuando descubriríamos personalidades como la de Matt Saracen, que representa todo lo opuesto a lo anteriormente mencionado, pues se trata de un chico sensible e inadaptado, de baja autoestima, y con inquietudes que trascienden el mundo del deporte, y que, sin embargo, no puede evitar sentirse atraído por el mismo.
Matt es un chico cuya vida nunca ha sido fácil. Su padre, más ausente que presente (se encuentra con las tropas norteamericanas desplazadas en Irak la mayor parte del tiempo) sufre de estrés postraumático, su madre lo abandonó, y su abuela, que está a su cargo, sufre de demencia senil. Su vida dentro del equipo de futbol dista mucho de mejorar lo mencionado con respecto a su vida familiar, pues Matt es el segundo quarterback, a la sombra del idolatrado Jason Street, quarterback titular de los Panthers, y es pues, socialmente invisible a todos los efectos. Hay que tener en cuenta que en Estados Unidos ser el quarterback titular de un equipo preuniversitario de prestigio le otorga al ocupante de dicho puesto una posición de privilegio social considerable, así como grandes expectativas de obtener becas para más tarde unirse a las filas de uno de los grandes equipos universitarios, y de ahí a fichar por uno de la NFL sólo hay un paso.
Sin embargo, la vida de Matt cambia drásticamente cuando Jason Street es placado en el partido inaugural de la temporada y sufre una lesión en la médula espinal que lo tendrá postrado en una silla de ruedas para el resto de su vida. A partir de aquí Saracen deberá asumir el papel de QB1 (esto es, quarterback titular y auténtico líder del equipo), escenario que jamás podría haber imaginado, y que además le provoca gran temor. Como ya se ha dicho, estamos hablando de un adolescente con una personalidad complicada, quien mantendrá una lucha constante con sus demonios internos con el objetivo de convencer no tan solo a sus compañeros, sino también y en primera instancia a sí mismo de que puede conducir al equipo a salir victorioso en el campeonato estatal, y más tarde en el nacional.
Además, Matt, introvertido por naturaleza, deberá aprender a confraternizar con sus compañeros de equipo, lo cual lo llevará a participar de noches de borrachera amén de otras actividades que se asocian, no siempre de forma errónea, con la vida del deportista (y del adolescente). Sin embargo, en los momentos en que detecta que podría estar desviándose de su propio camino en favor del de la manada, siempre es capaz de rectificar, y eso es lo que lo convierte en un personaje destacable; su ego no se dispara con cada pase resultante en touchdown, y la humildad y el trabajo por y para el equipo siempre son su máximas, pese a que socializar no sea su punto fuerte.
Personalmente diría que el gran aliciente de esta serie es presenciar el florecimiento de un adolescente retraído, acostumbrado a habitar en las sombras, que es capaz de trasladar sus inquietudes artísticas (Matt aspira a estudiar Bellas Artes en la universidad, cosa cuanto menos poco frecuente en este mundillo) al terreno de juego, practicando un futbol poco ordinario, original y sorprendente, con el que paso a paso irá ganándose la confianza y el respeto de entrenadores, compañeros y público, aprendiendo a integrarse en un grupo humano de un modo que inicialmente le producía autentico pavor. Y es que el deporte colectivo puede potenciar lo mejor que llevamos dentro, valores como el compañerismo, el trabajo en equipo o la perseverancia, que son extrapolables a otras facetas de la vida. De los aspectos nocivos del deporte hablaremos, tal vez, otro día.
Clear eyes, full hearts, can’t lose.