Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«Millennials» (Netflix, 2019): radiografía de la ideología joven y conservadora argentina

Millennials (Netflix, 2019), creada por Martín Kweller, la cual se ha convertido en una serie de éxito entre adolescentes argentinos, nos ofrece una radiografía de una generación millennial la cual está bastante sesgada al ámbito argentino y sería poco objetivo calificarlo como “internacional” en tanto que algunos prejuicios ideológicos parecen ser distintos en otras zonas del planeta donde el feminismo está más presente. Se dibuja una generación con grandes conocimientos tecnológicos, innovadores y creativos que, por el contrario, no está acostumbrada a conseguir las cosas por sus propios méritos. Esta última frase podría ser altamente criticada a un nivel social real, pero es la imagen que se transmite por hijos que se benefician e incluso desean robar a sus padres para poder llevar un ritmo de vida por encima de las posibilidades que ellos mismos pueden brindarse o que la responsabilidad es una carga demasiado grande para ellos.

La serie es, también, indicadora, de la ideología subyacente en Argentina donde el patriarcado es la tónica general y en la que cualquier alegato feminista por parte de las protagonistas parece un reclamo rebelde contra el statu quo, el cual está visto como un neuroticismo más propio del siglo XX.

La negociación de las actitudes ante lo expuesto resulta bastante indicadora en cuanto al conservadurismo de la serie: las chicas (Ariana, Alma y Florencia) “se quedan en casa” (como un revival de la imagen del “ángel del hogar” de la literatura decimonónica que choca bastante con lo que se supone que son los valores de la generación millennial), mientras sus respectivos novios (Benjamín, Rodrigo y Juan Manuel) son emprendedores y/o dueños de una empresa de coworking. Ésta se basa en la creación de una App móvil que permita facilitar la vida a sus usuarios.

Benjamín, Rodrigo y Juan Manuel

No obstante, desde la primera cena en común, “Benja” se encuentra con la pareja de su socio Juan Manuel, Ariana en los baños del restaurante y la besa. Desde ese momento ya en el segundo episodio vemos que todo va a desvirtuarse al iniciarse atracciones sexuales por las parejas de los demás. Existe una cierta rebelión contra ello y, es entonces, cuando, en un espejismo de “sororidad”, éstas se acaban juntando y van estableciendo una relación de amistad hasta el punto de intentar montar emprender también una empresa basada en una app.

Aquello que impera es la falta de responsabilidad, de madurez, de lealtad, el egocentrismo, el materialismo, el clasismo y una doble moral en cuanto a la monogamia y la homosexualidad. Por una parte, los protagonistas (todos ellos heterosexuales) tienden a tener una relación sentimental con una sola persona, pero a tener varias y distintas parejas sexuales. El poliamor encubierto o silenciado es una tónica constante en la serie. La homosexualidad está connotada negativamente y, pese a mostrarse, se estigmatiza como una opción marginal. El personaje de Facundo está relegado ser estigmatizado por ser bisexual con un jefe que no deja de criticarle por ello pero que, simultáneamente, es capaz de mantener una práctica sexual con el hijo de su jefe, Benja, sin descubrir su identidad quien, tras conocer la verdad, no desea reconocer que le ha gustado porque ello no altere, en ningún caso, su supuesta “masculinidad”. Resulta curiosa, la necesidad de Benja de reafirmar constantemente su masculinidad, asociándola a prácticas sexuales que encajan dentro de la infidelidad si asumimos que todos tienen, tal y como el sistema les marca, relaciones heterosexuales monógamas.

Por otra parte, existen algunos prejuicios sociales como el aborto se ponen en tela de juicio entre la dicotomía natalista y los que están a favor del aborto. Alma, quien criticaba a su amiga Ariana por ir a una empresa que le practicaría el aborto, acaba cambiando sus principios morales cuando es ella quien necesita de sus servicios. Una doble moral, cuanto menos, interesante que cuestiona una falta de criterios en temas tan relevantes como la representación de política de género que brilla por su ausencia, el aborto o la maternidad.

Ariana, Alma y Florencia

Resulta, cuanto menos, indicador el hecho de que, como suele ser una estrategia narrativa habitual aún en las telenovelas contemporáneas, una de las protagonistas millennial plantee fingir quedarse embarazada para, supuestamente, mantener su relación de pareja basada en una mentira. Y, con más inri, que mienta a su pareja celebrando un “baby shower”, una fiesta preparatoria para cuando nazca el bebé y se programe, malintencionadamente, una pérdida trágica del supuesto bebé.

La serie resulta indicadora por la supuesta imagen que transmite de la generación millennial y alerta de que, realmente, no estamos avanzando tanto como especie y que aún nos queda muchos muros y barreras sociales, culturales, ideológicas y de género que alcanzar.

 

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