Niño(s) abducido(s): ¿El fin de la humanidad? Dominación y utopía en «The Whispers» (ABC, 2015) y «Childhood’s End» (Syfy, 2015)
The Whispers (ABC, 2015) y Childhood’s End (Syfy, 2015 basada en la novela homónima de Arthur C.Clarke) son dos series que tienen como premisa los personajes infantiles en tanto que protagonistas de sus respectivas ficciones televisivas dentro de un marco híbrido entre la ciencia ficción, los escenarios pre y post-apocalípticos y los planteamientos discursivo del posthumanismo. Nos planteamos, ¿es la infancia el último eslabón, la esperanza del futuro de la Humanidad tal como la concebimos actualmente? Ambas ficciones plantean una dicotomía entre la humanidad en su realidad tangible en la Tierra y el recibimiento de una llamada hacia un (cuestionable) “progreso” utópico de la misma por el incremento de su inteligencia (en forma de Nuevo Advenimiento en el caso de The Whispers o un camino hacia La Edad de Oro del Hombre) ya sea por parte de Drill, una fuerza que se pone en contacto solamente con los niños a través de fuentes eléctricas y cuya comunicación queda vetada a los adultos desde el principio (The Whispers) o bien a través de los “facilitadores” liderados por Karellen, que es el supervisor en la tierra cuya imagen se identifica con las representaciones más prototípicas del Diablo (Childhood’s End).
La comunicación que se establece entre los personajes infantiles se extiende a todos los niños de la humanidad, independientemente de dónde se encuentre pues comparten el hecho de estar interconectados telepáticamente gracias a una fuerza aparentemente superior que los domina y que ejerce su poder ante ellos como seres obedientes y sumisos (ya sea Drill en el caso de The Whispers o Karellen en primer lugar y después Jennifer, el bebé que supondrá la encarnación del “todo” y de la “nada”, de la conciencia colectiva y de la mente suprema, en Childhood’s End), repitiendo cual autómatas el nombre de su líder (Jennifer) así como mensajes dados sutilmente en forma de órdenes encubiertas en ambos casos. Otro rasgos significativo es que los niños pueden comunicarse telequinésicamente entre ellos sin que los adultos puedan escucharles en Childhood’s End aunque sí pueden escuchar las respuestas de éstos con Drill y con el resto de niños en el caso de The Whispers (sin conocer lo que les dice Drill).
Cabe tener en cuenta que, en cierto modo, la persona que representa la esperanza de que la humanidad “resista” ante una venidera destrucción conformando un nuevo orden que se presenta como inminente se encarna en dos personajes infantiles femeninos: Casandra, la hija del presidente de los EEUU quien se ha convertido en la niña-huésped ideal por su acceso a información privilegiada y canal de comunicación a escala mundial desatando el global panic desde su grito admonitorio desde la Casa Blanca y Jennifer, una niña de cuatro años que desde su gestación es capaz de dominar el destino del resto de niños que quedan en un mundo empezando por su hermano Tom cuyo comportamiento un tanto extraño y violento (episodio en el que empuja a su padre, en el que habla por las noches y se queda mirando al infinito por momentos).
El cebo o la promesa a la humanidad es atractiva: adiós guerras, hambre e injusticias y bienvenidas felicidad, paz y seguridad…Todo ello en un encantamiento que bien se asemeja al flautista de Hamelín: a los seres que adoptan el rol de dominadores de la humanidad solamente les hace falta conocer cómo son los humanos, cuáles son sus características, qué pueden hacer, hasta dónde estarían dispuestos a luchar pero, ante todo, qué necesitan y qué anhelan para que ello sea el objeto deseado y la promesa ofrecida, la necesidad cumplida que enmascara una dominación planteada, paradójicamente, en términos más o menos pacíficos.
Sin embargo, la humanidad en el caso de The Whispers opone resistencia ante la deseada dominación estableciendo altas medidas de seguridad y protección infantil en la que también interviene el FBI, se trazan medidas para averiguar quién es Drill y cómo eliminarlo y se posiciona como una cuestión de estado que afecta no solamente a la sociedad estadounidense sino al resto del mundo. Por el contrario, en el caso de Childhood’s End la humanidad se divide entre los escépticos (que llegan a estar confinados en New Athens, como la última cuna de la Humanidad donde es posible crear y la cultura tiene un rincón posible y donde existen elementos adversos propios de la sociedad misma) y el resto de la Humanidad que cae en la trampa de un futuro prometido. Ese futuro no es más que un encantamiento de un par de décadas hasta el 2035, año en que la Humanidad ya está preparada para un “nuevo orden” después de haber vivido un idilio de paz, felicidad y seguridad que no era más que un estado transitorio y un puente temporal hasta el próximo destino de la tierra donde la investigación y la curiosidad científica pierde su lugar y “funciona” como pretexto para “contentar” a todo el colectivo científico cuya única misión, en un paralelismo (casi)obligado a la referencia bíblica del Arca de Noé, es la de estudiar y agrupar todas las especies animales descubiertas en la que ellos son un miembro más en tanto que Homo Sapiens Sapiens y donde la fe también se ha perdido pues el discurso de la serie la posiciona en que Dios es solamente un vacío negro en el que llorar y tampoco tiene lugar para la nueva generación liderada por Jennifer.
En definitiva, los finales de las respectivas series nos dejan en un estado de suspensión utópico y en escenarios característicamente post-apocalípticos en el que los niños, más allá de ser abducidos por una raza superior en el caso de The Whispers planteando un escenario abierto e incierto ante un nuevo advenimiento son “elevados” en Childhood’s End para representar un “nuevo orden” superior y más avanzado, suponiendo el final de la Humanidad tal y como la concebimos. El discurso (post)humano se abre hacia la consideración misma de la infancia en tanto que depositaria de los miedos, aspiraciones y dialécticas humanas.
Doctora en Filología por la Universitat de les Illes Balears (2022) y, anteriormente, becaria predoctoral con una tesis centrada en personajes infantiles creepies, discursos de maternidad contemporánea, New Horror y narrativa transmedia. Máster en Lenguas y Literaturas Modernas (especialización en estudios literarios y culturales, UIB); Máster en Formación del Profesorado (Lengua y literatura, UIB) y Posgrado en el uso del cine como recurso educativo (UNED). Interesada en las representaciones audiovisuales infantiles y las maternidades contemporáneas, además de la aplicación del audiovisual y la narrativa transmedia como recurso educativo.