Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

No todo en la vida se puede planificar: «Maggie’s Plan»

Lo que despertó mi interés por esta película de Rebecca Miller (en cuyo guión ha colaborado también Karen Rinaldi) fueron dos motivos principalmente: el primero, que se situaba en el ambiente profesional universitario (me gusta ver este tipo de películas para tratar de obtener inspiración para llevar a cabo mi trabajo); y la otra, que estaba escrita por la hija de uno de los más grandes dramaturgos norteamericanos que, no sólo tuve que estudiar al detalle en su día, sino también explicar después a mis alumnos: Arthur Miller, ganador del permio Pulitzer. Poco del padre hay en la peli de la hija, cosa que sospechaba al tratarse de una comedia romántica, mientras que el progenitor se decantaba por temas tan serios como la caza de brujas tanto original (la de Salem, en 1692) como la metafórica (de la época de McCarthy, 1950-56). Pero quizá pueda considerarse que su estela está presente en el hecho de que Maggie’s Plan no se trata de la típica comedia con gags cómicos estereotipados o desenlaces esperados (como tampoco se pueden caracterizar así otros trabajos de Rebecca Miller, que resultan más sobrios y serios). Tanto es así, que hay quienes la sitúan en la línea del estilo elevado de las de Woody Allen y los trabajos de Noah Baumbach (que también suele contar con Greta Gerwig, actriz que encarna a Maggie), y no sólo porque se sitúe también en Nueva York (incluyendo, en el caso de Miller, el mundo hipster que tan de moda está). Los personajes tienen un cierto peso dramático, no invitan a reírnos de ellos (o con ellos) sin más, sino que pueden llevarnos incluso a la reflexión. Esto cuesta creerlo si tenemos en cuenta que, por ejemplo, el plan inicial de la «millennial» treintañera Maggie consiste en auto-inseminarse en casa, concretamente en su bañera, con el esperma que le dona su amigo Guy (encarnado por Travis Fimmel), que caballerosamente se ofrece a inseminarla a la vieja usanza y que se dedica al envasado artesanal de peinillos en vinagre. Y más aún es así cuando justo en el momento en que lleva a cabo dicha iniciativa, llaman a la puerta. Si tan planificado lo tenía todo, mostrando así el empeño que tenía en que todo saliera bien, la verdad es que cuesta creer por qué se empeña en abrir la puerta al inoportuno visitante. El modo en que consigue llegar hasta el pomo resulta de lo más histriónico, como podéis imaginar (me ahorro los detalles), pero aún así se ve obligada a limpiar el rastro que ha dejado en su trayectoria hacia la entrada (sin comentario).

Greta Gerwig desempeña el papel de esta joven cuadriculada pero que no cae mal con una naturalidad que hace que a veces nos olvidemos de que protagoniza una comedia, como decía antes. Además, cuando confiesa su triste pasado y reconoce con tanta clarividencia que no es capaz de mantener una relación sentimental más de seis meses (aunque quisiera) y por ello se ha visto abocada a llevar a cabo este plan de la maternidad en solitario (y porque siente la vocación de ser madre, claro), casi que mueve al espectador a la ternura y compasión. Y más pena da aún cuando vemos cómo su plan originario queda interrumpido no sólo literalmente (como expliqué más arriba) sino también en el plano de los sentimientos por un profesor de Antropología fictocrítica (yo también he tenido que buscar en Internet qué es esto) que quiere ser también escritor, John Harding (Ethan Hawke). Este encuentra en Maggie a la perfecta partenaire: revisora y comentarista de los borradores de su novela, madre vocacional, organizada al extremo, inalterable aun cuando las presiones de la vida familiar aprietan, abnegada y servicial… Justo todo lo que le faltaba a su esposa, Georgette (Julianne Moore), brillante y sofisticada profesora de origen danés nada menos que en la Universidad de Columbia, y escritora académica, que, no sólo no apoya o colabora con los proyectos de su marido, sino que los critica e incluso eclipsa con los propios. No sería exagerado decir que es justo el polo opuesto de Maggie, cosa que queda representada metafóricamente también con el tipo de ropa que ambas visten, cuidadosamente elegida por la encargada del vestuario de la pelicula, Malgosia Turzanska.

Pero el plan de Maggie empieza a parecerle que se ha vuelto en su contra: se encuentra cuidando no sólo de su hija, sino también de los hijos de John con demasiada frecuencia, dejando siempre en segundo lugar su trabajo en favor del de quien es ahora su esposo. Así, en este contexto, la super-organizada Maggie empieza a tejer su nuevo plan, un plan que hace que la película se centre más en la relación entre estas dos mujeres tan atípicas y tan opuestas, que en el triángulo amoroso que se ha ido configurando. Es un giro interesante propio de Rebecca Miller, que suele intentar desmarcarse de las narrativas convencionales. El final, que no voy a desvelar, también lo hace, para el deleite de la audiencia.

 

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