«Nosotros» (Peele, 2019): el Döppelganger, Home Invasion y crítica
Jordan Peele nos ofrece este año la película “Us” (“Nosotros”), tras su controvertido éxito (Óscar al mejor guion original), su ópera prima de “Get Out” (“Déjame Salir, 2017) que sirve como precedente y con la que comparte su tono político por encima de sus convenciones del género que juego con la hibridez entre el terror y el thriller con toques de humor (los cuales, en ciertos momentos de la película del 2017, parecen introducirse de manera algo forzada). En su precedente, el tema racial destacaba como bandera ideológica. El hogar de los Amitage contiene unas dinámicas familiares donde las apariencias y lo artificial es lo que prima, lo artificioso se convierte en una máscara que oculta lo que está por acontecer. Esa atmósfera de misterio, de suspenso y, en cierto modo, ominosa es lo que se esconde detrás de “Nosotros” (2019).
La apuesta de Peele (avisamos de posibles spoilers) recoge el tema propio de la literatura universal del doble (Döppelganger) en todos los miembros de familia nuclear afroamericana que se va de vacaciones y que acaban en el mismo lugar donde la madre entró en su infancia en 1986, una casa del terror (con laberintos llenos de espejos) de un parque de atracciones a pies de playa. Desde entonces, Adelaide Wilson ha repetido esa escena en su mente de manera repetida y traumática. Sírvase esta experiencia como precedente narrativo, la pareja y los dos hijos son amenazados por otra familia cuyos integrantes resultan ser clones de ellos mismos, una misma imagen con un comportamiento totalmente extraño y diferente a su personalidad original, rozando lo diabólico (o los dobles fantasmagóricos).
En ese sentido, se utiliza una estrategia propia del cine de terror y, en concreto, la idea de la home invasion según la cual la casa ya no es el lugar seguro y de protección que nos aleja de los peligros del exterior. El interior de la casa y, por ende, los integrantes de la misma pueden ser los generadores de terror. Por ello, hasta bien entrado el segundo acto no asistimos a la bajada al infierno, es decir, no se nos desvela el verdadero sentido enmascarado de la identidad de los protagonistas. Aquello que se esconde tras bajar las escaleras es aquello que reside oculto y que se enmascara para que nadie pueda saber que existe.
El tema esencial de la película se basa en indagar la monstruosidad que reside en cada uno de nosotros, hasta el punto de llevarnos a reflexionar sobre la ignorancia de nuestra parte más malévola, perversa o negativa. Todos podemos reconocer en nosotros mismos nuestro peor enemigo. En una lectura un poco más amplia, Peele parece plantear también, en su línea ideológica, el hecho de que el adversario o el invasor reside en nosotros mismos, es decir, la responsabilidad del desastre, del caos o del elemento perverso o desestabilizador reside en nosotros mismos y no podemos, por ende, negar la mirada a nuestras propias culpas.
Así pues, la música de Abels y la fotografía de Gioulakis son sin duda uno de los elementos más preponderantes de la película, así como todo el elenco actoral (creemos esencial destacar el papel de Lupita Nyong’o) y sus múltiples referencias cinematográficas con los giros de guion en los que se permite conocer a los protagonistas como Shyamalan o Branagh o con las referencias propias de la home invasion (como hemos comentado) cargadas de violencia en Haneke. La introducción nos recuerda plenamente al inicio de Babadook (2014) y Lights Out (2016).
No obstante, el film parece resultar extremadamente expositiva, planteando unas expectativas muy altas en la audiencia que no se resuelven con claridad. El ritmo puede resultar lento y dilatado (con un largo primer acto) y el discurso teórico queda en una nebulosa que, en ocasiones, construye piezas de puzle que no acaban por resolverse y dejando algunos desequilibrios. Resulta, pues, ambiciosa y contiene clichés de género y referencias relevantes, aunque quizá la premisa inicial no queda lo suficientemente definida como para resolverse con un éxito tan claro como su ópera prima. La creación de preguntas y de expectativas del primer acto son bastante altas, aunque su incertidumbre en el tercer acto es lo que puede provocar en la audiencia una respuesta un tanto ambivalente. El film se presta, pues, a lecturas muy diversas y algunas de ellas, cuanto menos, controvertidas.
Doctora en Filología por la Universitat de les Illes Balears (2022) y, anteriormente, becaria predoctoral con una tesis centrada en personajes infantiles creepies, discursos de maternidad contemporánea, New Horror y narrativa transmedia. Máster en Lenguas y Literaturas Modernas (especialización en estudios literarios y culturales, UIB); Máster en Formación del Profesorado (Lengua y literatura, UIB) y Posgrado en el uso del cine como recurso educativo (UNED). Interesada en las representaciones audiovisuales infantiles y las maternidades contemporáneas, además de la aplicación del audiovisual y la narrativa transmedia como recurso educativo.