Once Upon a Time in Quentin’s Mind (1): «RESERVOIR DOGS» (1992)
Pantalla en negro. Productores. Sonido de platos y tazas. Un leve murmullo. Una voz se alza: «Let me tell you what Like a Virgin is about». STOP
Seis segundos de película. Seis segundos para que un desconocido director de un barrio de Knoxville te cambie por completo la concepción de un hito cultural, una canción, Like a Virgin de Madonna, un tema que después de ver Reservoir Dogs no volverás a oír igual que antes. Es como haber visto A Clockwork Orange (Stanley Kubrick, 1971), escuchar a Gene Kelly cantar Singing in the Rain y que no se te venga a la mente la terrorífica escena de la película de Kubrick. Este es el poder de unos pocos, reconvertir un hito cultural y hacerlo tuyo. Esto es lo que hace Quentin Tarantino, adoptar patrimonio cultural y darle su punto ácido y violento. Todo esto, empieza en el año 1992 con su opera prima como director, Reservoir Dogs.
Con su primera película ya asienta muchos de los pilares que sustentarán toda su filmografía: diálogos rápidos, cortantes, llenos de cinismo y amargura; gran construcción de personajes profundos, atractivos e inigualables; ruptura de la línea temporal, violencia explícita y una banda sonora llena de clásicos.
Reservoir Dogs trata de un atraco a una empresa de diamantes, pero la única parte que no se muestra en ningún momento es el crimen en si, sino su gestación (donde se ahonda en cada uno de los atracadores) y sus consecuencias (descubrir quién ha hecho que un plan tan meticulosamente calculado haya salido mal).
Empieza con una escena tranquila en un bar, donde ocho hombres en traje (los atracadores) beben café, hablan de canciones y de dar o no propina; pasamos a una escena donde los ladrones caminan a cámara lenta junto a la canción Little Green Bag de George Baker, y la siguiente escena vemos a uno de esos criminales desangrándose en un coche, manchando los asientos de sangre mientras su compañero, conduciendo, le obliga a gritar «voy a ponerme bien».
Tarantino juega con esa narración no lineal, con mostrarnos un hecho y obligar al espectador a tomar un papel en la película, una actitud activa que le obliga a formularse teorías sobre quién es el soplón, quién tiene razón, quién no, qué pasó exactamente durante el atraco que tanto se niegan a mostrar más allá de lo que digan los exaltados delincuentes, etc. Pues ciertamente ese es el punto fuerte de Resevoir Dogs, el mantener al espectador constantemente pegado a la pantalla, cada minuto es igual de importante que el anterior, cada escena se ha convertido en un hito de la historia del cine. Esa escena con los títulos iniciales que comentaba antes, ese plano del coche, la pelea entre el Sr. Rosa y el Sr. Blanco, el plano contrapicado desde dentro de un maletero que tanto se repetirá en la filmografía del director, la escena en la que el Sr. Rubio tortura a un policía que ha raptado llegando a cortarle una oreja al ritmo de Stuk in the Middle with You (una canción que Tarantino quería sí o sí en el filme y que le costó gran parte del presupuesto), el enfrentamiento entre los últimos atracadores restantes, y el demoledor final, que es, sin duda, uno de los finales que más me han impactado de la historia del cine.
Todo esto es gracias a esa maravillosa dirección de Tarantino, ese excelente guión, influenciado por grandes directores y grandes películas como The Killing (Stanley Kubrick, 1956), The Big Combo (Joseph H. Lewis, 1955) y sobre todo City on Fire (Ringo Lam, 1987); pero, aparte de todo esto, son las interpretaciones de los actores lo que hace a Reservoir Dogs convertirse en una gran obra del cine. Unos actores titánicos como Harvey Keitel, quien hizo que el presupuesto de la película pasase de ser de unos cincuenta mil dólares (ganados al vender Tarantino el guión de True Romance a Tony Scott) a un millón y medio de dólares, y cuya interpretación es sin duda una de sus mejores en toda su carrera; Steve Buscemi, quien borda el papel de Sr. Rosa (que iba a ser interpretado en un principio por el propio Quentin Tarantino, quien se quedó finalmente con el papel de Sr. Marrón); un grandísimo Tim Roth quien consigue que su personaje chulesco pase a convertirse en un desesperado e histérico moribundo; y sin duda, un Michael Madsen soberbio haciendo de un maníaco Sr. Rubio. En definitiva, un reparto perfectamente elegido, un reparto que será recurrente en la filmografía del director y que le pone la guinda a esta película de culto. Y no olvidemos también las interpretaciones de Lawrence Tierney, Chris Penn y Edward Bunker.
En resumen, Reservoir Dogs es una película que, a pesar de ser cuestionada por algunos detractores quienes alegan que no se trata de nada más que una copia de muchas películas, o que es machista al no aparecer ningún personaje femenino en apenas toda la cinta; ha envejecido perfectamente con los años, y que fascina a todo tipo de espectador. Parece mentira que una película con tan complicado presupuesto, con unos espacios tan limitados (que le dan un toque de teatralidad, igual que lo haría con The Hateful Eight veintitrés años después), y siendo la primera de Tarantino, sea una de las cintas de culto más importantes del cine; pero es que, ciertamente, Reservoir Dogs es el principio de todo un universo propio, un universo del que no estaríamos hablando aquí de no ser por esta película.
Graduado en Comunicación Audiovisual en el Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (Universidad de Comillas). Apasionado por el cine, las series de televisión, los cómics y toda forma de arte secuencial. Interesado en toda obra filosófica, transgresora e innovadora.