Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«Playground» (2018, B.M.Kowalski): la cruda realidad de la psicopatología infantil

Playground (2018) es la opera prima del joven director Bartosz M.Kowalski, estrenada en Polonia el pasado 2016 y se configura como una muestra del cine polaco contemporáneo galardonado en el Festival de San Sebastián y que cumple con el cometido de no dejar indiferente a la audiencia, provocando la angustia, tensión e incluso estremecimiento de la misma. Su formato de presentación se vertebra en una estructura casi novelística de 6 capítulos: en los 3 primeros capítulos se nos lleva a cabo la descripción de la vida cotidiana y la rutina de los 3 personajes en la preadolescencia (2 chicos y 1 chica,  de 12 años) y el esbozo de detalles de algunos rasgos de personalidad en proceso de desarrollo en los que se advierten conductas con un cierto grado de crueldad, dureza, violencia e incluso poca sensibilidad hacia los demás. Kowalski nos ofrece, en este sentido, un ejercicio de primeros planos de los personajes que se miran a sí mismo en distintos espejos a modo de cuestionamiento de su propia identidad marca por entornos familiares complejas y duras que les influyen notablemente. El resto de los 3 capítulos presentan un nivel de crueldad temática ascendente de lo desagradable, aterrador hasta el sadismo y la violencia gráfica en las últimas escenas del último capítulo que resultan de una polémica dureza y que pueden resultar incluso excesivas, a la altura de Funny Games  (1997/2007) de Haneke, entre otras.

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Gabrysia y la exploración de su identidad

Esta película nos adentra en una narrativa formada por una premisa que puede resultar de una extraordinaria crueldad temática. Hacemos referencia precisamente a la habilidad de representar identidades infantiles que, en primer lugar, se enmarcan en un entorno realista de la Polonia del siglo XXI centrada en un marco familiar en el que el entorno desestructurado (padre discapacitado, madre mayor con problemas depresivos, pobreza) es una de las piezas clave para la construcción de personajes adolescentes cuyas actitudes resultan, cuanto menos, cuestionable.

En segundo lugar, hacemos referencia al hecho de que se forman y se construyen personalidades que tienden hacia la violencia, el intento de violación, el crimen de un niño por el puro placer de matar (siguiendo los deseos de los mismos). Los retratos de los personajes adolescentes nos adentran en un mundo en el que el compañerismo no existe, en el que la tiranía de los hijos es la ley que gobierna en las familias en las que se insertan con una clara falta de referentes paternos (y que bien bebe de una sociedad que consiente faltas de respeto y desobediencia en muchos niveles, otorgando las alas a hijos que acabarán por no tener respeto a la vida de los demás y que querrán imponer precisamente su criterio como si fuese el único válido).

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Intento de violación

Tal es el caso que la protagonista femenina acaba siendo tratada como una prostituta por el hecho de querer besarse y tener sexo con el chico del instituto que le gusta y que son indicadores del tipo de sociedad que tenemos y de su tratamiento a la mujer. Hasta el punto de pagarle a otra chica y compañera para que le enseñe técnicas de flirteo para gustarle y de tener que pagar por ser amado. Resulta un punto triste y mezquino de una generación de millennials que pretende comprarlo todo con dinero. Pero la realidad resulta distinta y no todo puede ser comprado. El amor verdadero es aquel que no se pide sino aquel que se otorga y se recibe del mismo modo que la película plantea que la inocencia de un pobre niño se ve vulnerada por las malas intenciones de dos adolescentes que disfrutan de la violencia que ejercen en los demás (ya sea con un intento de violación a una chica que se ha declarado y a un niño también víctima que acaba siendo víctima de dos adolescentes con instintos criminales).

Kowalski, por una parte, es capaz de invitar a la reflexión sobre el tratamiento de la psicopatía infantil y adolescente, en un debate social que resulta interesante al conocer cuál es, en primer lugar, el grado de visibilización de la misma y, en segundo lugar, cuál y cómo es el tratamiento y la importancia que se le da a nivel social. Es decir, a través del ejemplo de Playground podemos ver que este delicado tema dentro del abanico temático de las representaciones ficcionales de la salud mental, parece seguir siendo un tabú al que la sociedad cierra los ojos o aparta la mirada porque resulta más fácil omitir su existencia que enfrentarse a ella.

En segundo lugar, el joven director nos plantea de forma que podríamos calificar como mínimo de transgresora e innecesaria, unas últimas escenas muy largas de crueldad en la que dos de los protagonistas matan a un niño y resulta extremadamente difícil (sino, imposible) mantener la mirada en la pantalla por la dureza moral de los actos que tienen lugar. Es por ello que su recepción ha dividido plenamente a su audiencia entre los indignados por su alto nivel de violencia y los defensores acérrimos de la misma.

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Víctima infantil de los crímenes adolescentes

Consideramos que precisamente una de las mayores virtudes de Playground radica en transmitir la violencia y la maldad preadolescente con la crueldad propia de la vida real haciendo la cámara de testigo permitiendo un debate que pivota sobre la naturaleza de la perversidad en sí misma. ¿Son malvados estos niños?, ¿Se han corrompido por su entorno familiar? Sin duda, cabe tener en cuenta que el asesinato cometido por niños y que se presencia en el film tiene como fuente de inspiración un asesinato real cometido por niños de la década de los 90 en Liverpool Robert Thomson y Jon Venable a un niño de tan sólo 3 años y cuyas causas nunca se esclarecieron. Sería interesante plantearse, entonces, si la realidad supera la ficción y si la ficción, en este caso en particular, sirve de pantalla para esbozar el lado oscuro de la mente humana infantil y las consecuencias de estados mentales alterados o presencia de rasgos psicopáticos que conducen al angustioso y salvaje crimen a sangre fría.

 

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