Recap. ‘Fear the Walking Dead’: ‘Not Fade Away’ (1×04)
Cuarto capítulo de Fear the Walking Dead y, aunque es el primero en el que no vemos ni un solo zombi en pantalla en todo el capítulo, se va notando que nos acercamos más al final de la temporada, que en esta primera entrega será sólo de seis episodios. Este capítulo (‘Not Fade Away’) que se emitió anteayer ha sido el que más expectativas ha abierto sobre lo que ocurrirá en la serie. La llegada de la autoridad militar a San Gabriel ha reestablecido la calma en el vecindario de la familia de Travis, pero su manera de actuar plantea muchas preguntas a los personajes, sobre todo a Chris que, desde el tejado, ve lo que parecen ser señales de luz desde una casa que está en la zona de cuarentena del barrio, más allá de la valla que han puesto los militares. La advertencia que hace a Chris a Travis cae en saco roto, pero su madrastra, que también comprueba lo que éste dice, se lo toma más en serio y decide investigar. A pesar de que Madison explora más alla de la verja, no consigue llegar a la casa de donde proceden los destellos: una patrulla militar se lo impide.
El binomio libertad/seguridad es uno de los temas que salen a relucir en este capítulo. El responsable militar del destacamento que protege el barrio hace un llamamiento a los vecinos porque tiene que dar un comunicado. Un comunicado unidireccional y autoritario, que es interrumpido varias veces por los comentarios y preguntas de los habitantes, que no son respondidos de ninguna forma. «Pórtense bien -y así no tendré que dispararles«, llega a comentar el líder militar casi dejándolo caer inocentemente, pero en un sentido mucho más real que el meramente figurado. Los vecinos han aceptado este estado de «seguridad», en el que, como dice el soldado «pueden seguir en su casa y hacer una vida normal»; pero el precio es seguir sumidos en la ignorancia, desconectados de lo que está ocurriendo, y sin saber realmente qué pretenden hacer los militares. No olvidemos que han aceptado implícitamente un toque de queda y una ley marcial en aras de su seguridad.
El aislamiento de la comunidad se representa, así, simbólicamente, con los personajes, sucesivamente, visitando el tejado de su casa, oteando el horizonte, intentando en vano averiguar qué son esos destellos que vienen de la lejana casa tras la cerca. Algún plano nos recuerda a esos supervivientes de una inundación, que esperan ser rescatados del desastre en la única parte de la casa que está a salvo.
El estamento militar nunca ha sido de fiar en el género zombi (sólo hay que recordar la magnífica Day of the Dead de Romero), y en esta ocasión, el paralelismo que traza la historia que cuenta el señor Salazar (un recuerdo de juventud, con soldados llevándose a hombres del pueblo, que luego son encontrados muertos en el río) con lo que está por venir se hace evidente. La legitimidad de los métodos militares se verá cuestionada por la familia de Travis cuando, además de llevarse a la señora Salazar (con un pie que amenaza con gangrenarse), los soldados también se llevan a Nick. Hasta entonces, Travis ha seguido sin definir su carácter sobre la situación que está viviendo. Quizá ahora que su familia se ha visto afectada cambiará de opinión sobre si «todo va a ir bien», como le decía al vecino al que llevaron a tranquilizar.
Las dudas como espectadores se nos amontonan en este episodio: ¿qué está ocurriendo más allá de la valla? ¿Tienen razón Madison en mostrarse paranoica respecto al comportamiento de los militares? ¿Hay alguna intención oculta en deliberadamente aislar a los grupos de supervivientes, sin que puedan usar el teléfono? ¿Dónde se llevan a los enfermos y heridos? ¿Qué intenta decirle la doctora a Liza y por qué ésta decide seguir el convoy militar? Y lo más inquietante, ¿son los destellos finales que ve Travis desde el tejado las armas de fuego de los militares, que han llegado a quien emitía las señales? Los acontecimientos se precipitan y en las dos siguientes semanas sabremos qué ocurre.
Filólogo, profesor en Secundaria, lector todoterreno, melómano impenitente, guionista del cómic ‘El joven Lovecraft’; bloguero desde 2001, divulgador y crítico de cómic en diversos medios (Ultima Hora, Papel en Blanco, etc.); investigador de medios audiovisuales y productos de la cultura de masas en RIRCA; miembro de la ACDC España.
Todo un capítulo de una serie de zombies sin zombies. Bravo.