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Recap. ‘Fear the Walking Dead’: Piloto

Hace ahora justo una semana se estrenaba Fear The Walking Dead, secuela de la exitosa serie The Walking Dead y basada también en los cómics de Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlard. Las expectativas estaban altas, y la audiencia no ha defraudado: el capítulo piloto fue seguido por más de diez millones de espectadores sólo en Estados Unidos.

La serie se ubica temporalmente antes de los sucesos de The Walking Dead, en los momentos previos al apocalipsis zombi. Situada en la ciudad de Los Angeles, la trama sigue la evolución de una familia que, además de luchar con toda su problemática personal (son divorciados con hijos, y uno de ellos, el de la mujer, Madison Clark, es drogodependiente), tendrán que afrontar una situación de emergencia como nunca ha visto el país.

La serie prometía un acercamiento más soslayado del fenómeno zombi que su hermana mayor The Walking Dead, y así ha sido en este primer episodio. En la hora de metraje de este piloto apenas hay acción, y se puede intuir por lo que hemos visto que el tono de esta serie busca más el intimismo y ahondar en las relaciones personales, y cómo afectarán los acontecimientos a estas, más que la lucha por la supervivencia feroz de The Walking Dead. Es decir, lo que ocurrió con la segunda temporada de la serie original (la que transcurre mayoritariamente en la granja de Herschel, y que obtuvo un rechazo generalizado de la audiencia).

El piloto se abre con una secuencia irónica: en ella, Nick Clark, un joven drogadicto, se despierta del sueño de las drogas en una iglesia vandalizada que se ha convertido en picadero. El escenario es dantesco y recuerda mucho al escenario que inicia el mapa Warcelona para el videojuego Left 4 Dead 2. Nicks avanza dando bandazos desorientado, y durante los primeros segundos la serie nos hace pensar que estamos ante el primer zombi de la serie. Pero es sólo un truco: el chico avanza a trompicones por su estado físico y mental, pero al llegar a la planta baja, se encuentra con una escena terrorífica: su amiga está devorando un cadáver y se le encara de manera poco amistosa. Nick, en su huida, sale a la calle… donde es atropellado por un coche. Y ahí es donde con un movimiento de cámara muy meditado nos damos cuenta de que el apocalipsis aún no ha llegado: Los Angeles sigue llena de gente, y todo es normal. Pero la reflexión ya está lanzada… ¿Quiénes son los zombis? Como diría Rick Grimes, «we are the walking dead».

Su ingreso en el hospital nos permite introducir al resto de personajes principales de la serie: Madison, la madre de Nick, que trabaja como orientadora en un instituto; Travis, actual pareja de Madison, que trabaja como profesor de literatura en el mismo instituto; y Alicia, hermana de Nick, y estudiante modelo. Al principio, los delirios de Nick son tomados como una alucinación producida por las drogas. Pero tras hablar con él, su padrastro decide comprobar su historia, y aunque no encuentra ninguna prueba definitiva, le pone sobre la pista de lo que está sucediendo.

Mientras, en la ciudad, se han dado casos de ataques aislados. En internet corren rumores sobre algo que está en el aire, un virus, un ataque bacteriológico, pero hay algo que está ocurriendo. Uno de los chicos de instituo confía sus temores a Madison, pero ésta los relativiza y le tranquiliza diciendo que si de verdad sucediera algo, las autoridades pondrían sobre aviso a la población. Éste es uno de los temas recurrentes en el imaginario zombie: el silenciamiento por parte de la autoridad de los acontecimientos que pueden llevar a la catástrofe. Lo hemos visto en muchas producciones zombi, y puede relacionarse con la desconfianza en las instituciones y su funcionamiento, cuando no directamente en las teorías conspiratorias contra ellas (los atentados del 11-S como «trabajo interno», estelas químicas dejadas por los aviones, etc.).

De la misma forma, cuando un video de un ataque de zombis a unos cuerpos de seguridad se filtra en internet, se introduce otro tema muy actual, que en el género zombi se trató en films como Diary of the Dead (George A. Romero, 2007): el de la desacreditación de la realidad. Con el advenimiento de internet, las tecnologías digitales y la moda de los videos virales, no hay manera de saber qué es real y qué es una simulación (hay ejemplos reales muy cercanos, como los videos de ejecuciones de la guerra entre Rusia y Ucrania, o las difundidas por el Estado Islámico, de las que los expertos en imagen digital dudan en diverso grado). La tecnología ha llegado a tal punto de perfeccionamiento que es imposible decir si aquello que vemos es real o no. Por tanto, es imposible guiarnos en esa selva digital; cuando Alicia ve uno de los videos en tiempo de clase (mientras la profesora está explicando, nada inocentemente, la teoría del caos), para ella es evidente que es un montaje, pero poco después, las clases se interrumpen y todo el mundo es llamado a abandonar el instituto.

No es casual tampoco que, en un momento determinado, veamos a Travin explicando a sus alumnos, a propósito de la obra de Jack London, la compleja relación entre el hombre y la naturaleza, y que termine afirmando que «El perro representa al instinto, a la naturaleza. Y la naturaleza siempre gana». Si interpretamos esto con las teorías de la posthumanidad (Deborah Christie en Better Off Dead, 2011; Kyle Bishop en American Zombie Gothic, 2010) con las que se ha, por ejemplo, visto las últimas películas de Romero, podríamos entender que si el zombi es el representante del instinto primario, lo es también de alguna manera de la naturaleza. Por tanto (y si la naturaleza, frente al hombre, siempre gana), quizá los zombis estén legitimados para tomar por la fuerza cuanto tenemos. Tal vez sean parte de una evolución y el ser humano el descarte de esa evolución, cualquiera que sea el motivo de ésta (y, de paso, del origen del fenómeno zombi).

fear_the_walking_deadUna vez se inicia cierto caos, la familia protagonista busca replegarse, y el principal problema es encontrar a Nick, que ha ido huido del hospital buscando explicaciones de lo que vio en la iglesia. Como serie más intimista, suponemos que la principal trama girará en cómo reaccionará este grupo de personas más o menos avenidas que son los Manawa-Clark, y cómo enfrentarán la supervivencia como núcleo familiar.

El apartado de violencia zombi está muy medido en Fear The Walking Dead: el ataque inicial, como gancho para el espectador, y el final, con Calvin, el amigo de Nick, convertido en muerto viviente, son los únicos dos momentos en los que los zombis hacen acto de presencia en este capítulo. El trabajo de los actores es en general correcto, destacando sobre todo, el papel de Frank Dillane (Nick en la serie), que resuelve bien el papel de joven atribulado por  las drogas en un mundo que se viene abajo.

Fear The Walking Dead serán seis episodios, el segundo de los cuales se emite esta misma noche. Seguidnos en RIRCA para más impresiones de esta nueva serie.

 

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